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Descubrimiento sin precedentes en Iguazú: El hallazgo de un pueblo precolombino que reescribe la historia

Por Micael Peralta

Descubrimiento sin precedentes en Iguazú: El hallazgo de un pueblo precolombino que reescribe la historia

Foto de las Cataratas del Iguazú

Un equipo de investigadores del CONICET ha realizado un descubrimiento arqueológico trascendental en las cercanías del Parque Nacional Iguazú, provincia de Misiones, Argentina. Este hallazgo, reportado inicialmente en septiembre de 2025, no solo confirma la existencia de una cultura precolombina, sino que ha arrojado una cronología que podría extender la ocupación humana en la selva misionera hasta hace 6.000 a 7.000 años, reescribiendo la historia regional.

El descubrimiento, liderado por el arqueólogo y antropólogo Eduardo Apolinaire, revela que la selva paranaense fue el hogar de sociedades organizadas y complejas mucho antes de lo que se pensaba, mucho antes de la llegada de los colonizadores europeos en 1492. El análisis de los restos recuperados indica dos períodos de ocupación humana de incalculable valor:

Los hallazgos más sorprendentes son los restos de carbón vegetal que, tras ser sometidos a la prueba de Carbono-14, datan de hace 6.000 años. Estos vestigios son la evidencia más antigua de presencia humana en la Mesopotamia argentina, sugiriendo que, una civilización prehistórica, probablemente de cazadores-recolectores, habitó la zona adaptándose de manera temprana al ecosistema subtropical. La presencia de carbón tan antiguo confirma que estos grupos ya dominaban el fuego, un factor clave para la supervivencia y adaptación. Los investigadores, basándose en la ubicación de los restos, sugieren que estas antiguas poblaciones utilizaban los ríos y arroyos de la selva misionera como rutas de movilidad y conexión cruciales con otros grupos del continente.

Una capa de tiempo más reciente, pero aún milenaria y precolombina, reveló vestigios de una cultura con técnicas más avanzadas. Se recuperaron puntas de flecha, cuchillos, y hachas pulidas, indicando una especialización en la caza y la fabricación de herramientas. También se encontraron vestigios de pueblos guaraníes de hace unos 2.000 años. Estos grupos ya eran agricultores, alfareros y vivían en aldeas estables cerca de los cursos de agua, desafiando la noción de que la región sólo albergó grupos nómadas.


Este descubrimiento no solo llena un vacío en el registro arqueológico, sino que también tiene el potencial de cambiar los paradigmas sobre el poblamiento del Cono Sur, desmiente la visión tradicional que veía a la densa selva paranaense como una barrera insuperable para el desarrollo de sociedades organizadas. El hallazgo demuestra que estos grupos poseían la organización social y el conocimiento técnico necesario para explotar y prosperar en el ambiente selvático, dejando a Iguazú como un potencial centro cultural y espiritual milenario de Sudamérica.

El sitio se configura como un punto de continuidad cultural, conectando a las primeras comunidades de hace 6.000 años con las poblaciones indígenas históricas como los Guaraníes, aunque el análisis futuro debe determinar si la cultura inicial fue absorbida, desapareció o evolucionó. La antigüedad del hallazgo reabre el debate sobre las rutas migratorias sudamericanas. La posición de Iguazú podría ser clave para entender la dispersión de las primeras oleadas migratorias en el continente, sugiriendo posibles conexiones o influencias con grupos andinos o amazónicos.

El equipo de arqueólogos, en colaboración con el CONICET y la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), ha iniciado una fase de excavación intensiva con un enfoque en la conservación del sitio y la colaboración interdisciplinaria. Las pruebas de Carbono-14 son esenciales para establecer una cronología robusta y confirmar la datación de 6.000 años.

Un aspecto fundamental en este tipo de investigaciones es el trabajo conjunto con las comunidades guaraníes locales, buscando entrelazar el conocimiento científico con la tradición oral y el saber ancestral del territorio. Se contempla la posibilidad de establecer un centro de interpretación para proteger el sitio de la fragilidad de la selva y el vandalismo, permitiendo al mismo tiempo que este tesoro arqueológico sea accesible al público, redefiniendo la percepción de las Cataratas del Iguazú de ser solo una maravilla natural, a un enclave histórico y cultural único en América del Sur.

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Micael Peralta

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