Históricamente, la franja de Gaza ha sido uno de los lugares más conflictivos y caóticos de Medio Oriente y del mundo en general. Sin embargo, momentos puntuales lo ponen en el centro del foco, y los acontecimientos que se vienen desarrollando desde el 7 de octubre de 2023 lo hacen ser el epicentro de las miradas constantemente. Durante los últimos meses, y principalmente desde el impulso motivacional derivado del ataque al plan nuclear Iraní en conjunto con Estados Unidos, Israel está recrudeciendo su accionar tanto desde lo discursivo como su obrar en la región.
¿Nueva ocupación?
En las últimas horas, se han dado claras señales desde los altos mandos israelíes de que la ocupación militar de Gaza es una opción que está siendo considerada. Este accionar implicaría un giro radical desde el retiro unilateral de sus tropas hace ya 20 años. Este escenario se presenta como respuesta al estancamiento de las operaciones militares contra Hamas, que a pesar de un año de ofensiva israelí, ha logrado mantener la capacidad operativa y la retención de decenas de rehenes, cautivos desde los hechos del 7 de octubre.
El ala más dura del gobierno israelí sostiene que una ocupación efectiva de Gaza permitiría desmantelar totalmente a Hamas, garantizando una presencia militar estable y un relativo orden en la región. Sin embargo, alrededor de 600 ex funcionarios de seguridad israelíes se han mostrado totalmente en contra de la ocupación de Gaza, a través de una carta, donde han criticado la gestión de Benjamin Netanyahu y han exigido el cese inmediato de la ofensiva israelí.
Además, sostienen que la ofensiva en Gaza no solamente ha dañado la imagen del país internacionalmente, sino que sostienen que ha dañado la cohesión interna de Israel. Manifiestan que la guerra dejó de ser una cuestión relacionada con la seguridad nacional y pasó a ser un instrumento político que responde a intereses del gobierno, erosionando la legitimidad del mismo. Todo esto genera un desgaste en la relación civil-militar y en la confianza en la dirigencia.
Situación humanitaria crítica
Mientras tanto, la situación humanitaria de la franja de Gaza empeora cada segundo. En las últimas semanas han fallecido cientos de civiles mientras que aproximadamente 2000 camiones de ayuda humanitaria se encuentran varados por falta de garantía de seguridad. Distintas organizaciones internacionales, como la Cruz Roja, hablan de hambruna, colapso sanitario y desplazamientos masivos.
Mientras que las negociaciones se encuentran estancadas, algunos sectores comienzan a hablar de un “genocidio palestino”, ya que sostienen que la situación está ocasionada por el accionar israelí, quien evitaría que la población local pueda acceder a la ayuda humanitaria. Esta postura toma más fuerza aún debido a declaraciones desafortunadas de funcionarios israelíes, como Bezasel Smortrich, ministro de finanzas israelí, quien declaró en reiteradas ocasiones que dejar morir a los palestinos en Gaza podría ser “justificado y moral”.
Nuevos reconocimientos
Uno de los argumentos que siempre se utilizan a la hora de hablar del conflicto palestino-israelí es la falta de legitimidad con la que cuenta el estado palestino por el no reconocimiento de potencias occidentales. Sin embargo, en las últimas semanas 3 miembros del G7 han anunciado que reconocerán al estado palestino. Estos países son Canadá, Francia y el Reino Unido.
Estos nuevos reconocimientos generan una nueva situación, ya que son estados que históricamente han sido aliados del estado israelí, y su adhesión a la política de los dos estados genera un escenario en el cual otros países miembro del G7 o la Unión Europea puedan seguir sus pasos.
¿Punto de no retorno?
Sin dudas, la aceleración de la narrativa de una posible ocupación israelí de la Franja de Gaza 20 años después de su retiro ocasiona un nuevo estado de alerta tanto para los estados involucrados como para sus aliados estratégicos, como los Estados Unidos en el caso de Israel. Hay que esperar cuál será la postura desde Washington ante esta postura, ya que implicaría una escalada en la tensión no deseada por la administración Trump.
La idea de una reocupación no es algo nuevo, pero representaría un retroceso de una potencial resolución del conflicto, dejando casi definitivamente inviable la política de los dos estados. Estamos claramente ante un momento en el cual una decisión puede ser bisagra en la historia del conflicto, y de la región en general.
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