El pasado 6 de octubre el Fondo Monetario Internacional emitió su habitual informe en el que evalúa la evolución de los mercados y los sistemas financieros internacionales de cara al financiamiento de las economías emergentes.
En el mismo se identifican potenciales riesgos y se alerta sobre los problemas sistémicos a los prestamistas involucrados en estos segmentos.
Curiosamente, en esta oportunidad dedicó una sección completa a las criptomonedas.
Si seguimos el criterio de “dime de qué hablas y te diré qué es lo que te preocupa”, observamos que en el informe se mencionan particularmente dos criptomonedas y una especie de instrumento transaccional, las stables coins o monedas estables.
Ahora bien, si tomamos nota de cuántas veces se menciona a cada una vemos que solo en siete oportunidades se menciona al Ethereum, en unas treinta al Bitcoin y en más de cien a las stables coins, que son emisiones de activos digitales con un respaldo subyacente.
Es evidente que al sistema financiero tradicional global ya no le preocupa si alguien posee parte de sus ahorros en algunas de las criptomonedas que han ofrecido altísimos rendimientos por revalorizaciones. Basta con decir que mientras que los que invierten en acciones o bonos miden sus rendimientos en porcentajes que oscilan entre el 1% y el 50% para los más arriesgados y afortunados, quienes se encuentran en el mundo cripto miden en X sus resultados, es decir cuantas veces multiplicaron su inversión. Es usual encontrarse con muchachos que apenas dejaron la escuela secundaria que muestran sus carteras históricas con aportes multiplicados entre 5 y 40 veces. Si, entre 500% y 4000%. Ojo, esta nota lejos pretende recomendar cualquier tipo de inversión, solo analizamos intervalos y rendimientos pasados que no permiten inferir con certeza lo que sucederá en el futuro.
Lo que realmente preocupa es lo que se denomina “tokenización”.
Tokenizar es básicamente pasar a formato digital cualquier cosa que pueda tener valor. Desde un bien real, o un servicio a proveer,o incluso derechos intangibles. La tecnología de Blockchain ofrece generar registros y administrar su procesamiento a cualquier cosa, luego como siempre es el mercado, oferta y demanda, quien pone el precio.
Sin embargo, el gran peligro que ve la vieja economía, tampoco yace en la pura tokenización sino en el procesamiento de los activos digitales.
La historia nos ha demostrado que mientras que el dinero circule por los canales habituales, que son el sistema bancario, las redes de corresponsales para transferencias internacionales o los procesadores de pagos de tarjetas de crédito, cualquier desfalco o error tiene como responsables a las puntas de las operaciones, nunca a los vínculos. Se trata de un negocio enorme, oligopólico y compulsivo del que nadie puede escapar, al menos hasta ahora.
Las nuevas tecnologías simplifican cada uno de los aspectos típicos de las transacciones:
- Registros, no requieren de procesos complejos de firmas de expedientes ni certificaciones notariales en cada transacción.
- Auditoría, en forma permanente se monitorea cada cuenta y operación en función a procedimientos automatizados y algoritmos que verifican cantidad y montos
- Escalabilidad, por tratarse de sistemas transaccionales distribuidos y descentralizados las necesidades de inversiones en infraestructura y costos por operaciones son mínimas y no dependen de un monto o cantidad de registros.
- Interoperabilidad, podrían cambiarse en forma directa, sin necesidad de pasar por dinero, derechos de autor de un músico por una canción registrados en Tokio con un auto de alta gama en La Florida, solo tomando como referencia los valores relativos de cada uno de los activos frente a un criterio de valor común.
Es el mundo del trueque organizado en un libro mayor de registro global, descentralizado, seguro e inmediato, pues los reportes viajan a la velocidad de la luz, por Internet.
La tokenización permite a las personas intercambiar bienes, servicios y derechos sin necesidad de pasar por las monedas tradicionales y obviamente sin utilizar los costosos mecanismos y procesos de transferencias de dinero o cambiar divisas.
El primer activo digital en Blockchain, el Bitcoin, hoy, ocupa un rol en las finanzas internacionales como potencial reserva de valor y común denominador del resto de las criptomonedas emitidas. Eso no es poca cosa. De hecho, a los valores de estos días, por encima de los 60.000 dólares la unidad, su capitalización supera al M1 (base monetaria primaria) de países como la India, Suiza, Rusia, Nueva Zelanda o Turquía, llegando casi a la mitad de la del Euro.
Es probable que en los próximos tiempos veamos como los reguladores aprueban estructurados para acumular criptomonedas. Esta semana comenzó a operar el primer fondo de inversión en Bitcoin aprobado por la Security Exchange Comision, con el principal objetivo de mantener, al menos una parte de las transacciones dentro de los viejos canales operativos, bolsas, bancos y sistemas de procesamiento tradicionales.
Para los que han comprendido el verdadero valor de estas nuevas herramientas, acumuladores, como los fondos de inversión forman parte del pasado. El camino hacia las finanzas descentralizadas no admite concentradores, sería como poner heno fresco para que funcione un Tesla, un revolucionario vehículo eléctrico, los caballos y las carretas forman parte del pasado.
En mi opinión, la caja de pandora ya está abierta. Solo resta a cada uno de nosotros definir si seremos testigos o protagonistas en este nuevo mundo.
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