Aerolíneas Argentinas: el Auge y Caída de un Símbolo Nacional
El 27 de septiembre de 2024 podría ser recordado como una fecha bisagra en la política económica argentina. En un comunicado oficial, el Gobierno Nacional anunció que impulsará la privatización de Aerolíneas Argentinas, declarando a la compañía como “Empresa Pública Sujeta a Privatización” bajo el marco de la Ley N° 23.696. Este anuncio formaliza lo que muchos consideran una decisión largamente postergada ante un panorama financiero insostenible. Pero, ¿es esta una solución inevitable o el principio de un error que costará caro?
La Historia de Aerolíneas: De la Expropiación a la Privatización
Aerolíneas Argentinas fue reestatizada en 2008 por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner bajo el pretexto de "recuperar la soberanía en los cielos". El argumento oficial sostenía que la aerolínea, en manos de la española Marsans, estaba siendo vaciada y que el Estado debía intervenir para salvarla. Así, la expropiación de la compañía fue presentada como un acto patriótico, como una reconquista de lo que era nuestro.
Desde entonces, Aerolíneas no ha dejado de acumular pérdidas. En el comunicado oficial de 2024, se afirma que “los aportes del Estado Nacional para cubrir su déficit superan ya los 8.000 millones de dólares”. Es decir, el Estado ha tenido que inyectar esa gigantesca suma de dinero para mantener la compañía a flote durante los últimos 15 años, a pesar de que la empresa nunca fue rentable.
Lo más alarmante es que el balance negativo de la empresa no es solo una cuestión de números, sino también de ineficiencia operativa. Según el comunicado, Aerolíneas Argentinas cuenta con “aproximadamente 15 pilotos por avión operativo”, un dato insólito que no se repite en ninguna otra empresa del sector. Además, los salarios de los pilotos oscilan entre “los 3 y los 10 millones de pesos mensuales”, independientemente de las horas de vuelo realizadas. Mientras tanto, los bonos se pagan en dólares y los traslados, así como los pasajes para familiares y amigos, son parte de los privilegios de un sector sindicalizado que, según el Gobierno, ha hecho del mantenimiento de sus beneficios su única prioridad.

El Costo Social: ¿Un Gasto Insostenible?
El contexto económico en el que se produce este anuncio no puede ser ignorado. Argentina atraviesa una crisis socioeconómica sin precedentes, con un 52,9% de la población bajo la línea de pobreza y un 66% de los niños en situación de vulnerabilidad. En este escenario, mantener una aerolínea con pérdidas millonarias parece, a ojos del Gobierno, un acto de irresponsabilidad.
El comunicado del Presidente es contundente: “Es inadmisible que el Estado Nacional continúe financiando el déficit y los privilegios de unos pocos con los impuestos de quienes no llegan a fin de mes”. En otras palabras, la privatización de Aerolíneas Argentinas no es solo una cuestión de eficiencia económica, sino también de justicia social. El Gobierno argumenta que cada peso destinado a mantener la aerolínea es un peso que podría destinarse a programas sociales, educación o salud , sectores que, en un país con más de la mitad de su población en la pobreza, necesitan desesperadamente esos recursos.
No obstante, este razonamiento, por pragmático que sea, no convence a todos. Para muchos, Aerolíneas Argentinas es más que una empresa deficitaria: es un símbolo de soberanía nacional. En un país con una historia de privatizaciones controvertidas, ceder el control de la aerolínea de bandera a manos privadas resulta, para algunos sectores, un atentado contra el patrimonio público.

Los paros afectaron a miles de usuarios. Foto: Fernando de la Orden Imagen
El Sindicato de Pilotos y el Poder Sindical
Una de las críticas más severas hacia Aerolíneas Argentinas se dirige al sindicato de pilotos, cuyos miembros se han beneficiado de condiciones laborales que, según el Gobierno, no tienen lugar en ninguna otra aerolínea del mundo. La gestión sindical ha sido históricamente uno de los mayores obstáculos para cualquier intento de reforma de la compañía. Los sueldos exorbitantes, los bonos en dólares y los beneficios como traslados y pasajes gratuitos para familiares y amigos han convertido a la compañía en un cumulo de privilegios.
El comunicado del Gobierno apunta a que el conflicto con los sindicatos ha sido una barrera insalvable para cualquier intento de hacer que la compañía sea rentable. Al mencionar que “la compañía cuenta con aproximadamente 15 pilotos por avión operativo”, el mensaje es claro: la estructura interna de Aerolíneas está inflada, desproporcionada y es insostenible en un contexto de competencia global. Mientras aerolíneas privadas logran operar con un margen mínimo de personal y maximizar la eficiencia de sus recursos, Aerolíneas Argentinas parece haberse convertido en una máquina de generar beneficios para unos pocos, a costa del Estado y, por ende, de los contribuyentes.

Pablo Biró, secretario general de APLA
¿Privatización o Desmantelamiento?
La privatización de Aerolíneas Argentinas abre un debate sobre el rol del Estado en la economía. Para algunos sectores, es una medida necesaria para liberar al país de un gasto insostenible. “La privatización es un paso fundamental en el camino para liberar al país de un gasto insostenible”, se afirma en el comunicado oficial. Sin embargo, para otros, esta medida representa un ataque directo a la soberanía argentina y a la idea de que ciertos servicios deben estar garantizados por el Estado.
Los críticos argumentan que entregar Aerolíneas Argentinas al sector privado es abrir las puertas a un proceso de desmantelamiento, en el cual las rutas no rentables serán abandonadas y el servicio se concentrará únicamente en aquellos trayectos que generen ganancias. De ser así, muchas provincias del país podrían quedarse sin conexiones aéreas, lo que afectaría gravemente su desarrollo económico y su integración con el resto del país.
Además, las privatizaciones en Argentina tienen un historial complicado. Durante los años 90, bajo la presidencia de Carlos Menem, muchas empresas estatales fueron privatizadas en lo que fue un proceso visto por muchos como corrupto y que llevó a la pérdida de miles de empleos. Aunque el contexto actual es diferente, las sombras de esas privatizaciones fallidas aún persiguen a la opinión pública.

El Congreso y la Batalla Política
Si bien el decreto presidencial ya ha sido emitido, la privatización de Aerolíneas Argentinas aún debe pasar por el Congreso Nacional, donde la medida será debatida en los próximos meses. El gobierno confía en que el proyecto será aprobado de manera prioritaria, como lo exige la Ley N° 23.696, pero el bloque kirchnerista, que aún tiene un importante peso en ambas cámaras, es probable que no apoye el proyecto.
Para el kirchnerismo, la reestatización de Aerolíneas en 2008 fue uno de los pilares de su legado, una de las banderas que enarbolaron con orgullo como símbolo de su lucha por la soberanía nacional. No es de extrañar, entonces, que sus dirigentes vean esta privatización como una traición a esos ideales.

Futuro de Aerolíneas Argentinas
La privatización de Aerolíneas Argentinas es un tema complejo, cargado de implicaciones económicas, sociales y políticas. Por un lado, está claro que la empresa, tal como funciona hoy, es insostenible. Los déficits millonarios, la sobrecarga de personal y los privilegios sindicales han convertido a la aerolínea en una carga imposible de seguir sosteniendo en el contexto de una crisis económica.
Por otro lado, la privatización no garantiza que estos problemas se solucionen de la mejor manera. La historia de las privatizaciones en Argentina es turbulenta, y muchos temen que la entrega de Aerolíneas al sector privado resulte en la pérdida de rutas esenciales para la conectividad del país y en la reducción de puestos de trabajo.
Lo que es seguro es que Aerolíneas, tal como funciona hoy, es insostenible. La privatización puede ser una solución lógica desde el punto de vista financiero, pero su éxito dependerá de cómo se implemente. Con la discusión ya en manos del Congreso, el futuro de la compañía y del país está, una vez más, en juego.
Comentarios