Yo soy de la generación que se crió viendo MTV, donde la programación era completamente diferente a la de hoy en día, y recuerdo un día ver a un hombre vestido de negro, discutiendo con sus hijos, donde balbuceaba y no se le entendía casi nada, pero que al terminar de ver el episodio les tomabas cariño a todos los protagonistas, en especial a Ozzy por el contraste de un ser oscuro a un afectuoso y despistado padre.
Por lo que la muerte de Ozzy Osbourne este martes, quien fue el líder de Black Sabbath y emblema del heavy metal - además de su impacto musical-, su figura dejó una huella cultural indeleble en un territorio inesperado para aquel entonces: la televisión.
Y es que en 2002, The Osbournes irrumpió en la pantalla de MTV y transformó el concepto de reality show para siempre, donde a través de sus cuatro temporadas, el programa convirtió la vida cotidiana de una familia de rockstars en un fenómeno global, marcando un antes y un después en la relación entre las celebridades y el público.
The Osbournes fue una propuesta insólita para su época, ya que en lugar de seguir a jóvenes aspirantes a la fama o mostrar conflictos ensayados, la serie abría las puertas del hogar de Ozzy, Sharon, Jack y Kelly, mostrando su día a día con un registro tan caótico como genuino. La diferencia entre la leyenda viviente del rock —una estrella de rock salvaje, diabólica y oscura— y su rol como padre de familia, generó una fascinación instantánea, así que lo que comenzó como una rareza televisiva se convirtió en un hito que cambió las reglas del juego del entretenimiento para siempre.
El impacto cultural del programa fue inmediato, puesto que la audiencia encontró en los Osbourne una familia excéntrica, pero sorprendentemente querible. Ya sea por las discusiones absurdas, los perros que hacían pis por toda la casa, peleas entre hermanos -propias de la adolescencia- y el amor incondicional de Sharon, fueron parte de un retrato familiar tan auténtico como inusual. Al mismo tiempo, el show desmitificó la figura del “Príncipe de las Tinieblas”, mostrando a Ozzy como un hombre vulnerable, confundido por la tecnología y cansado del ruido, pero también amoroso y entrañable.

En términos televisivos, The Osbournes pavimentó el camino para toda una generación de reality shows centrados en celebridades: desde"The Simple Life", pasando por"The Anna Nicole Show", hasta "Keeping Up with the Kardashians". El formato dejó de enfocarse solo en competencias o romances y se volvió una ventana a la intimidad de los famosos y de paso borró parte de la distancia entre ídolos y espectadores, alimentando una nueva forma de consumo cultural más voyeurista y cercana.
Sin embargo, el éxito tuvo su costo ya que Ozzy confesó años más tarde que gran parte del programa lo filmó bajo los efectos de los medicamentos y que recordaba muy poco de aquellos años. Por otra parte, la exposición constante también afectó a sus hijos, Jack y Kelly, quienes enfrentaron adicciones y presiones mediáticas, aunque a pesar de ello, la familia logró mantener una imagen de unidad que se convirtió en su sello, incluso fuera de cámara.
Con la noticia de la muerte de Ozzy, The Osbournes se resignifica como documento cultural, no solo porque mostró otra faceta de una leyenda del rock, sino porque capturó el espíritu de una época en la que la televisión empezaba a mutar, fue una mezcla improbable entre el ruido del metal y la rutina doméstica, una mirada sin filtros que, aunque muchas veces bordeaba el absurdo, dejó una marca profunda en la cultura pop.

Con su partida, Ozzy no solo deja un legado musical inmenso, sino también una revolución silenciosa en el modo en que las audiencias se relacionan con sus ídolos. The Osbournes fue, en muchos sentidos, el reality que nos enseñó que detrás de cada estrella, por más oscura o ruidosa que sea su leyenda, también hay una familia que se pelea por el control remoto.
En la plataforma de youtube, se pueden encontrar las cuatro temporadas de la serie, aunque no están subtituladas en español.
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