Es una pregunta que me hago recurrentemente, generalmente en los peores momentos de la empresa, y siempre llego a la misma conclusión. Emprendo por que quiero generar un cambio.
Hace unos días escuché el comentario que “los fundadores siempre quieren cambiar el mundo” y para mi eso solamente puede ser una virtud. El impulso que se necesita para emprender es único. Ya que trabajamos sobre las necesidades tanto propias como del mercado y no hay nada más genuino que nuestra necesidad. Ese punto de dolor es lo que hace que todos los días el emprendedor elija la incertidumbre por sobre la estabilidad y la incertidumbre es incomoda. Ser emprendedor es incomodo.
Entonces, ¿por qué emprendemos?
Lo hacemos por qué dentro nuestro hay un fuego que se alimenta principalmente por las ganas de generar cambios. Por los early adopters que te motivan con el primer si y te acompañan, si es que los cuidamos, como clientes fieles de por vida.
Emprendemos para simplificarle la vida a los usuarios de nuestro producto o servicio, emprendemos para generar un progreso en la sociedad, emprendemos por que nos animamos a vivir una aventura.
Animarse es una virtud que incitó a más personas a probar y es importante creer que con la correcta determinación todo es posible.
Llámenme loca, pero es por esa razón que una y otra vez elijo emprender.
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