Este fin de semana buscaba algo diferente para ver sin saber exactamente qué, asi que me puse a ver el catálogo de Prime Video, y una imagen me detuvo en seco: el rostro de Carlos Saúl Menem, enmarcado por la bandera argentina y un título contundente: Menem. No lo dudé y le di play.
La miniserie, producida en Argentina y lanzada por Amazon Prime, me sorprendió desde el primer momento por su marco narrativo en una etapa clave de la historia Argentina. La misma no se trata solo de política sino que trasciende el relato institucional y nos mete de lleno en una especie de realismo mágico, si se quiere. En donde la política y el espectáculo se mezclan sin pedir permiso, y sin darnos cuenta es parte del folclore argentino y de la cultura pop.
Quiero destacar tres momentos que, para mí, resumen el espíritu de la serie:
1. La campaña de concientización sobre el cáncer de mama: Sí, ese acto que cada vez que un argentino pronuncia dicho apellido, se toca el pecho u otra parte del cuerpo, dependiendo si es hombre o mujer. Por lo que me pareció una idea brillante el uso del marketing como herramienta de salud pública, presentado de una manera tan inesperada como efectiva. Un ejemplo claro de cómo lo bizarro puede estar al servicio de lo útil.
2. El enfoque narrativo con tintes místicos: La miniserie no se limita solamente en documentar la llegada de Menem al poder ni a relatar su primer mandato, sino que hay algo más. Una construcción simbólica, casi esotérica, que lo presenta como figura mitológica, como si su ascenso estuviera escrito por los astros y no por las urnas, ya que que juega con lo místico, eso que todos los argentinos creemos pero no lo decimos. A esto le sumamos la religión y la familia, que juegan un papel sumamente importante en la trama, al mezclar todos estos elementos, esta tensión entre lo real y lo fantástico le da a la serie un tono único y espectacular.
3. Actuación: Y por ultimo destacar la tremenda actuación de Leonardo Sbaraglia, que sin duda es el que se lleva total y completamente todos los focos, sin desmerecer a Griselda Sicialini y a Juan Minujín, pero la actuación de Sbaraglia es simplemente perfecta, ya que me tuve que poner a ver entrevistas de Carlos Saúl para ver cómo era, y es que llega un punto que no sabés si el verdadero Menem se apodera del cuerpo del actor.
Menem no es solo una serie sobre un expresidente, es un viaje al corazón del caos argentino de los años 90, con una estética tan poderosa como polémica, y que quizás por eso mismo, no se puede dejar de ver.
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