"El problema con el género es que prescribe cómo deberíamos ser en lugar de reconocer cómo somos. Ahora, imagina cuánto más feliz seríamos, cuánto más libre sería nuestro verdadero yo individual si no tuviéramos el peso de las expectativas de género." -Chimamanda Ngozi Adichie
A lo largo de la historia de la humanidad, se ha hablado sobre el sexo y el género en forma conjunta o separada en todos los aspectos posibles. Hoy podemos entender que hay una gran diferencia entre ambos conceptos.
La diferencia entre sexo y género: una exploración cultural y biológica
En primer lugar: ¿Qué es el sexo? Cada persona nace con un sexo que se determina en la fecundación por los conocidos cromosomas XX o XY que determinan -biológicamente- si sos hombre o mujer, refiriéndose a la genitalidad. Este es el criterio del genotipo, es decir, del gen, la genética. Con respecto al criterio del fenotipo, entendemos que son las cosas físicas y expresivas que poseemos, lo que visualmente genera una diferencia, como por ejemplo: la forma del cuerpo, las caderas, los genitales, si hay testículos u ovarios, espermatozoides u óvulos. El sexo se diferencia del género porque cuando se habla de sexo nos referimos a la cuestión biológica, a la anatomía del sistema reproductivo-sexual, en cambio la palabra género es una construcción social generada para referirse al aspecto cultural del individuo. Esto quiere decir que a medida que crecemos podemos (o no) sentirnos identificados con el sexo con el que nacemos. Por ende, existen solo dos sexos e infinitos géneros, probablemente, muchos más que aún no hemos puesto en palabras.
El género fue asociado al termino “sexo” durante muchos años, asumiendo que había dos sexos por ende dos géneros: sos mujer o sos hombre. Ya no se considera una cuestión dual, de dos extremos, blanco o negro, sino una escala de grises. Hoy en día, se entiende que los conceptos pueden estar asociados más a lo que es femenino y lo que es masculino, no lo que es de mujer o lo que es de varón. El termino “género” se re-formula cada día porque cada día entendemos culturalmente cosas distintas, dependiendo en el contexto en el que nacemos, crecemos y vivimos junto a la religión, la clase social, etc. Esto quiere decir que, nacemos con un sexo pero no con un género: el género no se limita a solo dos posibilidades el sexo sí. Nuestras figuras primarias nos encierran en un género (asociado al sexo biológico al nacer) y esperan que actuemos de esa manera de por vida.
La definición que establece sobre género la OMS (Organización Mundial de la Salud) es la siguiente: «Género» se refiere a los roles socialmente construidos, los comportamientos, actividades y atributos que una sociedad dada considera apropiados para los hombres y las mujeres. «Masculino» y «femenino» son categorías de género. Por ende, se habla del género cuando referimos al rol de género, rol que ese individuo lleva como identificación personal, como identidad. Estas cuestiones de debate sobre la desvinculación parcial de ambos términos comienzan en la década de los ochenta. Judith Butler es una filosofa estadounidense muy conocida por su libro “El género en disputa” e influenciada por autores como Michel Foucault y Simone de Beauvoir, hace grandes aportes sobre estudios e influencias de estos temas y en las conocidas Teorías Queer.
Desconstruyendo géneros: explorando las teorías queer y la libertad de expresión
Adentrándonos más en el tema surgen las conocidas “Teorías Queer” expanden aún más este debate. Se habla de que lo masculino y lo femenino son ficciones culturales, que el género es una representación que se fe afectada por su desconstrucción, la misma ocurre día a día con cada individuo que nace sin sentirse identificado completamente a ningún sexo. Se habla de una persona, de un individuo, no de una mujer o un hombre. Se refiere a estas personas como "no binarias". Butler expresa que la identidad de una persona está en constante movimiento y transformación, mutando día a día, generación tras generación. La palabra -queer- significa “algo más” por ende significa no cerrarse a la idea de tener una identidad de género o una orientación sexual determinada y fija.
¿Es un montón, no? Lo ideal sería que cada uno tengo la libertad de poder sentirse y expresarse como desee y tener el respeto de todas las personas que lo rodean para poder vivir en libertad, como cualquier otro, porque al final del día, seguimos siendo personas.
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