Este domingo 14 de diciembre se celebró la segunda vuelta electoral en la República de Chile. Tal y como pronosticaban las encuestas, el candidato conservador Antonio Kast se hizo con la Presidencia. Reformas estructurales, la relación del país vecino con la Argentina y los debates sobre la memoria histórica de la dictadura pinochetista son algunos temas a analizar durante el mandato presidencial de Kast.
A las 18 hora de Chile los primeros resultados arrojaron una tendencia irremontable a favor de José Antonio Kast, el candidato de derecha que ya para ese momento se acercaba a los 60 puntos.
Kast, heredero de una familia chilena de origen alemán, se vio envuelto en gran cantidad de controversias por su pasado familiar. Resulta que su padre, Michael Kast, fue simpatizante y miembro del Partido nazi en su juventud. Involucrado en política partidaria hace muchos años, el caso de Kast parece posicionarse como uno de los pocos políticos fuera de Alemania que lograron involucrarse en política a pesar del pasado nazi de sus antepasados.
Ubicado a la derecha de la democracia cristiana tradicional chilena, admirador de Pinochet y cercano a referentes libertarios como Axel Kaiser, el de Kast se perfila como un gobierno conservador, de orientación neoliberal en el ámbito económico; similar al de Javier Milei en Argentina.
Después de algunas tensiones con Gabriel Boric, esta nueva era parece inaugurar un nuevo ciclo de relaciones amistosas con el país vecino. A cuarenta años de la concreción del Tratado de Paz y Amistad con la República de Chile, esta nueva etapa promete varios acercamientos en el plano de las relaciones bilaterales.
No obstante, también es cierto que el triunfo de Kast sobre la candidata comunista Jeannette Jara arroja alarmas sobre la situación en la que se encuentran las democracias liberales en el presente.
En un contexto de retroceso democrático, la asunción de un candidato abiertamente pinochetista resulta problemático para una democracia tan joven como Chile. Además, si tenemos en cuenta que, a diferencia de la Argentina, Chile no juzgó al dictador Pinochet.
En los últimos años, un sentimiento negacionista comenzó a emerger en el país vecino. En 2023, cuando se cumplieron 50 años del golpe de Estado y el inicio de la dictadura, muchos legisladores de derecha decidieron no participar de los actos conmemorativos.
En definitiva, Chile se prepara para un giro conservador en el gobierno, muy en sintonía con el comportamiento pendular que caracteriza a
su electorado.
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