La formación de una burbuja especulativa sobre algún activo financiero se da cuando el precio de mercado se aleja cada vez más de su valor real, o también llamado intrínseco, es decir del valor que debería tener.
Cuando eso ocurre se está en presencia de una burbuja financiera, de mercado, económica o especulativa; todos términos aplicados al accionar de los inversores cuando inflan los precios más allá de lo razonable. Los análisis objetivos no tienen razón de ser ¿Sino cómo explicaría Ud. el hecho de que un bulbo de una flor llamada tulipán haya valido más que una casa? Eso ocurrió un largo tiempo atrás, allá por el siglo XVII, fue la primera gran burbuja conocida. Pero no la última.
La burbuja más reciente fue la del precio de las viviendas que, al estallar, produjo en EE.UU. la crisis de mercados del año 2008 y la crisis económica del 2009. Otra famosa -y muy “burbuja”- fue la de las compañías “punto.com” de empresas de internet, sucedida entre 2000 y 2002. La burbuja financiera e inmobiliaria de los años 80´s en Japón aún está presente entre muchos operadores. Entre las que verdaderamente generaron efectos terribles sobre la economía figura el crack bursátil de 1929 que hundió a la economía norteamericana en la peor depresión que se registre a la fecha, por lo profunda y extensa en el tiempo.
¿Qué es necesario para que se esté ante una burbuja financiera? Es necesario que confluyan diferentes factores. Se tienen que dar en primer lugar importantes alzas en el precio de un activo -o clase de activos- provocada por un gran entusiasmo generalizado del público inversor acerca de esos aumentos. También requiere de una gran repercusión mediática, lo cual llama a más inversores a depositar su dinero en algo que ven subir, que no saben por qué, pero que les llama poderosamente la atención como para no dejarlo escapar. A su vez, se requieren nuevos métodos de valuación que justifiquen esos altos precios, es decir que los métodos tradicionales no se apliquen sino que algunos gurúes expliquen que es sensato pagar esos precios exorbitantes, porque a ellos todavía les sigue dando que el activo estaría en precio o que subirá más aún. A todas estas características en común, agregamos la fácil disponibilidad de crédito y su bajo costo que magnifican los efectos de una crisis.
Este fenómeno es mucho más frecuente de lo que muchos piensan y se gesta en los mercados financieros y bursátiles, en buena parte debido a la especulación: comienza con una suba anormal y prolongada del precio de un activo, que tiende a explotar en algún momento del tiempo. Es el llamado crash en inglés.
Detrás de cualquier burbuja siempre está presente la teoría del “tonto mayor”: los inversores, excesivamente optimistas que se desenvuelven en un mercado (los tontos) compran activos sobrevaluados anticipando su venta a especuladores más tontos aún a un precio mucho mayor. Es decir, los nuevos compradores de un activo financiero no lo compran por los fundamentos económicos, sino que lo hacen con el fin de vender a un precio mayor en el futuro.
Como muchas veces es imposible determinar los valores intrínsecos de los bienes o de los negocios detrás de algunas compañías, o bien por lo nuevos que son o lo difíciles de valuar, las burbujas son frecuentemente identificadas expost, es decir en forma retrospectiva, cuando los precios ya cayeron.
El flujo de fondos futuro descontado a la tasa de descuento relevante, tal como debería valuarse un activo en la práctica, no es usado en ningún momento, porque sino los inversores no inyectarían más dinero en ese tipo de activos perdedores.
Cierro la nota con una frase muy conocida pero que no por ello debamos olvidar: es importante saber que hubo y siempre existirán las burbujas, pero que en algún momento estallan. La espiral de continuas subas hace que el precio del activo alcance niveles absurdamente altos hasta que la burbuja acaba por estallar, debido al inicio de la venta masiva del activo cuando hay pocos compradores dispuestos a adquirirlo que hasta puede llevarla a precios inferiores a los de su nivel de equilibrio.
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