Jesús Daniel Romero, ex Subdirector de Inteligencia Naval del Comando Sur de Estados Unidos, para FinGurú
El USS Gerald R. Ford (CVN-78), la joya tecnológica de la Armada de los Estados Unidos, navega hoy por el Caribe como parte de una estrategia deliberada de disuasión hemisférica. Su presencia no responde a un simple ejercicio militar, sino a un contexto regional donde Venezuela se ha convertido en el eje del conflicto geopolítico más relevante del continente americano.
Desde que el Departamento del Tesoro designó al Cartel de los Soles como Organización Terrorista Global Especialmente Designada (SDGT) (U.S. Department of the Treasury, 2025), el Caribe ha dejado de ser un corredor comercial para transformarse en teatro operacional de seguridad multidominio. La reorientación del Gerald R. Ford desde el Mediterráneo hacia esta región confirma que Washington ha redefinido sus prioridades estratégicas: la frontera marítima de Estados Unidos comienza ahora en el arco insular del Caribe.
Este despliegue no es simbólico. Es una respuesta calculada ante la convergencia de tres amenazas: el narcoterrorismo del Cartel de los Soles, la penetración geopolítica de actores extrahemisféricos (Rusia, Irán y China), y la inestabilidad política provocada por regímenes autoritarios aliados en la región. En este tablero, Venezuela no solo exporta drogas y corrupción: exporta desestabilización.
El USS Gerald R. Ford no es solo un portaviones: es un ecosistema de guerra aeronaval. Con más de 4 500 tripulantes, operaciones aéreas las 24 horas y más de 220 despegues y aterrizajes diarios, encarna el concepto de planificación deliberada y sincronización multidominio (Department of Defense, 2020; 2019). A bordo, cuatro cocinas principales alimentan a la tripulación cuatro veces al día, y cada ciclo de vuelo convierte el océano en una pista de combate viva, recordando escenas de Top Gun, pero con la prec...
El salto tecnológico es visible en su sistema de lanzamiento electromagnético (EMALS), que reemplaza las catapultas de vapor tradicionales. Este avance reduce el desgaste mecánico, mejora la eficiencia energética y permite lanzar aeronaves más ligeras o no tripuladas, elevando la capacidad operativa del grupo aéreo embarcado (U.S. Navy, 2023).
El Ford opera integrado bajo la Fuerza de Tarea Conjunta, junto a destructores, buques anfibios y aeronaves de apoyo ISR. Este entramado de guerra combinada —coordinado desde centros de mando unificado— materializa la doctrina de Letalidad Distribuida (Distributed Lethality) (Rowden, Gumataotao & Fanta, 2015), donde cada plataforma, tripulada o no, contribuye al poder de fuego colectivo y a la negación estratégica.
Mientras el USS Gerald R. Ford cruza las aguas del Caribe, las implicaciones geopolíticas son evidentes. Su presencia simboliza no solo la proyección del poder estadounidense, sino la advertencia de que el espacio marítimo del hemisferio occidental vuelve a ser un escenario estratégico activo. En un contexto donde el Cartel de los Soles fue designado como Organización Terrorista Global Especialmente Designada (SDGT) por la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro (U.S. Depart...
Los esfuerzos regionales contra el narcotráfico encuentran una justificación más amplia: proteger las costas de Estados Unidos ante una amenaza asimétrica que combina crimen transnacional y terrorismo. La UNODC estima que, para 2024, Colombia mantenía 250 000 hectáreas de cultivos de coca, consolidando su papel como principal productor mundial (UNODC, 2024). La interdicción marítima deja de ser solo una acción táctica para convertirse en una operación estratégica de defensa hemisférica.
El portaviones Gerald R. Ford no solo representa una herramienta de guerra: es un mensaje. Su cubierta, sus catapultas y sus aeronaves encarnan la voluntad de Estados Unidos de mantener el equilibrio en el hemisferio occidental bajo la lógica de fuerza, control y presencia. La doctrina conjunta que lo respalda —planificada bajo los marcos de JP 3-30 y JP 5-0— marca el regreso de la guerra deliberada como instrumento de estabilidad regional.
Conclusión
El despliegue del USS Gerald R. Ford en el Caribe marca el renacimiento de la disuasión estratégica marítima en el hemisferio occidental. En una era de amenazas híbridas, donde el crimen organizado, el terrorismo y la guerra de información convergen, el poder naval estadounidense redefine su rol: no solo como instrumento de guerra, sino como arquitectura de estabilidad regional.
La Letalidad Distribuida aplicada desde el mar simboliza la nueva mentalidad de Washington: dispersar fuerza, integrar dominios y proyectar precisión donde la soberanía democrática lo exige. Cada despegue desde su cubierta es más que un ejercicio táctico; es una declaración de presencia ante redes criminales, regímenes autoritarios y actores estatales que amenazan la seguridad colectiva.
El Gerald R. Ford es, en esencia, la frontera flotante de la libertad. Su presencia en el Caribe recuerda que el equilibrio regional depende no solo de tratados o discursos, sino de la capacidad real de actuar, prevenir y disuadir. Mientras el hemisferio enfrenta una amenaza asimétrica que se disfraza de política, comercio o diplomacia, la Armada de los Estados Unidos reafirma su principio fundacional: la paz se garantiza mediante la fuerza preparada.
Jesús Romero se jubiló tras más de 37 años de servicio en el gobierno de Estados Unidos. Se alistó en la Armada en 1984, recibió su grado de oficial de la Universidad Estatal de Norfolk y fue designado Oficial de Inteligencia Naval. También prestó servicio en el Ejército como Especialista en Operaciones de Inteligencia. Ascendió rápidamente en el escalafón militar y tuvo una distinguida carrera tanto en el servicio civil como en la diplomacia. Se convirtió en oficial a través del Programa de Comisionamiento de Suboficiales de la Armada, graduándose con honores de la Universidad Estatal de Norfolk con una Licenciatura en Ciencias Políticas. Posteriormente, se graduó del curso de Indoctrinación Previa al Vuelo de la Aviación Naval del Comando de Escuelas de Aviación Naval y completó su entrenamiento intermedio en los escuadrones VT-10 y VT-86. Sirvió a bordo de un crucero de misiles nucleares, buques de operaciones anfibias y escuadrones de estado mayor, un escuadrón de bombardeo de ala fija y un ala aérea embarcada. Fue desplegado en Libia, Bosnia, Irak y Somalia. Realizó misiones en la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) en Panamá, el Centro Conjunto de Inteligencia del Pacífico en Hawái y el Comando Conjunto de Contabilidad de Prisioneros de Guerra/Desaparecidos en Combate. Jesús lideró los esfuerzos operativos del gobierno estadounidense para dar con el paradero del personal estadounidense desaparecido, con acceso a Birmania, Camboya, China, Laos, Corea del Norte y Vietnam para realizar operaciones de investigación y recuperación.

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