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Milei juega fuerte: retenciones cero para frenar la corrida cambiaria

Por Mirko Ferraiolo

Milei juega fuerte: retenciones cero para frenar la  corrida cambiaria

El anuncio tomó por sorpresa a todo el país: retenciones cero para granos y subproductos agropecuarios, vigente hasta el 31 de octubre o hasta alcanzar los 7.000 millones de dólares en ventas declaradas. La decisión llegó en medio de un clima económico tenso, con el dólar mayorista en el límite de la banda cambiaria y un Banco Central que debió sacrificar más de 1.000 millones de dólares en solo tres jornadas para contener la escalada.

La medida tiene un objetivo claro: oxigenar las reservas, acelerar la liquidación del agro y enviar un mensaje de fortaleza en un momento crítico. Con un trasfondo político marcado por la derrota electoral de La Libertad Avanza en las provincias y la desconfianza creciente de los mercados, el Gobierno necesitaba una señal rápida y contundente.

Reacción del campo y los mercados

El campo fue el primer beneficiado. Entidades como la Sociedad Rural Argentina celebraron la eliminación de las retenciones como un gesto histórico, aunque remarcaron que la temporalidad resta previsibilidad y que, más que una reforma de fondo, se trata de un alivio transitorio.

Los mercados también respondieron de inmediato: bonos y acciones argentinas subieron y el riesgo país retrocedió levemente. El efecto inicial cumplió con la meta oficial de transmitir confianza y calmar la volatilidad cambiaria, aunque todavía resta comprobar si el impulso puede sostenerse en el tiempo.

Una jugada con condiciones

Lo novedoso no fue solo la medida en sí, sino la manera en que se comunicó. El vocero presidencial Manuel Adorni fue el encargado de anunciarla primero en redes sociales, antes de que se oficializara en el Boletín Oficial. El objetivo: instalar el mensaje rápidamente y presionar a los exportadores para que liquiden sin demoras.

El decreto fijó condiciones estrictas: los exportadores deberán liquidar al menos el 90% de las divisas en un plazo de tres días hábiles desde la declaración jurada de exportación. De lo contrario, volverán a aplicarse las alícuotas anteriores. La suspensión incluye soja, maíz, trigo, girasol, sorgo, cebada y sus derivados, reforzando así la apuesta por la agroexportación como salvavidas inmediato.

Los riesgos de la estrategia

El costo fiscal no es menor: según estimaciones oficiales, la medida podría implicar hasta 1.500 millones de dólares menos de recaudación este año. Aun así, el Gobierno apuesta a que la entrada acelerada de divisas compense la pérdida en un contexto de reservas debilitadas.

El verdadero desafío, sin embargo, vendrá después de octubre. La suspensión vence en pocas semanas y deja preguntas abiertas: ¿volverán las retenciones? ¿Se prorrogará la medida? ¿O se avanzará hacia un nuevo esquema definitivo? La respuesta será determinante para la relación de Milei con el sector agropecuario y con los mercados internacionales.

En paralelo, el Banco Central deberá recomponer reservas tras sus fuertes intervenciones recientes. Si el campo no se liquida al ritmo esperado, la presión sobre el dólar puede regresar con más fuerza y poner en jaque la efectividad de la jugada.

Una prueba de fuego

La eliminación de retenciones se convierte, así, en una apuesta audaz pero riesgosa. Puede ser recordada como la decisión que permitió ganar aire en un momento de máxima tensión, o como un simple parche que expuso las limitaciones estructurales de la economía argentina.

Lo único claro es que, con la economía al límite, Milei decidió jugar fuerte. Y en esta partida, el tiempo corre en contra.

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