En marzo de este año, Netflix sorprendió al mundo con un thriller británico centrado en el mundo adolescente. Teniendo como actor principal a Owen Cooper, un joven de trece años que debutaba en las pantallas, esta miniserie explora factores como la baja autoestima, el acoso escolar y la presión social que rodean a los jóvenes haciendo un comentario sobre los problemas que enfrentan los adolescentes en el día a día. Todo cambia cuando Jamie Miller, el protagonista de la historia, es arrestado tras ser acusado de asesinar a una compañera del colegio.
La serie tuvo un enorme éxito en la crítica por los principales medios como The Guardian, Rolling Stone, New York Times y BBC Radio y en el público donde, hasta el día de la fecha es la segunda serie más vista en la historia de Netflix después de Merlina, con un registro de más de quinientas cuarenta millones de horas reproducidas. Su impacto fue total que puso en la mesa de discución un debate profundo sobre la crisis emocional y social que atraviesan los jóvenes en la actualidad, la violencia juvenil y uso de armas, la radicalización online, el bullying, la salud mental, entre distintos temas necesarios a poner en la agenda mediática.
Cada capítulo, un mundo
Desde la primera escena, la historia busca impactar al espectador. Los detectives hacen un allanamiento sorpresa en la casa de los Miller, quienes se encontraban durmiendo, para llevarse al pequeño de la familia al ser considerado el principal sospechoso del asesinato de Katie Leonard, una compañera de su clase. Desde el primer momento, el director Phillip Barantini nos hace estar pendientes ya que constantemente suceden hechos fundamentales y esto se refuerza con un plano secuencia, es decir, sin cortes, por lo que la cámara siempre sigue a los personajes sin cambiar de escenario.
Cada episodio está contado desde una perspectiva distinta: el caso, el colegio, la psicóloga y la familia. De esa manera, cada episodio adopta un punto de vista distinto donde, ayudado con el plano secuencia, se intensifica la inmersión y la tensión narrativa. El primer capítulo sigue al adolescente acusado desde su arresto hasta el interrogatorio final con los detectives. Si bien la cámara se suele irse con los investigadores cuando charlan entre ellos o con la familia, se centra en quién es Jamie, aquel joven que no le va mal en el colegio, tiene una familia feliz y un grupo de amigos, pero es un supuesto criminal que nadie parece ni quiere creerlo.
El segundo, muestra el desarrollo de la investigación policial dentro del colegio para recolectar testimonios, conocer la zona por la que Jamie y la víctima se desenvolvían, y lo más importante, buscar el cuchillo con el que supuestamente Katie Leonard fue asesinada. El tercero, (y el primero en ser grabado) pone el eje en la psicóloga del centro reformatorio al cual Jamie está encerrado hace siete meses. Durante varias sesiones (la serie solo muestra el último encuentro) intenta comprender al joven, sus emociones y qué sucede por su mente más allá de la explotación mediática que ha tenido el caso en cuestión.
El cuarto y último, explora el impacto emocional en la familia de la víctima. ¿Cómo viven el día a día mientras su hijo está encerrado esperando el juicio? A lo largo del día, pequeñas situaciones desatan una tensión acumulada: la camioneta vandalizada, la violencia contenida de Eddie, y una llamada decisiva de Jamie desde el reformatorio. Lejos de centrarse en el juicio o en la resolución legal del caso, el capítulo pone el foco en la devastación emocional: los padres se enfrentan a su propia responsabilidad, reconociendo que dejaron a su hijo solo en un mundo que no supieron comprender. La serie cierra de manera tan perfecta que no necesita ni debería tener una segunda temporada.
Esta estructura fragmentada obliga al espectador a armar el rompecabezas desde diferentes ángulos y cuestionar sus propias certezas. Más allá de resolver el crimen, la serie revela un entramado de silencios, omisiones y responsabilidades compartidas que rodean a la adolescencia contemporánea en un mundo que impone sus ideas sobre la masculidad, la juventud y las redes.
El mundo que nos rodea
La acusación deja a la familia de Jamie y a todos los espectadores en shock. ¿Por qué un joven de trece años mataría a una compañera de clases? ¿Cómo puede que alguien de esa edad pueda tomar esa cruenta decisión? La serie retrata con crudeza cómo el deseo de pertenecer durante la pubertad, la confusión frente al cuerpo, la frustración sexual y la búsqueda desesperada de referentes se combinan en un contexto donde los adolescentes son moldeados más por internet que por el diálogo con adultos. El joven puede sentir vergüenza por aquellos cambios y no desee hablar (o cree que no lo comprenderán) con sus padres, como también puede tener adultos que no sientan la necesidad de tener esa charla o el tacto social no sea su fuerte. Es en esa zona de vulnerabilidad, principalmente en la pubertad, donde germinan discursos como los de la machósfera e incels que ofrecen explicaciones simplistas y peligrosas frente a miedos reales. Adolescence muestra la dimensión más cruda de la pubertad: como una etapa decisiva, muchas veces desatendida, donde puede definirse el rumbo afectivo y moral de una persona.
Los incels son célibes involuntarios incapaces de tener una pareja o una vida sexual a pesar de que quieren estar en una relación y esta frustración se expulsa hacia las mujeres, las cuales las culpan de su "fracaso sexual" al tratarlas de ventajistas y solo se interesan por la plata. Con las redes sociales este se fue conectando y amplificando a tal punto de desembocar en violencia física y simbólica.
De cierta manera, Jamie es considerado un incel por sus compañeros de colegio. Cuando a Katie le difunden fotos íntimas por redes sociales, él se apena y decide invitarla a salir ya que tiene un cierto interés romántico. Ella no solo lo rechaza, sino que se ríe de su intento llamándolo incel en Instagram con el lenguaje de los emojis y Jamie recibe la burla por la mayoría de su clase. Su única respuesta fue encerrarse en su habitación y conectarse en línea donde descubre que no es el único que no puede controlar su frustración y sus emociones.
El programa no solo retrata el malestar adolescente, sino también la forma en que Internet alimenta y organiza ese malestar en torno a discursos peligrosos. Señala cómo estos chicos, muchas veces heridos o desorientados como Jamie, se refugian en comunidades virtuales donde se refuerzan ideas como el desprecio por las mujeres, la normalización de la violencia, el culto a la dominación y el rechazo a la vulnerabilidad. Todo centrado en la menósfera, el ecosistema online comparten discursos antifeministas, misóginos y ultraconservadores sobre género, sexualidad y poder.
Desde la recepción política hasta llegar a los Emmy
Su éxito masivo permitió grandes reconocimientos más allá del espectáculo. En Argentina, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires la utilizó en las escuelas públicas como material educativo para fomentar el debate y la reflexión sobre temas clave para los jóvenes, como la salud mental y el bienestar socioemocional. Lo mismo hizo Gran Bretaña donde el programa se pudo ver gratuitamente en las secundarias. Fue una medida impulsada por la diputada laborista Anneliese Midgley para ayudar a contrarrestar la misoginia y la violencia contra las mujeres y las niñas.
Sin embargo, no todo fue apoyo. Elon Musk quien en su momento fue asesor de la administración de Donald Trump acusó la serie de “propaganda anti blanca”. Esta teoría conspirativa afirmaba que la serie se basó en los apuñalamientos de Southport de 2024, cometidos por un adolescente de ascendencia ruandesa, y que el hecho de que el actor fuera blanco era una “elección intencionada para demonizar a los blancos”. No es coincidencia que el dueño de X (ex-Twitter) se manifeste en contra de estos necesarios debates puesto que estudios revelaron que el discurso de odio, especialmente el racista, homofóbico y sexista, experimentó un incremento significativo en X desde que Musk compró la antigüa red del pajarito. La red X genera preocupación entre organizaciones de derechos humanos y activistas que defienden a grupos vulnerables contra estos ataques que suelen ser del mismo grupo social: hombres blancos heterosexuales que descargan sus frustraciones detrás de un usuario generalmente anónimo.
No obstante, nada le impidió ser una de las series más nominadas en la temporada de premios. Los premios Gotham les entregó los premios de mejor serie limitada y a Stephen Graham (interpreta al padre de la familia) y a Owen Cooper, los de mejor actor principal y actor de reparto respectivamente. Cooper también ganó mejor actor de reparto en los premios Astra, premiación donde Adolescence también ganó mejor serie y su tercer episodio, mejor guión y director.
Por otro lado, la serie sigue buscando arrasar con las premiaciones y las expectativas para los Emmy, son muy altas. Junto a The Pitt y The Bear, es el sexto programa más nominado, destacándose mejor miniserie, mejor actor (Stephen Graham), mejor actor de reparto (Owen Cooper, el más joven en ser nominado en esta categoría y Ashley Walters, quien hace del detective), mejor actriz de reparto (Erin Doherty, quien interpreta a la psicóloga y Christine Tremarco, la madre), mejor guión y mejor director.
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