Después de un fin de semana difícil en Bakú, Franco Colapinto encara lo que resta de la temporada con la urgencia de mostrar mejoras claras. La próxima cita del calendario, el Gran Premio de Singapur (03-05 de octubre de 2025), será una prueba dura que podría marcar la diferencia entre afianzarse en Alpine o quedar cada vez más presionado.
Colapinto ha tenido una campaña complicada: desde que reemplazó a Jack Doohan en Alpine, no ha logrado sumar puntos, mientras su compañero de equipo, Pierre Gasly, ya lo ha hecho en varias ocasiones. Parte de esa dificultad radica en la adaptación al coche de Alpine (el A525) y al motor Renault, que no ofrece la misma confianza ni respuesta que lo que él estaba acostumbrado previamente con Williams.
El circuito de Singapur representa un reto distinto. Es un trazado urbano nocturno, con muchas curvas lentas, ochos difíciles, condiciones de pista exigentes y poco margen para errores. En ese escenario, los detalles cuentan: una mala clasificación, errores al frenar, gestión de neumáticos o estrategia pueden costar mucho. Además, Alpine está lejos en la tabla de constructores y necesita rendimiento y estabilidad.
La presión es clara: no solo la de rendir carrera a carrera, sino demostrar que puede manejar las debilidades del auto, evitar choques costosos y sacar el máximo provecho posible de cada sesión. Hay también una mirada externa (interna del equipo) sobre cuánto durará la paciencia con los resultados.
Singapur será más que otra carrera: será una especie de prueba de fuego para Franco Colapinto. Si logra una buena actuación —una clasificación limpia, evitar errores, una carrera que termine con puntos— podría recuperar confianza y afianzar su posición en Alpine. Si no, las dudas se harán más grandes, tanto sobre su rendimiento como sobre su futuro en el equipo. El siguiente fin de semana no perdona: exigirá madurez, ritmo y resultados.
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