Primer Congreso Provincial de Educación Sexual Integral en La Plata
¿Qué pasa cuando los límites de la educación y la moralidad se vuelven difusos? Esa es la pregunta que se hacen padres, docentes y autoridades educativas en la provincia de Buenos Aires, donde un conjunto de libros distribuidos en las escuelas ha generado revuelo.
Los textos, que se incluyen en el programa “Identidades bonaerenses,” han sido duramente criticados por padres preocupados por el contenido explícito que describe escenas de índole sexual y de violencia. Estas situaciones son parte de novelas que, según el gobierno provincial, buscan fomentar la reflexión sobre temas actuales, como la identidad y la violencia de género. Sin embargo, el tono gráfico y explícito de algunos pasajes ha llevado a muchos a preguntarse si estos libros son realmente adecuados para estudiantes de secundario.
No provienen de sitios web explícitos ni de novelas románticas cargadas de erotismo. Sorprendentemente, son líneas incluidas en el material de lectura recomendado en escuelas secundarias de la provincia de Buenos Aires. Estas palabras, dirigidas a adolescentes, son apenas una muestra de lo que el gobierno bonaerense distribuye en sus escuelas en nombre de la Educación Sexual Integral (ESI). Pero, ¿es esto educación o una forma de corrupción de menores? ¿Quién define qué es apropiado para los alumnos?
La polémica por estos textos surgió con fuerza en varias provincias, y el debate ha llegado a niveles de mucho enojo entre padres, educadores y autoridades. La novela Cometierra de Dolores Reyes, y Las aventuras de la China Iron de Gabriela Cabezón Cámara, son dos ejemplos de libros que, aunque puedan tener algún valor literario, contienen descripciones explícitas de sexo que han despertado una inevitable alarma. La pregunta que ronda en muchos es: ¿por qué las autoridades educativas insisten en exponer a los adolescentes a estos contenidos?
¿Contexto Educativo o Hipersexualización?
La defensa oficial sostiene que estos libros contribuyen a la ESI, una iniciativa diseñada para dotar a los jóvenes de herramientas para el autoconocimiento, la protección contra abusos y la construcción de relaciones saludables. Sin embargo, padres y expertos señalan una diferencia importante entre educar y exhibir. ¿Es realmente educativo leer pasajes de alto contenido sexual en un salón de clases? ¿Puede un joven de 15 años entender, sin distorsiones, estas descripciones?
¿Cuándo se Trata de Educación y Cuándo de Contenidos Inapropiados?
El gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, y el director general de Cultura y Educación, Alberto Sileoni, defendieron esta iniciativa educativa en el Congreso Provincial de Educación Sexual Integral, insistiendo en que los adolescentes tienen acceso a material sexual a través de internet y que, por lo tanto, un texto escolar mediado por un docente debería ser aceptable. Pero, ¿es esa la respuesta que necesitamos? ¿Es suficiente el hecho de que los jóvenes puedan acceder a contenido sexual explícito para justificar su inclusión en el aula?
La reacción de algunos padres de Mendoza, quienes denunciaron a un docente por exponer a sus alumnos a una de estas novelas, señala una línea que se siente cruzada. En el Colegio Corazón de María, el docente en cuestión pidió a sus alumnos que analizaran cómo se sentían después de leer los pasajes de alto contenido sexual, lo cual incomodó notablemente a los jóvenes. Esta situación generó tal malestar que el docente fue suspendido y enfrentó denuncias penales.
Entre la Prevención y la Exposición
El argumento más común para justificar este tipo de educación sexual es la prevención de abusos y el fomento de la igualdad de género. Se espera que los jóvenes desarrollen la capacidad de identificar conductas inapropiadas y que se hable abiertamente sobre temas como el consentimiento y el respeto. Sin embargo, existe una delgada línea entre enseñar y sobreexponer. Al forzar a los estudiantes a leer estas descripciones explícitas, ¿se les está enseñando realmente algo sobre respeto, o se los está llevando al terreno de lo que podría ser considerado inapropiado e innecesario?
Los Derechos de los Padres, ¿Una Relación de Poder?
En el discurso del Congreso Provincial de ESI, Sileoni afirmó que el lema “Con Mis Hijos No Te Metas” es “falso” y que los padres que se oponen a este tipo de educación también toleran el maltrato infantil en el hogar. Un argumento simplista y reduccionista que parece desestimar las preocupaciones legítimas de las familias. ¿Los padres ya no tienen voz ni voto sobre la educación de sus hijos?
Los padres, reconocidos en el Código Civil y en la Ley Federal de Educación como actores esenciales del proceso educativo, tienen derechos y responsabilidades que incluyen decidir, en función de su criterio y valores, cómo y cuándo hablar con sus hijos sobre temas de contenido sexual. Sin embargo, la postura oficial parece sugerir que los padres no tienen la capacidad de discernir lo que es mejor para sus propios hijos, lo cual despierta otra pregunta: ¿son los educadores y funcionarios los únicos calificados para decidir?
¿Es el Aula el Lugar Adecuado para Describir Sexo Explícito?
Con el argumento de combatir el consumo de pornografía infantil y prevenir el abuso, se ha normalizado la idea de que estos libros pueden ser una herramienta útil en las aulas. Pero muchos se preguntan: ¿por qué hablar de sexo explícito en la escuela? La ESI es un recurso valioso cuando se utiliza para promover el respeto, la empatía y la prevención de conductas abusivas, pero ¿dónde está el límite?
Los fragmentos explícitos de novelas como Cometierra y Las aventuras de la China Iron introducen escenas que pueden confundir o incomodar a los adolescentes. Al convertir estas descripciones en contenido didáctico, se pierde la oportunidad de hacer que los estudiantes vean la educación sexual como una herramienta de empoderamiento y cuidado, y se corre el riesgo de reducirla a un enfoque sensacionalista.
Una Educación Sexual Responsable
Nadie duda de la necesidad de hablar de sexualidad en las escuelas de manera adecuada y respetuosa, adaptada a cada etapa de madurez. Sin embargo, el enfoque actual parece haber dejado de lado el concepto de “adecuación” para avanzar en un programa con una visión única, sin considerar el contexto ni la receptividad de los jóvenes. La educación debe enseñar a vivir y respetar la sexualidad, no exponerla de manera explícita sin las herramientas emocionales para procesarla.
¿Sería este el tipo de material que cualquier padre o madre leería con su hijo? ¿Es la explicitud la mejor herramienta educativa? En última instancia, la educación sexual debería servir para que los jóvenes adquieran conocimientos que les permitan tomar decisiones informadas sobre sus propios cuerpos y relaciones, sin que se sientan invadidos ni incomodados.
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