El candidato presidencial republicano y expresidente de EE. UU., Donald Trump, estrecha la mano de la candidata presidencial demócrata y vicepresidenta de EE. UU., Kamala Harris, durante un debate presidencial organizado por ABC en Filadelfia.
El escenario estaba listo. El National Constitution Center de Filadelfia se convirtió en la arena de un duelo , cuando faltan tan solo 56 días para las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Kamala Harris, la inesperada contendiente demócrata, se enfrentó a Donald Trump en un debate que prometía mucho más de lo que ofreció. Si bien no movió el péndulo electoral, ofreció suficiente material para llenar titulares y alimentar a los críticos/analistas por días.
Con Joe Biden fuera de la contienda, todo recaía sobre los hombros de Harris, quien de manera casi teatral, caminó hasta el atril de su rival, le estrechó la mano con una sonrisa y se presentó: “Soy Kamala Harris”. Ahí comenzó todo. Y lo que siguió fue un espectáculo donde Trump, en su estilo más clásico, intentó jugar con su repertorio de acusaciones, mientras Harris lo destrozaba con una serie de ataques calculados que lo dejaron sin aire.

Un grupo de personas observa el debate presidencial entre el candidato presidencial republicano y ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y la candidata presidencial demócrata y vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, en una fiesta organizada por el New York Young Republican Club, en Nueva York, Estados Unidos, el 10 de septiembre de 2024. © Reuters / Adam Gray
El combate verbal o... ¿gestual?
Uno de los momentos más sorprendentes fue el duelo gestual. Harris, con una sonrisa que a veces rozaba lo sarcástico, no solo le hablaba a la audiencia, sino que aprovechaba cada palabra de Trump para transformarla en una oportunidad. Mientras tanto, el exmandatario se aferraba a su ya gastado repertorio de críticas a la economía y su clásico: "Harris es marxista". ¡Sorpresa! Marxista, hija de un marxista... Una afirmación digna de un guion de película. Si esto fuera cine, hasta el superhéroe se sentiría avergonzado de tan poco argumento.
Harris, sin siquiera pestañear, se limitó a sonreír. Esa sonrisa fue su arma secreta. Cada vez que Trump se lanzaba a la ofensiva, ella contraatacaba con una mirada que decía: “¿Es esto lo mejor que tenes?”. Para alguien que se presenta como el rey del show, Trump parecía más bien un aprendiz que se tropezaba con sus propios trucos

La candidata presidencial demócrata, la vicepresidenta de EE.UU. Kamala Harris reacciona durante un debate presidencial con el candidato presidencial republicano, el ex presidente de EE.UU. Donald Trump, presentado por ABC en Filadelfia, Pensilvania, EE.UU., 10 de septiembre de 2024. © Reuters / Brian Snyder
Economía, inflación y… ¿mascotas?
Uno pensaría que en un debate presidencial las ideas y propuestas estarían al frente. Pero no. Si bien ambos candidatos abordaron temas como la economía, ninguno logró salir con algo tangible. Harris prometió planes para las familias de clase media, viviendas más accesibles y hasta un “plan platita” al estilo americano. Pero su propuesta, aunque efectista, dejó a muchos preguntándose si realmente tenía algo concreto en mente o si simplemente había leído su guion con demasiada convicción.
Trump, por su parte, se lanzó al ataque con el tema de la inflación, con la ya conocida línea de que es “la peor en la historia de la nación”. Pero como siempre, decidió añadir su toque personal al mencionar una teoría sobre inmigrantes que, según él, “se están comiendo los perros y los gatos” en Ohio. Tal vez alguien debería recordarle que esto no es un reality show y que tales afirmaciones, por muy coloridas que sean, no ganan votos. Aunque tal vez sí lo entretengan.

El candidato presidencial republicano, el expresidente estadounidense Donald Trump, pronuncia su discurso de clausura durante un debate presidencial organizado por ABC con la candidata presidencial demócrata, la vicepresidenta estadounidense Kamala Harris, en Filadelfia, Pensilvania, Estados Unidos, el 10 de septiembre de 2024. © Reuters / Brian Snyder
El golpe final
Si algo quedó claro es que Harris fue a este debate con una estrategia muy clara: sacar a Trump de quicio. Y lo logró. No solo se adueñó del escenario, sino que lo hizo de tal manera que dejó a Trump sin sus ya habituales sorpresas. Se convirtió en un blanco fácil, atrapado en las mismas redes que Harris tejió pacientemente desde el principio. Fue como ver a un boxeador cansado que no sabía cómo responder a los jabs constantes de su oponente.
Las trampas fueron evidentes: Trump no pudo defenderse en temas que sabían que le harían daño. El aborto, sus problemas judiciales y su poco decoroso historial con líderes autoritarios. Y Harris, en cada una de estas oportunidades, se aseguró de que Trump se hundiera más en su propio barro. En lugar de contragolpear, Trump decidió que lo mejor era repetir sus cansados ataques a la "izquierda radical" y elogiar a Viktor Orbán. Sí, porque claro, nada dice “líder del mundo libre” como apoyarse en autócratas.

Un migrante, que busca llegar a Estados Unidos y pedir asilo, observa en la pantalla de un teléfono móvil el debate presidencial entre el candidato presidencial republicano, el expresidente de Estados Unidos Donald Trump, y la candidata presidencial demócrata, la vicepresidenta de Estados Unidos Kamala Harris, dentro del albergue El Buen Samaritano en Ciudad Juárez, México, 10 de septiembre de 2024. © Reuters / Jose Luis Gonzalez
¿Ganó Harris? Bueno, ganó el show
Al final, la gran pregunta es: ¿Quién ganó el debate? Si lo que buscamos es un espectáculo entretenido, Harris se llevó la noche. Si hablamos de propuestas concretas y planes para el futuro, ambos candidatos dejaron bastante que desear. Pero en términos de pantalla partida y golpes mediáticos, Harris salió claramente por delante.
Ahora, la gran cuestión es si este golpe mediático será suficiente para cambiar la balanza electoral. Después de todo, como bien lo recordamos gracias a Hillary Clinton, dominar un debate no garantiza la presidencia. Pero Harris, por lo menos, puede dormir tranquila sabiendo que dejó a Trump con la mirada baja y la frustración a flor de piel.
Comentarios