Jesús Daniel Romero y William Acosta para Poder & Dinero y FinGurú
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William Acosta, NYPD, (Ret)
Jesus Daniel Romero, USN, (Ret)
El análisis de la licencia de Chevron para operar en Venezuela bajo la administración de Donald Trump revela una serie de complejidades estratégicas e implicaciones geopolíticas significativas. Se desglosan a continuación los puntos más relevantes.
Intereses económicos versus principios morales. La decisión de renovar la licencia de Chevron, a pesar de las acusaciones criminales contra Nicolás Maduro y su círculo cercano, plantea un dilema moral para Estados Unidos. Este movimiento puede interpretarse como un compromiso con los intereses económicos, priorizando el acceso a los recursos energéticos de Venezuela sobre la presión por un cambio de régimen.
Desafío a la política exterior tradicional. La administración del presidente Donald Trump parece adoptar un enfoque pragmático, buscando resultados inmediatos como la liberación de prisioneros estadounidenses. Su estrategia demuestra que su prioridad se encuentra en los intereses norteamericanos. Esto contrasta con la postura más ideológica de condenar el régimen del presidente Maduro, evidenciando una posible flexibilidad en la política exterior que podría confundir a aliados y adversarios. Durante una rueda de prensa mientras el presidente Trump firmaba decisiones ejecutivas, comentó que los Estados Unidos no necesita del petróleo venezolano. Este comentario del presidente Trump contrasta profundamente con la automática renovación de la licencia 41 este pasado fin de semana.
Rivalidad geopolítica. La presión de Chevron para mantener la licencia refleja preocupaciones sobre la creciente influencia de China y Rusia en Venezuela. La ausencia de empresas estadounidenses podría haber facilitado la expansión de estos actores, lo que representa un desafío estratégico para Estados Unidos en su intento por contener la influencia de potencias rivales en América Latina.
Impacto en la producción de petróleo. Chevron, operando en asociación con Pdvsa, contribuye de manera significativa a la producción petrolera de Venezuela. La continuidad de estas operaciones permite al régimen de Maduro obtener ingresos vitales, perpetuando su permanencia en el poder. La revocación de la licencia podría tener repercusiones económicas severas tanto para Venezuela como para el mercado energético global.
Retórica política. La crítica de Trump hacia Biden por las compras de petróleo venezolano subraya la hipocresía en la política energética estadounidense. Mientras que Trump busca mantener la relación con Chevron, también intenta capitalizar políticamente la percepción de que Biden está alimentando a un régimen que él mismo descalifica.
Exploración de nuevas relaciones. La disposición de Maduro a un "nuevo inicio" en las relaciones con EE. UU. y la creación de una "Agenda Cero" sugieren que ambos lados están abiertos a la negociación. Esto podría facilitar un camino hacia una cooperación más amplia, aunque se enfrenta a la desconfianza histórica y las tensiones acumuladas.
La reciente decisión de la administración de Donald Trump de permitir que Chevron continúe operando en Venezuela, mientras se establece un sorprendente acuerdo con Nicolás Maduro para recibir a miembros del grupo criminal "Tren de Aragua", refleja una serie de dinámicas complejas en la política estadounidense hacia el régimen venezolano.
Acuerdo sorprendente. Maduro ha aceptado recibir a los miembros del "Tren de Aragua" que serán deportados desde Estados Unidos, e incluso se compromete a cubrir los gastos de repatriación. Esto es notable, ya que Trump había amenazado anteriormente con enviar a estos delincuentes a prisiones de alta seguridad. Esta acción plantea dudas sobre la capacidad de Maduro para controlar la criminalidad en Venezuela, dado que muchos de estos grupos operan desde las cárceles.
Concesiones a Maduro. La renovación de la licencia de Chevron es vista como una concesión a Maduro, quien busca mantener la presencia de la empresa en el país, a pesar de las sanciones impuestas. Esto sugiere un enfoque pragmático por parte de Trump, priorizando los intereses económicos sobre la presión política por el cambio de régimen.
Negociaciones controversiales. La aparente disposición de Trump para negociar con Maduro sorprende, especialmente considerando sus críticas pasadas hacia el régimen. Esto genera preocupación entre quienes abogan por una postura más dura y firme frente al gobierno de Maduro, lo que podría llevar a divisiones dentro del partido republicano.
La reciente renovación automática de la Licencia #41 del Tesoro, permitiendo a Chevron continuar operando en Venezuela, ha generado confusión. Esta licencia se renueva automáticamente cada seis meses, un aspecto que ya se había heredado de la administración del presidente Biden. El régimen venezolano es una organización criminal transnacional sancionada por el gobierno de Estados Unidos, como lo destacó el Secretario de Estado Marco Rubio durante su audiencia de confirmación.
Nicolás Maduro es considerado el jefe del Cartel de los Soles y del Tren de Aragua. Además, hay una recompensa activa de 25 millones de dólares por información que conduzca a su captura, lo que resalta la gravedad de su situación.
La pregunta que surge es por qué la administración Trump está recompensando a una organización criminal. Renovar automáticamente la Licencia No. 41 para el régimen de Maduro es, en esencia, una licencia para continuar sus actividades criminales, las cuales están dirigidas directamente hacia Estados Unidos.
En resumen, la administración Trump parece estar buscando un equilibrio entre los intereses económicos y las presiones políticas en su relación con Venezuela. Las decisiones recientes, aunque pueden facilitar ciertos objetivos estratégicos, también plantean riesgos de descontento entre aliados y críticos de la política exterior estadounidense hacia el régimen de Maduro.
Esta dinámica destaca la complejidad de las relaciones internacionales, donde los intereses económicos pueden a menudo eclipsar las consideraciones éticas y políticas, reflejando un enfoque pragmático que prioriza los intereses estratégicos de Estados Unidos.
La conclusión es que, aunque las decisiones de la administración Trump pueden estar motivadas por la búsqueda de resultados inmediatos y la estabilidad económica, es fundamental que se considere el impacto a largo plazo en la lucha contra el crimen transnacional y el apoyo a la democracia en Venezuela. La continua legitimación de un régimen acusado de graves violaciones de derechos humanos y actividades criminales no solo socava la credibilidad de la política exterior estadounidense, sino que también podría perpetuar un ciclo de violencia y corrupción que afecta a toda la región. Es esencial que cualquier estrategia hacia Venezuela sea integral y contemple no solo los intereses económicos, sino también el respeto por los derechos humanos y la búsqueda de una solución política sostenible.
La industria petrolera estadounidense ha mantenido una posición de que, en el caso de un vacío en la industria petrolera integrada en Venezuela, sería una invitación abierta para que los enemigos de Estados Unidos, como China, Irán y Rusia, desplazarían intereses norteamericanos y sus objetivos de seguridad nacional. A pesar de que esta “amenaza” es proyectada por la industria petrolera para influir en las políticas de gobierno, la realidad es que estos países rivales a los intereses norteamericanos no se encuentran en posición para competir con la influencia norteamericana y la táctica del palo y la zanahoria del presidente Donald Trump. Una salida del régimen venezolano serviría para el crecimiento y el desarrollo no solo de Venezuela, sino también para la región.
Créditos:
Artículos de The New York Times, The Washington Post, Reuters, BBC News, El País, The Guardian, Bloomberg, CNN, y National Public Radio (NPR).
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