27/6/2025 - economia-y-finanzas

¿Vivienda propia? La gran pregunta económica de los jóvenes argentinos

Por Uriel Manzo Diaz

¿Vivienda propia? La gran pregunta económica de los jóvenes argentinos

El sueño de un techo, la realidad del desencanto

Durante gran parte del siglo XX, la vivienda propia funcionó como una piedra angular del pacto social moderno: era la promesa tácita de que, con trabajo, ahorro y cierto tiempo, cualquier ciudadano podría acceder a un espacio propio, estable y digno. La propiedad no sólo simbolizaba seguridad patrimonial, sino también pertenencia, continuidad y progreso intergeneracional. En la Argentina contemporánea, sin embargo, este horizonte se ha erosionado hasta convertirse, para una gran parte de la población joven, en una quimera.

El presente artículo aborda la cuestión del acceso a la vivienda desde una perspectiva estructural, incorporando variables económicas, sociales y políticas, con un enfoque que utiliza el análisis local con una mirada comparada. A la luz de las transformaciones del mercado inmobiliario, la precarización del trabajo, la dolarización de los activos y la ineficacia de las políticas habitacionales vigentes, la pregunta por la vivienda propia se revela como uno de los interrogantes económicos y político-sociales más relevantes y menos abordados de nuestra coyuntura.

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Radiografía de una imposibilidad: el acceso bloqueado

Según datos del Censo 2022 y estimaciones de organizaciones como CIPPEC y TECHO, menos del 10% de los jóvenes argentinos entre 25 y 35 años accede a una vivienda propia sin herencia familiar. El resto vive de alquiler, comparte residencia con otros o permanece en el hogar familiar más allá de la adultez temprana. El problema es doble: no solo existe una brecha creciente entre ingresos y precios inmobiliarios, sino que también una absoluta desconexión entre la realidad laboral juvenil y los requisitos de financiamiento tradicionales.

Mientras los precios de las propiedades se expresan históricamente en dólares, los ingresos promedios de la juventud se mantienen en pesos, muchas veces en condiciones informales o de monotributo. Esta dualidad genera una trampa estructural: incluso quienes logran ahorrar, lo hacen en una moneda que pierde sistemáticamente valor frente a los activos inmobiliarios. En términos reales, la propiedad se aleja cada año un poco más.

El mercado como exclusión: financierización, especulación y desigualdad

El acceso bloqueado a la vivienda no puede entenderse sin analizar los mecanismos globales de financierización del suelo urbano. La transformación de la vivienda en activo financiero ha producido una paradoja alarmante: cuanto más valor se le otorga a la propiedad como bien de inversión, menos se la considera como derecho. Fondos de inversión, plataformas de alquiler temporario y grandes desarrolladoras acaparan suelo urbano en las principales ciudades del mundo, y Buenos Aires no ha sido la excepción.

Esta lógica especulativa impulsa la construcción orientada al "inversor" más que al "habitante". Se levantan departamentos con fines de alquiler, no viviendas pensadas para ser habitadas por quienes las necesitan. El resultado es una exclusión: hay viviendas vacías mientras miles no pueden pagar un alquiler, y crece el índice de viviendas ociosas en zonas de alto valor.

Políticas públicas: la omisión y la insuficiencia

En las últimas décadas, Argentina ha carecido de una política habitacional sostenida, integral y orientada a la población joven. Los créditos hipotecarios tradicionales son prácticamente inaccesibles: las exigencias de ingresos formales, las tasas elevadas y la ausencia de estabilidad macroeconómica conspiran contra cualquier posibilidad de financiamiento a largo plazo.

En paralelo, la oferta de alquileres se contrae ante la incertidumbre regulatoria, la informalidad prolifera y la calidad habitacional decrece. Las políticas orientadas a la construcción de viviendas sociales tampoco alcanzan para cubrir la demanda real, y suelen estar asociadas a lógicas clientelares o fragmentadas.

Subjetividad precarizada, futuro bloqueado

La imposibilidad de acceder a una vivienda impacta en la autonomía vital de los jóvenes, pero también en su capacidad de planificación. Se posterga la independencia, se difiere la formación de proyectos familiares y se fragmenta la idea misma de arraigo. El hábitat se convierte en una variable inestable, incierta, temporal. ¿Cómo construir un proyecto de vida sin un espacio donde habitarlo?

Además, el fenómeno reproduce y profundiza desigualdades estructurales. Quienes acceden a una herencia o ayuda familiar logran ingresar al mercado; quienes no, quedan atrapados en un ciclo de alquileres crecientes, mudanzas constantes y vulnerabilidad habitacional. La meritocracia del esfuerzo pierde sentido cuando el acceso a un bien básico depende de capitales previos y no de las capacidades propias.

Alternativas posibles: repensar el derecho a habitar

Diversas experiencias internacionales ofrecen marcos alternativos al paradigma de la propiedad individual como única forma de acceso a la vivienda. Cooperativas habitacionales en Uruguay y Dinamarca, modelos de alquiler social en Austria, o esquemas de "alquiler con opción a compra" subsidiados por el Estado en Países Bajos, muestran que otras formas de habitar son posibles si existe voluntad política y planificación urbana a largo plazo.

En Argentina, algunas experiencias cooperativas, de autogestión o de urbanismo participativo resisten desde la periferia del sistema. Sin embargo, sin un marco regulatorio robusto, financiamiento público estable y una visión de Estado que coloque la vivienda en el centro del debate, estas alternativas seguirán siendo marginales.

El derecho a imaginar un futuro

El acceso a la vivienda propia es mucho mas que una cuestión económica. Es un vector central en la construcción de ciudadanía plena, en la posibilidad de proyectar, de planificar, de echar raíces. Cuando el hábitat se convierte en un bien de lujo, el futuro se vuelve un territorio ajeno.

Es urgente restituir la vivienda al lugar que le corresponde: un derecho, no un privilegio. Y para eso se requiere mucho más que voluntad individual: se necesita una agenda pública, una planificación urbana inteligente, y una decisión colectiva de dejar de naturalizar lo inaceptable. Porque sin un lugar propio, también se pierde la posibilidad de imaginar un porvenir común.

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Uriel Manzo Diaz

Uriel Manzo Diaz

Hola! Mi nombre es Uriel Manzo Diaz,
actualmente, estoy en proceso de profundizar mis conocimientos en relaciones internacionales y ciencias políticas, y planeo comenzar mis estudios en estos campos en 2026. Soy un apasionado por la política, la educación, la cultura, los libros y los temas internacionales.



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