¿Qué es eso de “levantar el cepo”?
Desde hace años, en Argentina no se podía comprar dólares libremente. Había trabas, impuestos, cupos, y un montón de tipos de cambio distintos. Al dólar que se conseguía en el banco lo llamaban “oficial”, pero también existía el “dólar tarjeta”, el “dólar blue”, el “dólar MEP”, el “dólar Qatar” y varios más. Era un lío y solo podías comprar 200 dolares.
Levantar el cepo significa que ahora cualquier persona va a poder comprar dólares al precio del mercado, sin límites ni recargos del 30%, 45% o más que se sumaban antes. También se eliminan esas múltiples versiones del dólar y se va a trabajar con un solo valor que puede subir o bajar, pero dentro de ciertos límites.
Fin del límite de USD 200 mensuales para la compra oficial.
Eliminación de restricciones por subsidios, programas sociales o empleo público.
Acceso simultáneo al mercado oficial y financiero.
Fin de la percepción del 30% del impuesto PAIS y otros recargos, salvo para turismo y consumos en el exterior.
Implementación de un tipo de cambio flotante dentro de bandas de $1000 a $1400.
Fin del “dólar blend” para exportadores.
¿Qué cambia para el ciudadano común?
Uno de los grandes problemas de la economía argentina en los últimos años fue la confusión. Términos técnicos, múltiples tipos de cambio, trabas cruzadas, recargos y restricciones crearon un sistema financiero ilegible para el ciudadano común.
Con esta medida, al menos en teoría, el acceso al dólar se vuelve más simple, directo y menos castigado fiscalmente. Pero, ¿cuáles son los verdaderos impactos?
1. Ahorro en dólares
Antes: comprar USD 100 por mes implicaba pagar casi $150.000 por las percepciones.
Ahora: el precio del dólar se ubicará entre $1000 y $1400, pero sin impuestos ni restricciones. Es decir, más caro nominalmente, pero más barato en términos reales si se compara con el precio del dólar blue o MEP en el mercado actual.
Impacto: Ahorristas podrán dolarizarse sin penalidades. Aunque a un valor más alto, se termina la “caza de dólares” por canales ilegales o poco claros.
2. Precios e inflación
La gran incógnita. Con un tipo de cambio flotante, es esperable que los precios se alineen con el nuevo dólar real. El Gobierno intentará que el techo de $1400 funcione como ancla, pero si el mercado se dispara, los precios podrían reacomodarse rápidamente, especialmente en alimentos, tecnología y bienes importados.
Impacto: Podría haber una nueva ola de aumentos en el corto plazo. El riesgo inflacionario no desaparece: cambia de forma.
3. Salarios y poder adquisitivo
Con precios que podrían subir y salarios aún en proceso de recomposición, el gran perdedor del corto plazo será el asalariado promedio.
Impacto: La libertad cambiaria no trae mejoras inmediatas al bolsillo. El beneficio puede sentirse en la estabilidad a mediano plazo, pero en el corto, habrá tensión.
4. Turismo y gastos en el exterior
Estos seguirán con impuestos. El famoso “dólar tarjeta” se mantendrá. Esto responde a la necesidad de frenar la salida de divisas sin frenar todo el mercado.
Impacto: Viajar al exterior sigue siendo caro y desincentivado.
¿Por qué lo hacen?
Hay varias razones:
Porque el Gobierno firmó un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y una de las condiciones era ordenar el mercado del dólar.
Porque el sistema actual no daba para más: había muchas reglas raras, poca confianza, y nadie sabía cuánto valían realmente las cosas.
Porque los dólares no alcanzaban, y con tantas trabas, nadie quería vender ni invertir.
La idea de fondo es que, si hay más libertad para operar con dólares, vuelvan los inversores, entren más dólares al país y se estabilice un poco la economía.
¿Esto va a frenar la inflación?
No de inmediato. Puede ayudar si logra que entren más dólares y que la economía se ordene, pero eso lleva tiempo. Mientras tanto, los precios pueden seguir subiendo y eso va a afectar el bolsillo.
El Gobierno espera que, con esta medida, empiece una etapa más estable, pero también sabe que los próximos días van a ser difíciles. El riesgo es que se descontrole el dólar y la inflación empeore.
Escenarios posibles a corto y mediano plazo
Escenario 1: Estabilidad con reservas
Si los desembolsos del FMI y organismos multilaterales llegan en tiempo y forma, y el BCRA logra controlar el tipo de cambio dentro de las bandas, podríamos entrar en un período de relativa estabilidad cambiaria. Eso permitiría:
Estabilización de precios.
Baja de la brecha cambiaria.
Recuperación de reservas.
Aumento de la inversión privada.
Probabilidad: Media, pero depende del comportamiento del mercado.

Escenario 2: Fuga al dólar y presión inflacionaria
Si el mercado desconfía del nuevo sistema, el dólar tenderá a posicionarse en el techo ($1400) o incluso romperlo. La flotación “administrada” podría convertirse en una flotación caótica. Esto llevaría a:
Fuerte alza de precios.
Nuevas tensiones salariales.
Riesgo de perder el control del tipo de cambio.Probabilidad: Alta si no hay coordinación entre política fiscal, monetaria y social.

Escenario 3: Nuevo régimen monetario
Algunos analistas plantean que esta es la antesala de una eventual dolarización o bimonetarismo legal. El gobierno busca, paso a paso, eliminar el peso como moneda de referencia sin anunciarlo formalmente. Este sería un cambio de paradigma.
Probabilidad: Lejana en lo inmediato, pero cada vez más latente.
¿Qué significa la flotación entre bandas?
Este sistema, adoptado por países como Chile o Colombia, busca combinar la disciplina del mercado con una intervención limitada del Banco Central.
Si el dólar baja de $1000, el BCRA compra.
Si el dólar sube de $1400, el BCRA vende.
Entre medio, deja flotar al dólar libremente.
Es una forma de “guiar” el mercado sin controles extremos. Pero requiere reservas y credibilidad. Sin esos dos factores, no funciona.
¿Y ahora qué?
En resumen:
Podés comprar dólares sin trabas, pero puede que estén más caros.
Vas a ver subas de precios en algunos productos.
Tu sueldo puede rendir menos al principio.
Si tenés dólares, te vas a beneficiar.
El Gobierno apuesta a que esto traiga estabilidad, pero el resultado no es inmediato.
¿Y la confianza?
El éxito de esta reforma depende de una palabra clave: confianza. Si los argentinos creen en el nuevo sistema, lo adoptan y lo respetan, el plan puede consolidarse. Si lo rechazan, lo eluden o lo atacan, como ocurrió con experiencias anteriores, todo puede derrumbarse.
Por eso, la pedagogía económica del Gobierno será clave. Hay que explicar, convencer, formar e informar. Y hasta ahora, en muchos sectores, eso no ocurrió.
El fin del cepo era una medida necesaria. El sistema anterior era insostenible. Sin embargo, la transición será dolorosa, desigual y riesgosa. Lo que se promete como libertad económica podría derivar en una nueva tormenta si no se gestiona con seriedad y sensibilidad social.
Para el ciudadano de a pie, el desafío no es solo entender lo que pasa, sino sobrevivir al reacomodamiento. El Estado tendrá que acompañar con políticas sociales, laborales y comunicacionales claras. Sin eso, la apertura cambiaria será solo una apertura a la angustia.
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