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Israel, 77 años: un grito de vida en un mundo que insiste en negarlo

Por Poder & Dinero

Israel, 77 años: un grito de vida en un mundo que insiste en negarlo

Natalio Steiner, Fundador y Director del diario ¨ Comunidades Plus ¨ desde Israel para Poder & Dinero y FinGurú

Setenta y siete años después de su nacimiento, Israel sigue siendo mucho más que un país. Es un acto de justicia histórica. Es la respuesta contundente de un pueblo que fue perseguido durante siglos, expulsado de reinos, demonizado en púlpitos, deportado en trenes. Israel es el grito de un pueblo que se negó a morir. Es la venganza de la vida sobre la muerte.

 No nos confundamos: el estado judío no nació en paz, no se gestó en calma, no fue tolerado con gusto. Nació en guerra. Nació asediado. Nació con medio mundo en contra. Y aun así, contra todo pronóstico, floreció. Contra cinco ejércitos árabes en 1948. Contra el bloqueo diplomático. Contra la escasez, el odio, el exilio. Floreció. Y hoy, 77 años después, sigue ahí: firme, fuerte, imperfecto y absolutamente imprescindible y, hasta hace poco, amenazado en 7 frentes diferentes, entre ellos la sombra de un ataque nuclear y un terrorismo cínico y despiadado.

Israel no es simplemente una nación. Es una línea en la arena que el pueblo judío dibujó con sangre y esperanza para decir: hasta acá. Es el fin del ghetto y el comienzo de la soberanía. Es la primera vez, en más de dos mil años, que los judíos no tienen que pedir permiso para existir. Que no tienen que confiar en la misericordia de reyes, emperadores o presidentes. Israel es la garantía de que, si el mundo se da vuelta una vez más, habrá un lugar que no se da vuelta jamás.

Y sin embargo, incluso hoy, hay quienes lo niegan. Hay quienes lo reducen a “colonialismo”, a “proyecto político”, a “error histórico”. Como si los muertos de las persecuciones y la Shoa no hablaran. Como si los campos de exterminio no gritaran. Como si los judíos expulsados de los países árabes no contaran. Como si la conexión milenaria con Jerusalén, Hebrón, Tiberíades o Safed pudiera ser borrada por la ignorancia o la mala fe.

La lucha por Israel sigue. En los titulares, en las aulas, en las redes. Porque el antisemitismo no murió: se maquilló. Cambió la cruz gamada por banderas de causas nobles. Habla de derechos humanos mientras niega el derecho a existir del único Estado judío del planeta. Lo señala, lo demoniza, lo aísla. Como si fuera Israel, y no Irán, el problema. Como si fueran los soldados israelíes, y no los terroristas de Hamas, los que siembran el odio.

Israel no necesita ser perfecto para merecer existir. Basta con mirar alrededor. ¿Qué otra democracia del Medio Oriente permite elecciones libres, libertad de prensa, derechos LGBT, igualdad ante la ley? ¿Dónde más conviven árabes, drusos, judíos seculares y religiosos, todos votando en las mismas urnas? ¿Dónde más se debate con tanta pasión, se protesta con tanta fuerza, se ama tanto a la tierra, aun cuando duele?

Y sí, Israel duele. Porque está siempre en tensión. Porque vivir ahí es vivir con sirenas, con fronteras calientes, con vecinos que no reconocen tu derecho a respirar. Porque criar hijos sabiendo que pueden ir a la guerra no es natural. Pero es necesario. Porque sin Israel, hoy no habría un “hogar judío”. Habría otra vez exilio, otra vez súplicas, otra vez dependencia.

Por eso, en este aniversario 77, no alcanza con celebrar. Hay que defender. Con palabras, con ideas, con hechos. Hay que decirlo sin miedo: Israel es un milagro político, moral y humano. Y el que no lo ve, es porque no quiere ver. Porque prefiere el mito cómodo del “colonizador europeo” al testimonio real de los judíos etíopes, yemenitas, marroquíes, soviéticos, argentinos, franceses, que encontraron allí no un privilegio, sino una casa.

Israel no es la solución perfecta, pero es la única posible. Es el ancla y la vela del pueblo judío. Su refugio y su desafío. Su pasado que no olvida, y su futuro que no se resigna. Persisten y se agudizan diferencias internas por el carácter del estado, por la política de gobierno en la guerra, por los secuestrados que no vuelven, y tantos temas más. Pero lo vamos a superar. No hay otra alternativa.

Mientras ondee la bandera azul y blanca en Jerusalén, mientras se escuche el hebreo en las calles de Haifa, mientras un joven judío pueda pararse en Tel Aviv y saber que está en casa, el proyecto de Israel sigue vivo. Y con él, vive también la esperanza de que el pueblo judío nunca más tendrá que mendigar su lugar en el mundo.

Israel cumple 77 años. Y no es un cumpleaños más. Es una victoria. Una declaración. Una promesa cumplida. Y una advertencia para quienes todavía sueñan con borrarlo del mapa: no pudieron, no pueden, no podrán

Natalio Steiner es un destacado ensayisa, conferencista, escritor y editor del diario ¨ Comunidades Plus ¨. Fue docente de la Escuela ORT durante 39 años, hasta que decidió radicarse en Israel, donde vive actualmente.

Es columnista habitual de Radio JAI, la radio de la comunidad judía de América Latina.

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