26/7/2023 - entretenimiento-y-bienestar

Fare una passeggiata: sentido, lentitud y gracia

Por ethel rosso

Fare una passeggiata: sentido, lentitud y gracia

Deambular sin rumbo, salir a caminar "por ahí" y "porque sí", implica mucho más que dar un simple paseo. Diseccionemos por partes, entonces, la matemática existencial de la lentitud, la incertidumbre del no-sentido y la contemplación del arte más extraña: la gracia. ¿Cómo analizar tantas cosas? Partiendo de un bello concepto italiano: fare una passeggiata.

Fare una passeggiata 

Cuenta la leyenda que en Königsberg (hoy Kaliningrado) los ciudadanos ajustaban la hora de su reloj en función de los paseos del metódico Immanuel Kant (sí, el del "imperativo categórico" y no sé cuánto), quien salía a caminar todos los días a la misma hora, siempre puntual y sin excepciones. De hecho, le tenían tanta confianza que, en caso de que sus agujas marcasen que este señor había salido más tarde, atribuían la causa a relojes atrasados. Pero viajemos ahora a otro lado. En Londres, un hombre persigue, hasta la obsesión, a un anciano decrépito entre la multitud, según el relato de Poe. ¿Por qué lo hace? Bueno, porque su caminata no tiene un sentido particular. Y un destino más. En Arlés, de noche y a la orilla del río Ródano, una pareja de amantes se pasea contemplando las luces de las estrellas y de los edificios en una pintura de Van Gogh. ¿Acaso son estos personajes los protagonistas? ¿O es la acción de pasear, más bien, el meollo del asunto en estos casos?  

Caminar por caminar y sin un destino aparente. ¿Deambular? ¿Qué tiene de importante? Bueno, hace poco me encontré con un concepto que puede darnos un puntapié para pensarlo: "Fare una passeggiata", el ritual nocturno de los italianos consistente en dar un paseo después de cenar, preferentemente en compañía de alguien más. "Passeggiata", pasear, el acto de ir más lento (y más atento, más curioso) que el que va de un lugar hacia otro. ¿Y para qué? Bueno, a esta costumbre se le atribuyen toda clase de beneficios, desde perder peso hasta dormir mejor. Y sin embargo, "fare una passeggiata" no se agota en su positivo impacto en la salud de quien la lleva a cabo, se trata de un ritual que va mucho más allá (y menos mal). Continuemos, digo, diseccionemos, a la passeggiata, esta palabra que aparte de sonar bien es más interesante de lo que parece.

Sentido

Lo primero, el sentido. Cuando investigué sobre este hábito en Google, noté que la gente lo reduce a sus consecuencias, titulándolo muchas veces como "el secreto italiano" para bajar la cena, "el as bajo la manga" para ser más saludable. ¿Y qué pasa con el durante? Porque digo, más allá de la proyección futura el presente tiene que tener algo de peso. ¿Por qué será que nos cuesta tanto disfrutar de los durantes? ¿Por qué no podemos vivirlos sin sentir la necesidad de encontrarles un sentido particular? Sí, por supuesto que dar un paseo limpia la mente y reduce el estrés, pero su sentido no es meramente ese. De hecho, para demostrarlo, vamos a hacer una mezcla de idiomas en este caso necesaria. En francés se conoce como flâneurs a las personas que caminan por ahí sin un rumbo aparente, con ninguna otra intención más que la de perder el tiempo. Si tenemos en cuenta que generalmente la gente por la calle sí está dirigiéndose a un destino particular, el flâneur es una especie de personaje camuflado entre la muchedumbre que, si bien se mezcla, de alguna manera observa desde afuera al mismo tiempo. Vendría a ser como un "ser parte de" mientras se está "aparte de"; de hecho, en medio de mi corta pero entretenida investigación sobre estos paseos basados en nada, me encontré con una excelente manera de describir a la flânerie: para Honoré de Balzac (un novelista francés) se trata de "gastronomía para los ojos". Por supuesto, podríamos decir que "observar" es un posible sentido y que, en todo caso, un simple paseo puede derivar en un análisis sociológico. Sin embargo, creo que con "gastronomía" Balzac se está refiriendo a otra cosa, sobretodo considerando que el "no tener rumbo" puede incluso ir más allá de la falta de locación geográfica, tratándose entonces de una falta de "rumbo" en el sentido de, justamente y valga la redundancia, la falta de sentido determinado-cerrado.

Lentitud

Lo segundo, la lentitud. En las películas románticas siempre hay una passeggiata nocturna y, la mayoría de las veces, pareciera que los personajes quisieran estirar el momento para disfrutarlo aún más. Incluso hay una novela de Milan Kundera que asocia la lentitud a la memoria en una especie de "matemática existencial" que afirma, en sus palabras, que "el grado de lentitud es directamente proporcional a la intensidad de la memoria; el grado de velocidad es directamente proporcional a la intensidad del olvido". En efecto y si de pasear se trata, el flânerie, el que deambula, el que lleva a cabo una passeggiata (de repente se mezclan todos los idiomas), no está preocupado por la velocidad porque no tiene un destino fijo ni un horario para arribar allí. No tiene nada y, paradójicamente, tiene todo el tiempo del mundo, al menos mientras dure su paseo (porque la noche pertenece a los amantes, decía Patti Smith). Lentitud. Tiempo para la conversación y la observación en medio de un trayecto, passeggiatas a veces más recordables que los destinos de los cuales partíamos y aquellos hacia los que nos dirigíamos.

                                     

Gracia

Lo tercero, la gracia. Dar "una passeggiata por ahí" implica no saber exactamente con lo que uno se va a encontrar y, sin embargo, sentir la necesidad de hacerlo de todas formas y porque sí. Por supuesto, si respetamos el hábito italiano de hacerlo después de la cena, probablemente el paseo se decore con estrellas y luces, y bien sabemos que las noches aportan cierta cuota de misticismo a lo que acontece. Pero la decoración no es la gracia y la gracia tiene que ser otra cosa. En mi opinión, tal vez se trate de abrir una especie de espacio o "brecha" dentro de lo que parece ya cerrado: los destinos, las calles, las velocidades en automático. Nada de lo cerrado resulta pertinente en una passeggiata, lo que importa es más bien el desarrollo, lo que se desenvuelve, la prolongación de un momento. Los resultados de la passeggiata (disminución de la ansiedad, aceleración del metabolismo, una mente despejada) son meras consecuencias, pero no el fin: la gracia, justamente, es que la passeggiata no es un medio para un fin, sino el fin en sí mismo. Esto y nada más, esto porque sí. No hay que reducir el misterio de las cosas a sus consecuencias, a nadie le importa a dónde estamos yendo exactamente en este paseo y, pese a eso, qué agradable sería hacer una cuadra más, dos cuadras más, para prolongar este momento lento y sin sentido.

¿Y esta noche? ¿Qué van a hacer después de cenar?

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ethel rosso

Psicóloga (MN 81203). Buenos Aires.
Me gusta hacer yoga, leer y pasear mucho. A veces escribo, porque soy demasiado curiosa.
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