Fuente: CELAG
Cristina vuelve al centro: la prisión que reordena al peronismo
Tras el anuncio del Supremo Tribunal que rechazó el recurso extraordinario solicitado por la expresidenta Cristina Kirchner, se han escrito ríos de tinta para analizar a los ganadores y perdedores de este nuevo escenario.
Sin embargo, lo que está claro es que Cristina Kirchner volvió a ocupar una centralidad que hoy parece indiscutida. Tras meses de tensiones con el gobernador Axel Kicillof, que incluyeron la disputa por la presidencia del PJ hasta la definición del calendario electoral, hoy resulta cuanto menos fantasioso pretender disputarle a la viuda de Kirchner la mística del foco.
Ella maneja con astucia ese centro, a punto tal que dos días tras el anuncio, los conductores de los canales de televisión rabiaban al verla bailar en el balcón de su domicilio de Constitución. Así, todos aquellos que en algún momento asomaron la cabeza con la intención de disciplinar a la expresidenta, hoy deambulan por los pasillos de su departamento buscando volver a formar parte de su círculo íntimo. Ivan Shagrodsky mencionó en Cenital como Axel Kicillof no fue recibido por nadie en su intento por acercarse a Cristina Kirchner en su primera noche con la militancia.
“Los varones del peronismo vamos a cuidarla”, afirmó Guillermo Moreno, en un gesto que busca cerrar filas en torno a la figura de Cristina Kirchner. Refiriéndose a la interna del peronismo, donde suele criticar a un sector del progresismo asociado con el kirchnerismo, agregó con crudeza: “Cristina tiene una opinión excluyente: aceptás o te vas”.
Incluso referentes de la izquierda política, desde Myriam Bregman a Nicolás del Caño, se acercaron al domicilio de la ex presidenta en solidaridad.
Sin embargo, el claro ganador de este fallo no es el gobierno de Javier Milei, ni Cristina Kirchner. Es Mauricio Macri.
El regreso del Ingeniero: entre el fracaso del PRO y la revancha silenciosa
El Ingeniero viene de una derrota arrasadora en la Ciudad de Buenos Aires, donde, volviendo a aplicar la misma receta de 2023, intentó posicionarse como el referente de una derecha “racional” frente a la radicalización del gobierno. Con un discurso previsible, tecnocrático y carente de épica, apostó por repetir el libreto que fracasó apenas un año atrás: mostrarse como el adulto responsable. Al mismo tiempo, el expresidente repitió el viejo guión de enfrentar a Larreta, su eterno delfín díscolo, con una candidata mujer, cuidadosamente construida para combinar fidelidad y renovación.
El resultado fue, como todos pudimos observar, un nuevo fracaso del PRO, tan estrepitoso como el de 2023, con un papel lamentable en su propio distrito. El partido que supo gobernar la ciudad durante 16 años con una estética de eficiencia y alegría, hoy aparece desdibujado, triste, con candidaturas recicladas y sin brújula.
En ese vacío, el presidente Milei se mueve sin restricciones. Aprovechó la debacle de su ex mecenas para avanzar, sin pena ni gloria, en la absorción del electorado de la derecha “racional”. Con una narrativa disruptiva, una estética de guerra permanente y un capital simbólico en ascenso, Milei entendió que, en este nuevo tablero, la moderación no enamora y la institucionalidad no moviliza. Los votantes del orden prefieren, al parecer, un caos con convicción antes que una gestión gris sin relato.
Sin embargo, como no se cansa de repetir el periodista Iván Schargrodsky, el Ingeniero sabe ser vengativo cuando hace falta. No olvida, no perdona y (sobre todo) nunca se retira del todo. El macrismo podrá estar de capa caída, pero su fundador conserva un activo poderoso: una red de vínculos judiciales y operadores que podrían activarse con fuerza si las circunstancias lo ameritan. En política argentina, nada muere del todo. Menos un expresidente con sed de revancha.

Fuente: Infobae
La prisión de Cristina Kirchner generó exactamente lo que el gobierno pretendía evitar: el regreso de la expresidenta al centro de la escena política. La imagen que circuló rápidamente: Grabois, Massa, Moreno y Máximo Kirchner juntos en un mismo acto de apoyo resume la magnitud del problema. En lugar de disolver al peronismo en su laberinto interno, la medida judicial lo reordenó simbólicamente en torno a su figura más gravitante, despertando una mística adormecida y forzando a actores que hasta hace poco se disputaban entre sí.
En términos comunicacionales, el gobierno también pierde una pieza clave de su relato. Sin Cristina en la oferta electoral, se desvanece la posibilidad de confrontar directamente con ella a través del ya manido eslogan de “kirchnerismo o libertad”. La narrativa binaria que tan buenos resultados le dio en campaña entra en crisis cuando incluso sectores no kirchneristas e incluso algunos críticos, se pliegan a su defensa en nombre del Estado de derecho o del equilibrio institucional. El kirchnerismo que funcionaba como fantasma ahora corre el riesgo de reaparecer.
Todo este escenario obliga al gobierno a un replanteo profundo de su estrategia política. La tentativa de cerrar el ciclo kirchnerista a través de los tribunales no sólo no logró su objetivo, sino que puede estar sembrando las condiciones para una rearticulación impensada del frente opositor. Cristina, presa, vuelve a ordenar.
Finalmente, Macri pone a Milei en la peor situación posible: enfrentar al peronismo unido en su bastión histórico. Lo que podría haber sido una victoria cómoda contra un movimiento fragmentado, se convierte en una batalla cuesta arriba que lo obliga a jugar en cancha ajena y sin el enemigo preferido a mano.
El fracaso, en ese contexto, no solo sería del gobierno: Macri se encargará de que también funcione como señal de alerta. Una forma de demostrar que sin su conducción, la derecha se desordena, se desgasta y pierde. Y, de paso, posicionarse como mentor necesario, como adulto disponible frente a una experiencia libertaria que puede empezar a mostrar fatiga.
Así, mientras Milei se la juega en el potrero, el Ingeniero espera. Con la calculadora en la mano y la revancha en la mira.
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