EL ASESINATO DE FERNANDO BÁEZ SOSA
¿Un crimen clasista y racista de fondo?
“Chicos bien”, “gente de poder”, “rugbiers”, “caducó”, “me lo llevo como trofeo”, “flasheamos y matamos a alguien”, “pacto de silencio”. Todos estos son conceptos que se han escrito a lo largo de los últimos días de este nuevo año que ha comenzado recordando el tercer aniversario por la muerte de aquel joven muchacho a la salida de un boliche tras una disputa (supuestamente) fruto de un choque en un pogo, el cual tiene varia versiones sobre su inicio (un golpe entre todos los miembros, una bebida derramada, un empujón, etc) y ninguna oficialmente esclarecida.
Es sabido que la posición-status socioeconómico de la familia de la victima no es de clase alta, sino que podría ser considerado de clase media baja o directamente baja; por otro lado, el deporte del Rugby se ha asociado siempre directamente a familias “pudientes” o “de bien”. A tal punto que el abogado defensor, el Dr. Fernando Burlando, se ofreció voluntariamente de forma gratuita para llevar adelante el caso (lo cual puede ser visto como un buen gesto o como auto publicidad). Mientras que los acusados y sus familias proceden de entornos socioeconómicos un tanto más elevados (y eso ya se ha mencionado en otras fuentes igualmente); por otro lado uno de los abogados de las familias de los acusados, el Dr. Hugo Tomei, constantemente apuntó a las maniobras mediáticas, al mal RCP realizado, y ahora se suma otro factor: la carta de algunos médicos forenses que dicen no saber cómo murió realmente.
De cualquier manera ninguno de los acusados pidió perdón y los padres de estos tampoco, sino que se lamentan estar viviendo esta situación y no por la muerte de un inocente muchacho en el cual ya se ha comprobado que de distintas maneras sus hijos estuvieron involucrados, incluso alegando que al menos “sus hijos están vivos y están con ellos”. De hecho, uno de los tweets del padre de uno de los acusados (de Matias Benicelli específicamente) muestra que este llevaba a su hijo de cacería y festejaba la muerte de animales (en dicha foto se puede ver el festejo con las palabras “hoy mató a su primer ciervo”) como si ello fuese meritorio (a pesar de la legalidad de la cacería, desde esa instancia ya parecía que se estaba enseñando a sentirse superior y dueño de la vida de otros seres vivos), lo cual dio pie a que se vaya conllevando a un armado de la psicología de los acusados y de sus familias. ¿Fernando Baez Sosa, en tal caso, era un animal que había que llevárselo muerto como trofeo al igual que aquel ciervo?
Ha habido muchos crímenes similares a la salida de los boliches desgraciadamente, es decir, protagonizado por rugbiers (y en todos se da la misma justificación: “son así”, “son de clase alta”, “se creen superiores”, “hay que entender la cabeza de ellos”), pero sin embargo este crimen ha tenido un impacto mayor que otros casos porque comenzaron a verse estos detalles de las vidas de los acusados que los denotan como personas violentas procedentes de entornos que les enseñaban a ser lo que son ahora (lo cual ha dado pie a que se recuerde y se indague más en detalles de los otros delitos previamente cometidos por otros jugadores del mismo deporte).
Teniendo en cuenta todo lo anterior debemos preguntarnos lo siguiente: ¿los padres de los atacantes hacen gozo de su condición y status socioeconómico para poder tener la mejor ventaja y tajada en el juicio? ¿Ha habido sobornos a la Justicia que interviene en este caso? ¿Los atacantes se sentían superiores por alguna razón como para matar a alguien como Fernando? ¿Fue por su color piel o porque lo veían “buenito” o “pobrecito” en ese momento? ¿Tanta bronca se generó por un pogo mal hecho? ¿Realmente el rugby es un deporte propenso a generar este tipo de comportamientos? Invito a la reflexión para saber si de fondo hubo un sentimiento o emoción del tipo racista o clasista de sentirse superior a la víctima por parte de los atacantes, y de comprender mejor el por qué actuaron en manada para atacar y encima matar a alguien que nada malo había hecho en ese momento. Para la próxima nota, también referida al mismo tema, se hablará sobre la supuesta cultura que avala este tipo de comportamiento “rugbier” que, de alguna manera, se ha naturalizado.
Para razonar mejor lo que digo recomiendo ver las películas PIPA en Netflix, y también EL CLAN: una buena combinación para entender en qué medida influye el deporte y las clases sociales al momento de sentirse superior sobre el resto.
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