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Un guardián cristalino de guitarras

Por Jerónimo Alonso

Un guardián cristalino de guitarras

El número 66, según la numerología, se asocia con el amor incondicional, la protección divina y la armonía en las relaciones. También se vincula con la compasión, la creatividad y la inspiración. Atributos que parecen encarnar la vida y la obra de Gustavo Cerati, un artista que convirtió la música en un puente emocional y estético entre generaciones.

A 66 años de su nacimiento, Cerati sigue marcando el pulso cultural de toda una región. Ícono del rock en español, líder y guitarrista de Soda Stereo y visionario en su etapa solista, su legado trasciende géneros y fronteras. A pesar del tiempo, su voz y sus acordes siguen tan presentes como siempre donde tenía la virtud sacaba belleza desde el caos.

Soda Stereo y el sonido que conquistó el continente.

Aburrido en la USAL mientras cursaba Publicidad, Cerati se entretenía inventando posibles nombres para una futura banda de rock. Lo hacía junto a su compañero de cursada Héctor “Zeta” Bosio, y de esos escritos surgió “estéreo” Los Estereotipos, que a la vez, era el nombre de una canción The Specials, una banda británica de ska que ellos admiraban como a The Police y The Cure, entre otras bandas legendarias. El nombre duró poco. Sentían que el “Los” era demasiado común y querían algo distinto. Volvieron entonces a “Estéreo”, pero esta vez le sumaron un “Soda” adelante. Tras la llegada de Charly Alberti, nació Soda Stereo, un nombre que sonaba fresco, moderno y, sobre todo, propio. El sueño recién gateaba.

Desde sus inicios, Soda fue una banda fresca y directa, con canciones como Te hacen falta vitaminas que jugaban con el pop y la ironía, pero también del estilo de Trátame Suavemente la cual tiene un tono suave y nostálgico, muy distinta del resto del disco Soda Stereo. En Nada personal marcaron un salto de calidad: letras más elaboradas y la inolvidable Cuando pase el temblor, que fusionaba rock con ritmos andinos o Juegos de Seducción donde la tensión y la observación se vuelven protagonistas al ritmo del new wave ochentoso. Un año después, Signos consolidó la “Sodamanía” como referentes continentales gracias a himnos como Persiana americana y Prófugos, que estuvieron en el inconsciente colectivo del argentino hasta hoy.

Ya pasada la primera mitad, llegarían los grandes hits. Con Doble Vida exploraron sonidos funk y pop, y dejaron para la posteridad Picnic en el 4°B y En la ciudad de la furia, donde Cerati abandona el pop radiante de los primeros años para sumergirse en una Buenos Aires nocturna, caótica y susceptible, donde el temor reflejado en las caras se transforma en poesía. Con una base poderosa y envolvente, el disco mezcla melancolía urbana con imágenes casi cinematográficas convirtiéndose en un manifiesto sonoro de la alienación moderna y dejando una maestría sobre cómo transformar lo cotidiano en arte, el dolor en amanecer.

Sin embargo no fue hasta 1990 con Canción animal, donde abrazó un rock más crudo y directo con todos hitazos (Entre Caníbales, Sueles dejarme solo, Té para 3 son solo algunos) en el cual se destaca De Música Ligera, la canción más emblemática de Soda Stereo y una de las más reconocidas de la música en castellano. Muchos la consideran tan icónica debido a que es la representación de Cerati en su forma más pura: un riff inolvidable, una letra enigmática y una energía que convirtió al rock en un fenómeno mundial, a tal punto que Coldplay se animó a hacer su versión cada vez que pisaron suelo argentino. Las trampas de Soda nunca se sortearon.

Más tarde, Dynamo sorprendió con un viraje experimental con En Remolinos y Primavera 0 hacia la electrónica y el shoegaze. Por primera vez, parecían componer para ellos. Guitarras etéreas, texturas densas y letras abstractas se entrelazan en un álbum que desconcertó a muchos en su momento, pero que con el tiempo se convirtió en una obra de culto al expandir los límites del rock. Y en ese riesgo, Cerati encontró una de sus expresiones más libres y visionarias.

Tras Sueño Stereo, se despidieron con “El último concierto”. Más que un show, fue un ritual colectivo: más de sesenta mil personas presenciaron un recorrido emocional por toda la discografía, con momentos cargados de nostalgia y gratitud. Al final del show, tras tocar la icónica “De música ligera”, Gustavo Cerati pronunció la frase que quedó grabada en la memoria de millones: “Gracias... totales.”, demostrando que el Cerati poético podía improvisar una frase hasta el último segundo. Volvieron a los escenarios en 2007 con la gira Me Verás Volver. Lejos de la nostalgia vacía, fue una celebración de su legado, con Cerati en pleno dominio de su voz y su guitarra, lideraba una banda que seguía sonando tan vigente como nunca. Para miles, fue la primera (y última) vez de verlos en vivo y para otros, la confirmación de que Soda nunca se había ido del todo.

El legado de Soda Stereo no se mide solo en discos vendidos o giras multitudinarias, sino en cómo redefinieron la ambición artística del rock en español. Demostraron que se podía conquistar América Latina sin imitar al rock anglosajón. Con su sensibilidad musical y su capacidad para innovar, Cerati moldeó un sonido propio que trascendió géneros, fronteras y generaciones. No solo logró éxito masivo, sino que también elevó el rock en español a un nivel artístico superior, demostrando que se podía combinar ambición comercial con autenticidad creativa. Su visión y talento siguen siendo la inspiración fundamental para muchos artistas.

Todo sirve, nada se pierde y Cerati lo transforma.

Luego de Soda Stereo, Cerati emprendió una carrera solista que reafirmó su capacidad para reinventarse y sorprender. Lejos de descansar en los laureles del éxito previo, se adentró en territorios sonoros diversos, explorando desde el pop sofisticado hasta la electrónica experimental y el rock alternativo.

Empezó con Amor Amarillo (unos años antes de Sueño Stereo) con una faceta íntima y melódica, pero fue con Bocanada cuando siguió confirmando que todo se transforma, sobre todo su madurez artística, fusionando texturas electrónicas con guitarras atmosféricas y una producción audaz que lo posicionó como un referente de la música. Canciones como “Puente”, “Raíz” o “Paseo inmoral” mostraban a un Cerati en total control de su sonido, rodeado de capas, texturas y una lírica más introspectiva.

Con Siempre es hoy, Cerati volvió a desafiar las expectativas: un disco ambicioso, electrónico, expansivo, donde el tiempo deja de ser una línea recta para convertirse en un estado mental. En sus 17 canciones, explora el amor, la identidad y la memoria con un sonido cargado de sintetizadores, beats y capas hipnóticas que lo acercan al pop electrónico sin perder la esencia del rock. El título no es casual: habla de vivir en el presente, pero también de cómo cada instante puede contener todos los tiempos. Siempre es hoy fue una declaración de principios de un artista que no miraba hacia atrás ni se detenía: solo avanzaba.

Con Ahí Vamos, regresó a un rock más directo como si estuviese avisando que al año siguiente iba a volver Soda Stereo con la gira Me Verás Volver. Con guitarras como protagonista y una energía que combinaba fuerza y sutileza. Por otro lado “La excepción”, “Lago en el cielo” y “Adiós” mostraban su capacidad para envolver sentimientos intensos en melodías irresistibles, pero su mayor éxito fue Crimen. Con una instrumentación sobria, un piano melancólico y una letra que habla de culpa, pérdida y despedidas, la canción reveló a un Cerati más maduro y vulnerable, valiéndole el Grammy Latino. Se convirtió en un clásico instantáneo de su discografía solista gracias varias frases inolvidables y demostrando que no necesitaba riffs ni explosión para conmover. El disco respiraba una confianza absoluta en su oficio, con letras que oscilaban entre lo íntimo y lo universal, recordando que Gustavo seguía con la llama del guitarrista que siempre tuvo desde sus inicios.

Tres años después llegó Fuerza Natural, su última obra de estudio y quizá la más expansiva. Con un aire folk y psicodélico, Cerati exploró paisajes sonoros que parecían narrar un viaje sin retorno. Canciones como Déjà vu, Magia y Rapto ofrecían una frescura luminosa, mientras que Cactus y Tracción a sangre llevaban su lirismo a territorios casi cinematográficos. El álbum, atravesado por una sensación de libertad y despedida, fue el cierre perfecto para una carrera marcada por la reinvención y la belleza. Un viaje en todos los sentidos —la ruta de una gira por Latinoamérica, sí, pero también el viaje introspectivo de un artista que ya no buscaba certezas, sino revelaciones. Con sonidos que flotan entre lo terrenal y lo cósmico, y letras que sugieren movimiento, transformación y renacimiento, Cerati se despidió, sin saberlo, recorriendo paisajes exteriores e interiores. Fue su viaje más libre, y quizás el más profundo.

Si hay un sueño cumplido, es este.

El legado de Gustavo Cerati no cabe en una sola época ni en un solo género o en una única generación: atraviesa el tiempo y el lugar, que empezó con la rebeldía juvenil de Soda Stereo y desembocó en la madurez luminosa de su obra solista. Desde himnos que unieron multitudes hasta piezas íntimas que se escuchan como secretos al oído y escritas desde el corazón, Cerati supo convertir cada acorde en una imagen y cada verso en una emoción suspendida. Fue guardián cristalino de guitarras y arquitecto de paisajes sonoros donde convivían la melancolía y la euforia, la precisión técnica y el misterio. Su música no solo acompañó una época: ayudó a moldear la identidad cultural de un continente. Siempre parecía dar todo, pero a la vez, parecía guardarse algo para el futuro. Aquel ACV en 2010 que lo durmió en un sueño casi eterno, nos privó de saber qué otro as tenía bajo la manga.

Hasta que un día, no dio para más. El 4 de septiembre de 2014, tras cuatro años en silencio forzado, partió dejando un eco que no se apaga ni volverá. Su voz, su poesía y su forma de entender la música siguen latiendo en cada formato y en cada uno de nosotros, recordándonos que las verdaderas obras no se despiden, solo se transforman. Y como si su voz siguiera flotando en el aire, solo nos queda decir gracias por venir y gracias... totales.

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Jerónimo Alonso

Jerónimo Alonso

Me llamo Jerónimo y tengo 21 años. Actualmente me encuentro en el tercer año de la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires. Me gusta escribir de diversos temas para poder informar al público y contar historias poco conocidas o desde otra mirada.

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