19/6/2024 - politica-y-sociedad

Descubrimiento de Petróleo en la Antártida: ¿Un nuevo conflicto geopolítico en puerta?

Por Celina

Descubrimiento de Petróleo en la Antártida: ¿Un nuevo conflicto geopolítico en puerta?

La Antártida es el continente más austral de la Tierra, se destaca por sus condiciones climáticas severas que lo convierten en el lugar más frío, seco y ventoso del planeta, con el 99% de su superficie cubierta de hielo. Este entorno hostil y gélido explica por qué fue la última región de la Tierra en ser descubierta, hace apenas 200 años.

Su descubrimiento continúa siendo un tema de debate. La historia oficial documenta la primera llegada a las costas antárticas a principios del siglo XIX y reconoce a Edward Bransfield (capitán de la Marina Real Británica), Nathaniel Palmer (capitán estadounidense) y Fabian Gottlieb von Bellingshausen (marino del Imperio Ruso) como co-descubridores del continente. Sin embargo, es plausible que los primeros en pisar tierra antártica, sin dejar constancia de ello, fueran marineros de diversas flotas que, en la búsqueda del lucrativo aceite de ballenas y focas, operaban al margen del reconocimiento cartográfico oficial, incluso solían guardar con recelo sus descubrimientos, motivados por una estricta lógica económica de conservar las ganancias oligopólicas de la explotación marítima.

La Antártida se convirtió en el último bastión en la competencia por el control de nuevos territorios y recursos durante la expansión imperialista. Esta carrera hacia el Polo Sur entre las principales potencias, transformó el continente blanco de un objetivo meramente comercial para cazadores de focas y ballenas, en un interés primordial para la ciencia y la exploración geográfica. Así, desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX, se desarrolló la denominada "Edad Heroica de la Exploración Antártica", caracterizada por un esfuerzo internacional dirigido al avance científico y geográfico del continente.

No obstante, aunque el conocimiento obtenido de la exploración Antártica haya resultado en un bien público, la evolución de las políticas polares ha estado marcada por el interés geopolítico de los Estados occidentales por establecer presencia y fortalecer sus posiciones estratégicas en el continente. Durante la primera mitad del siglo XX, los intereses territoriales de siete países europeos y latinoamericanos (Argentina, Australia, Chile, Francia, Noruega, Nueva Zelanda y Reino Unido) en la Antártida generaron tensiones internacionales que solo se disiparon gracias a la intervención de Estados Unidos. Esta intervención, en conjunto con Sudáfrica, Bélgica, Japón y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), condujo a la firma del Tratado Antártico el 1° de diciembre de 1959.

El Tratado Antártico estableció un equilibrio de poder entre los doce Estados con reclamos en el continente antártico y sentó las bases para una gobernanza cooperativa y pacífica, marcando un hito en la colaboración internacional. Actualmente, se encuentran 38 países entre los firmantes y su objeto es limitar las actividades militares en el continente a fin de promover la investigación científica y la paz, así como fomentar la conservación de los ecosistemas y la protección del medio ambiente antártico. En este sentido, el Tratado prohíbe la realización de ejercicios militares y nucleares, así como el establecimiento de bases con fines bélicos, proclamando la libertad de investigación científica y reconociendo la existencia previa de reclamos territoriales por parte de algunos Estados signatarios.

Su perdurabilidad y evolución mediante instrumentos adicionales, como el Protocolo de Madrid de 1991, que prohíbe la explotación minera comercial por un período de 50 años, han sido factores determinantes para la gobernanza efectiva del territorio. Sin embargo, un hallazgo reciente podría intensificar nuevamente las disputas por el control de la Antártida y poner en riesgo la continuidad de este régimen de cooperación internacional.

Conforme a lo informado por el periódico británico The Telegraph, el pasado 11 de mayo la empresa rusa, RosGeo, descubrió en la Antártida un yacimiento petrolífero. Se trataría del mayor reservorio de petróleo del mundo, con reservas estimadas en 511 mil millones de barriles. Su tamaño sería equivalente al doble de las reservas de Arabia Saudita y 30 veces a Vaca Muerta.

El reciente descubrimiento ha encendido la alarma nuevamente sobre una posible disputa geopolítica por el control y la soberanía de la región, lo que tiene crucial importancia para Argentina, ya que el hallazgo se habría producido dentro del territorio antártico con presencia de bases argentinas, que abarcan desde el Polo Sur hasta la Península Antártica y el Mar de Weddell. Las expectativas sobre el inicio de exploraciones militares y comerciales en la región han aumentado significativamente, teniendo en cuenta la presencia de Vladimir Putin al mando de Rusia, lo que ha generado una mayor inquietud en el ámbito internacional.

En resumen, el actual contexto geopolítico en la Antártida se enmarca en una dinámica compleja que podría interpretarse a través de la teoría de juegos. Los países con intereses en la región participan en un juego donde la cooperación es fundamental, y posiblemente obtendrían mayores beneficios si lograran consenso dentro del marco del Tratado Antártico. Sin embargo, el reciente descubrimiento del yacimiento petrolífero ha introducido incentivos que podrían desafiar esta cooperación. En particular, Rusia, al haber realizado el hallazgo, podría estar tentada a buscar beneficios individuales en lugar de mantener la colaboración establecida por el Tratado. Esta situación plantea un desafío para el régimen de gobernanza internacional en la Antártida, poniendo en riesgo la estabilidad y la continuidad de la cooperación en el continente.

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