Es trascendental tomar conciencia de las dificultades a las que se enfrenta la población menstruante solo por el simple hecho de menstruar. Esta problemática se hace más profunda en los sectores de más bajos recursos y en aquellas personas que se encuentran en situación de calle o vulnerabilidad.
La menstruación es uno de los factores que aumentan la desigualdad entre las niñas, adolescentes, mujeres, y los hombres.
La brecha de desigualdad
Solo por mencionar un indicador, los productos de gestión menstrual e higiene femenino tienen costos a los que muchas veces se hace imposible acceder, generando una importante brecha económica. Según una encuesta que realizó para Argentina en 2021 la marca Always (P&G), esta problemática aumentó durante la pandemia y el 27% de las encuestadas afirmó que les fue más difícil acceder a estos productos. En 2022, el costo anual de menstruar usando toallitas femeninas es de $ 7.373 y usando tampones $ 7.745 (según el informe de Ecofeminita).
El problema empieza el día uno: durante su período, muchas niñas y/o adolescentes se ausentan a la escuela, e incluso la abandonan. Con las consecuencias negativas que esto genera, en Argentina, 1 de cada 5 chicas en edad escolar, no asisten a clases. El resto de los países de América Latina tampoco logran gestionar la menstruación por lo que el 43% de las mujeres prefieren no asistir a la escuela en esos días. Esto se debe no solo a la escasez de insumos sino también a la precariedad o falta de instalaciones necesarias en las escuelas, agua limpia y corriente para lavarse las manos, y baños con privacidad, entre otras múltiples razones.
En este contexto, se genera una desigualdad en la educación: si las mujeres tuvieran las mismas oportunidades de recibir una educación completa y libre de ausentismos, es más probable que en el futuro estén más capacitadas para tomar decisiones en sus hogares, que no sufran violencia y que gocen de un mayor bienestar psicológico y físico.
La menstruación continúa siendo un tabú
Pese a ser un tema ancestral, paradójicamente, la menstruación continúa siendo un tabú y, llegando al Siglo XXII no hay información precisa y pragmática. A pesar de ser un estado normal para todas las personas que tienen útero, muchas se sienten avergonzadas al no saber cómo reaccionar cuando tienen su primera menstruación. Peor aún, el solo mencionarlo genera una vergüenza que lleva a recurrir a códigos o sinónimos, y hasta la utilización de frases con nombres de varones: “vino Andrés”.
No contamos con una adecuada educación menstrual desde temprana edad y a eso le sumamos que los hombres tampoco saben cómo comportarse al respecto. ¿Acaso hablamos alguna vez con nuestros padres sobre nuestro período? La combinación no ayuda.
Frente a nuestra primera menstruación, cuántas veces hemos escuchado decir; “felicitaciones, te convertiste en mujer”. Las niñas que menstrúan no son mujeres, siguen siendo niñas. Por ejemplo, en algunos lugares, según una publicación del año 2019 de la UNFPA (Fondo de Población de las Naciones Unidas), entienden la menstruación como una señal de que las niñas están en condiciones para el matrimonio, el comienzo de su vida sexual e incluso una temprana maternidad: ¿todas queremos ser madres?
Estas situaciones promueven la violencia sexual, el tráfico de mujeres y el matrimonio infantil. "Mi padre me dijo que me iban a casar", refirió al UNFPA una niña keniana de 13 años al describir el comienzo de la pubertad. Cuando le llegó el período, relató, "me sentí avergonzada de ser niña, y parecía un castigo".
Como si esto fuera poco, la invisibilización y la falta de medios para entender correctamente este proceso tiene graves consecuencias desde la presencia de infecciones, embarazos no deseados, problemas de salud hasta la infertilidad.
Con el objetivo de generar más conciencia a las personas sobre estos y otros desafíos, la plataforma global de Hygiene Day desde 2014, reúne sectores privados, medios de comunicación, organizaciones sin fines de lucro, sectores del gobierno, entre otros actores para promover la buena salud y la higiene menstrual.
Como otro ejemplo positivo, para hacer frente a la problemática de pobreza menstrual en Argentina, Always entregó más de 1 millón de toallitas a lo largo de 347 escuelas para que más de 10.000 chicas continúen con su vida cotidiana. Esta clase de iniciativas ayudan, pero no alcanzan. Se necesita del diseño de políticas públicas a largo plazo y la articulación de todos los actores públicos y privados para que, en conjunto, tomen acción frente a la problemática a la que nos enfrentamos.
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