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Juan Grabois y Franco Macri: dos caminos distintos hacia la misma derrota cultural

Por Julian Galeano

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En la política argentina muchos políticos están alineados ante los mismos ideales y proyectos de país. También podemos encontrar como existen líderes que comparten desafíos similares desde el liderazgo a la hora de generar sucesión o traslado de poder que se visualiza en el peronismo, el PRO y el radicalismo por igual. Entre los referentes que comparten desafíos parecidos hay dos que representan la actualidad y otro el pasado: Juan Grabois y Franco Macri. 

Hay una idea peligrosa que se repite desde hace décadas en política: “Si hago las cosas bien, la gente se va a dar cuenta sola.” Pero esto es una idea falsa y además suicida. La realidad es mucho más cruda: si no comunicas, alguien comunica por vos. Si no ocupás el espacio público, otro lo hace. Si no disputás el sentido de tu mensaje, los votantes comprán el sentido del adversario.

Y este dilema es el que atrapó a dos figuras del mundo político y empresarial en Argentina sin que estén conscientes de esto: Franco Macri y Juan Grabois. Ambos personajes, sin proponérselo, están describiendo exactamente lo mismo: la renuncia a la batalla comunicacional como fuente de derrota política y cultural. Los dos son el reflejo del vacío que deja quien no disputa el espacio público y de cómo ese vacío se transforma en derrota simbólica.

La política que no comunica está condenada a la irrelevancia.

A lo largo de esta semana escuchamos a dos voces tan dispares como lo son Juan Grabois y Mauricio Macri poner sobre la mesa esta idea: el vacío comunicacional es una derrota cultural, y la derrota cultural siempre termina convertida en derrota política.

El ex presidente Mauricio Macri habló en una entrevista de su padre Franco, y reveló una herida vieja que nunca terminó de cerrar. Comentó que su papá “le dejó la cancha entera al kirchnerismo” cuando estalló el conflicto por el Correo. Seguidamente comentó: “Lograron demonizarlo. Lograron que la gente crea que él tuvo un beneficio cuando perdió gran parte de su patrimonio.”

Y remató con una frase que define una época: “Era la historia del revés.” Me pregunto si alguna consultora de marketing político tendrá este tipo de frases en sus paredes retratadas. La “historia del revés” aparece cuando uno deja vacío el espacio público. Cuando se decide no explicar, no discutir, no defender. Cuando se espera que “la verdad” prevalezca por sí sola. Macri describe con una clara resignación lo que ocurre cuando se renuncia a comunicar: otro escribe tu historia, la instala, la repite y finalmente la convierte en verdad para millones.

Volviendo al presente y al mundo político Juan Grabois tiene su propia frustración. Una que, sin quererlo, dialoga directamente con lo que expresó Macri. Recientemente en una entrevista para El Destape comentó: “voy a un programa y nadie tiene muchas ganas de quedarse una hora discutiendo propuestas, no se clipéa bien eso, porque eso no te da views… eso no es cool”. En esa frase conviven dos derrotas: la derrota de lo profundo frente al clip, y la derrota de un sector político que se acostumbró a que la conversación pública la definan otros.

Cuando Grabois lamenta que no hay espacio para discutir proyectos de país, en realidad está diciendo algo más doloroso: no cuenta con la capacidad de imponer la agenda. Si la conversación pública expulsó la profundidad, es porque alguien ocupó ese vacío con simpleza, espectáculo, narrativa y constancia. No se trata de algoritmos; se trata de hegemonía.

El ex presidente relata que su padre fue demonizado por callar, Grabois habla de su incapacidad por discutir ideas y no encontrar la manera de ser escuchado y tomado en cuenta. La coincidencia es brutal: el silencio o hablar y no ser escuchado, en política es igual. 

Ambos describen un fenómeno que Antonio Gramsci teorizó hace 100 años: quien controla la narrativa controla la realidad. Y quien renuncia a comunicar, renuncia a la hegemonía. La hegemonía no es otra cosa que la capacidad de que tu interpretación del mundo se vuelva la interpretación dominante. No basta con tener razón. Hay que instalarla. Hay que sostenerla. Hay que explicarla. Hay que batallar todos los días.

A esta altura, no se trata sólo de explicar medidas o defender gestiones. Es algo más profundo: la política que no comunica entrega su biografía, su identidad y su futuro.
Político que no entiende la relevancia de la batalla cultural, queda atrapado en la interpretación y armado de su imagen por parte de un tercero. 

La política multicanal

Un país ya no se discute desde el Congreso. Se discute en la conversación pública que hoy involucra desde: la calle, los medios tradicionales, TikTok, sets de televisión, Instagram, en las mesas políticas, libros, radios, podcast, etc.

Quien no entienda eso está condenado a la irrelevancia, y tarde o temprano va a descubrir —como le pasó a Franco Macri y como admite Grabois— que la política no perdona el silencio o una acción no planificada debidamente. Porque al final, siempre es igual: la agenda la ocupa alguien. La pregunta es si la vas a ocupar vos o la va a ocupar tu adversario.

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Julian Galeano

Julian Galeano

Soy un comunicador especializado en estrategias digitales y producción de contenido político. En mi adolescencia me formé en el mundo de la radio y me recibí de Locutor en el I.S.E.R., donde profundicé en narración, oratoria y construcción de mensajes. Trabajé como asesor de dirigentes y equipos en campañas electorales, comunicación estratégica y posicionamiento digital. Actualmente, dirijo Praset, empresa dedicada a la comunicación digital, y coordino editorialmente PoliticAnalizada.

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