Hace días que la discusión política gira en torno a la idea de un “impuesto al efectivo”, pero sinceramente creo que esto es lo menos relevante. El mensajero de esta iniciativa es Emanuel Álvarez Agis —ex viceministro de Kicillof— y se planta como un peronista que admite fallas propias, crítica al kirchnerismo sin eufemismos y baja propuestas concretas en cadena nacional de polémicas. Ese combo descoloca a una oposición que venía cómoda en el “anti Milei” y reabre una pregunta incómoda: ¿quién conduce el peronismo cuando alguien del palo pone números, costos y prioridades arriba de la mesa?
La anécdota es el impuesto; la noticia es el emisor
Agis encendió la mecha con una frase sacada de contexto que suena provocadora: “Hay que cobrar un impuesto al efectivo”. El clip fue alimento para un X incansable donde hasta el mismo Presidente Javier Milei se sumó. Pero en la entrevista completa insiste en que la pieza central de su propuesta es eliminar el impuesto al cheque, bajar la carga a pymes y compensar ese bache con un desincentivo al uso de cash para forzar la formalización.
Ese es el punto: no vino a agitar la bandera, vino a mostrar el pliego. Y cuando alguien del peronismo trae pliego, la vara sube para todos los demás.
El “peronista no alineado” que rompe el espejo
El segundo elemento es político y pega puertas adentro. Agis afirma en una entrevista reciente desde la pantalla de LN+ que “hace tiempo no me siento identificado con el rol del kirchnerismo” y cuestiona que las críticas de Cristina a Milei “no dan en el clavo”. No estamos hablando de alguien neutral, es un ex funcionario del ciclo K.
Su distancia no es moral ni estética: es técnica. Señala que la oposición peronista careció de una oferta superadora y, peor, coqueteó con recetas que disparan corridas (“impuesto a la fuga” o “no pagarle al FMI”).
Ese reconocimiento desarma el refugio retórico del último peronismo: denunciar el ajuste sin reconocer la herencia de un Banco Central “vacío” o el desgaste de haber gobernado la mayor parte de los últimos 20 años. Agis no compra la épica; compra el balance.
El kirchnerismo vs el mundo entero
El kirchnerismo hizo campaña confiando ciegamente en que Javier Milei y las acusaciones por potenciales actos de corrupción serían suficiente. Por eso no hablaron sus candidatos, no hicieron propuestas, no pudieron proponer algo más al famoso "frenar a Milei".
No solo no hicieron propuestas sino que lo más grave es: no pudieron decir que estaba bien de la gestión Libertaria. Esto lejos de ser algo fuera de toda lógica de estrategia política, para una sociedad que lleva décadas sufriendo de la inflación, cortes callejeros sin control y una lucha contra el narcotráfico inexistente, el kirchnerismo al no decir que está a favor de todo lo que se valora como positivo, genera dudas: ¿si vuelven esto retrocede?.
Por eso el kirchnerismo se posicionó en contra no solo del electorado antiperonista, sino también ante los propios que tienen serias dudas sobre qué aprendizajes reales dejó la experiencia Fernández-Fernández. Si es que dejó algo por la positiva.
El desafío de cara al 2027: reformular la identidad, no el hashtag
La incomodidad para el peronismo/kirchnerimo es obvia: romper con una zona de confort donde nunca fue necesario algo más allá de las clásicas consignas del movimiento. Agis es un problema para el peronismo porque rompe la monotonía al dejar en evidencia que se puede criticar lo propio, valorar lo ajeno cuando funciona y, sobre todo, ofrecer un diseño.
Eso obliga a salir del anti y volver al para qué. La paradoja es que el peronismo necesita problemas así: contrincantes internos que eleven la conversación y devuelvan espesor programático.
Mientras el clip del “impuesto al efectivo” sigue sumando retuits, la noticia que poco a poco notaremos es una interna feroz en la oposición a Javier Milei: quienes seguirán discutiendo desde los slogans y quienes buscarán copar la agenda mediática con propuestas disruptivas.

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