14/11/2024 - politica-y-sociedad

El futuro de la política internacional bajo una nueva administración Trump

Por KaterinaFranz

El futuro de la política internacional bajo una nueva administración Trump

La reciente elección de Donald Trump ha desatado una serie de interrogantes sobre el futuro de las relaciones internacionales y el papel de Estados Unidos en el escenario global. Tras un primer mandato marcado por la política de “America First”, las expectativas en torno a sus decisiones políticas y económicas están generando diversas reacciones y especulaciones a nivel internacional. En este análisis, se exploran las posibles consecuencias de una nueva presidencia de Trump en la política exterior estadounidense y el impacto en actores internacionales. 

Durante su primer mandato, Trump implementó una política de “America First” que priorizaba los intereses económicos y de seguridad de Estados Unidos por encima de los compromisos multilaterales y alianzas tradicionales. Una estrategia nacionalista enfocada en diversas áreas clave, como comercio, política exterior, seguridad nacional y energía, y tuvo como objetivo restablecer la competitividad y autosuficiencia económica estadounidense.

Esta estrategia impactó profundamente los vínculos externos de Estados Unidos, pues se basó en medidas que priorizaban el proteccionismo y una postura unilateral. Trump promovió una política comercial proteccionista, orientada a renegociar o retirarse de acuerdos que, según su perspectiva, desfavorecen a Estados Unidos. En el ámbito internacional, reorientó al país hacia el retiro o reducción de su participación en organismos y acuerdos multilaterales, defendiendo una menor dependencia de los compromisos militares y financieros en el extranjero, y alentando a aliados de la OTAN y otras alianzas a asumir mayores responsabilidades en defensa. Su administración mantuvo una política de fuerte presión sobre países como China e Irán, implementó restricciones migratorias estrictas para proteger el empleo y los salarios de los estadounidenses, y fomentó la independencia energética al impulsar la producción nacional de petróleo y gas. Consecuentemente, las relaciones con varios aliados tradicionales y la dinámica en organizaciones internacionales se vieron afectadas. La pregunta ahora es: ¿mantendrá esta postura o se verá forzado a adaptarse al nuevo contexto mundial? Un posible regreso de Trump a la presidencia podría consolidar una política exterior menos comprometida con el multilateralismo y más proteccionista, generando incertidumbre entre los actores globales.

Principales áreas de impacto en la política internacional

La tensión entre Estados Unidos y China se consolidó como un eje clave durante la administración anterior desencadenando una guerra comercial con efectos significativos en la economía global. Ahora, es probable que su nuevo mandato busque mantener una posición firme contra China, especialmente en áreas sensibles como tecnología e inversión en países en desarrollo. Como parte de sus anuncios de campaña, ha prometido imponer aranceles de hasta un 60% sobre productos chinos, acusando a China de prácticas comerciales abusivas. Su postura nuevamente enfrenta a las dos principales economías en una guerra comercial impactando en las cadenas de suministro globales y afectando a la economía de la región Asia-Pacífico. A pesar de la interdependencia entre ambos países, Trump podría intensificar los controles sobre la propiedad china en infraestructuras estadounidenses y generar una mayor desconfianza en mercados asiáticos.

China, en respuesta, se prepara para lanzar un paquete de reactivación económica, aumentando su gasto hasta un 20% para mitigar las consecuencias de una nueva escalada tarifaria. Este contexto de rivalidad impulsa a los “tigres” asiáticos, como Corea del Sur y Japón, a mantener un delicado equilibrio entre EE.UU. y China. Por otro lado, Taiwán se convierte en un foco de tensión potencial en la región, dada la retórica de ambos países.

En este contexto asiático, podría generar una mayor militarización en el Indo-Pacífico y una reacción defensiva de China en áreas de interés estratégico. Además, la política de retiro impulsada por la administración Trump, que incluyó la salida de Estados Unidos de importantes acuerdos internacionales como el Acuerdo de París sobre cambio climático y el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), generó un vacío en la cooperación multilateral que otros actores han comenzado a llenar. Estas acciones, fundamentadas en una visión de proteccionismo y un repliegue del liderazgo estadounidense en favor de una política exterior más unilateral, han debilitado los espacios de diálogo y coordinación internacional, particularmente en el ámbito de seguridad regional y comercial. 

Una nueva presidencia de Trump podría desafiar aún más la influencia de EE.UU. en organismos internacionales. En su mandato anterior, Trump mostró una actitud crítica hacia organizaciones como la ONU, la OTAN y la OMC. En esta ocasión, podría intentar limitar su participación o financiación, debilitando la capacidad de estas organizaciones para abordar desafíos globales, como el cambio climático o la migración. Este enfoque unilateral podría empujar a otros países a tomar roles de liderazgo y buscar nuevos mecanismos de cooperación sin la presencia predominante de EE.UU.

Respecto a la OTAN, ha reafirmado su negativa a brindar respaldo incondicional a los miembros de la alianza, exigiendo además a los aliados un incremento en sus presupuestos de defensa. Esta postura introduce serios riesgos para la estabilidad en Europa del Este, especialmente frente a las amenazas provenientes de Rusia. Países como Polonia y las repúblicas bálticas podrían verse impulsados a incrementar su gasto militar, abriendo un nuevo capítulo de inseguridad y autodefensa en la región.

El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, ha felicitado a Trump y destacado la relevancia de su liderazgo. Sin embargo, entre los miembros orientales persiste el temor a una posible retirada de apoyo en caso de conflicto. Este enfoque unilateral también cuestiona la continuidad del respaldo a Ucrania frente a la agresión rusa, planteando la posibilidad de una redefinición de la política de defensa europea y ejerciendo presión sobre la Comisión Europea para explorar alternativas de seguridad.

La relación de Estados Unidos con la Unión Europea se tensó bajo la primera administración de Trump debido a políticas comerciales y divergencias en temas de defensa y cambio climático. En esta nueva presidencia, los líderes europeos podrían encontrarse ante el desafío de adaptarse nuevamente a una relación menos cooperativa. Esto podría implicar mayores barreras comerciales, principalmente por sus declaraciones de aumento de derechos de importación sobre diversos productos. La UE, por su parte, podría redoblar sus esfuerzos para fortalecer su autonomía estratégica y sus acuerdos comerciales con otros socios, como Asia y América Latina.

Con el regreso de Trump, el proteccionismo retoma protagonismo en el comercio internacional. El dólar en alza y las sanciones arancelarias aumentarán el costo de bienes extranjeros en EE.UU., afectando las economías de la Unión Europea, Japón, México y otros socios comerciales clave. Su política de atraer la manufactura de regreso a EE.UU. y recortar impuestos puede incentivar la inversión interna pero incrementa la fricción comercial.

Este escenario plantea retos para la Organización Mundial del Comercio (OMC) y otros organismos multilaterales, cuya capacidad para mediar y resolver disputas comerciales puede verse limitada ante la intransigencia de EE.UU. 

Su antigua postura frente a América Latina fue firme, en especial sobre temas de migración y comercio con México. En esta nueva administración, es posible que vuelva a reforzar políticas de control migratorio y que se intensifiquen los operativos fronterizos, afectando no solo a México, sino también a Centroamérica. Sus afirmaciones en el marco de la campaña electoral demostraron una postura de cero tolerancia, con la reanudación de la construcción del muro en la frontera con México y un endurecimiento de las políticas de deportación, especialmente contra aquellos vinculados a actividades delictivas. 

Los tratados comerciales como el T-MEC podrían revisarse provocando incertidumbre para las economías de la región. Además, una menor cooperación en temas de seguridad y narcotráfico podría desestabilizar aún más la relación entre EE.UU. y varios países latinoamericanos.

Durante el primer mandato de Trump, su apoyo explícito a Israel y Arabia Saudita modificó considerablemente la dinámica de poder en el Medio Oriente, propiciando la firma de los Acuerdos de Abraham. Su regreso a la presidencia podría reafirmar este respaldo, intensificando la presión sobre Irán y aumentando las divisiones regionales. En este contexto, es probable que se revisen las posturas de Estados Unidos en conflictos como el de Siria y Yemen, poniendo en riesgo el frágil equilibrio en la región.

La postura de Trump hacia Israel y su política de confrontación con Irán se mantendrán firmes, con el potencial de escalar las tensiones en el Medio Oriente. Aunque esta posición podría desincentivar las acciones de grupos como Hamas y Hezbollah, aumenta el riesgo de un enfrentamiento directo con Irán, situación que preocupa a aliados occidentales. La cuestión palestina, mientras tanto, atraviesa un momento crítico; las políticas de Trump, similares a las de Harris, han sido percibidas por los palestinos como una constante desatención a sus reivindicaciones en el conflicto israelí-palestino.

En el ámbito climático, Trump ha mostrado una retórica escéptica, calificando el cambio climático como un "engaño". Si bien esta postura ya llevó a EE.UU. a retirarse del Acuerdo de París durante su primer mandato, es probable que en una nueva administración se priorice aún más la industria energética nacional, minimizando regulaciones ambientales. Esto podría reducir la influencia de Estados Unidos en la cooperación climática global, debilitando los esfuerzos internacionales frente a esta crisis. Finalmente, las empresas multinacionales también enfrentarían el impacto de políticas proteccionistas, con aranceles y restricciones a las importaciones que afectarían operaciones en sectores clave como el tecnológico, farmacéutico y automotriz.

En conclusión, un segundo mandato de Trump consolidaría un escenario de tensión global y repliegue en la cooperación multilateral, marcando un giro hacia un sistema de bloques con alianzas más rígidas y posiciones polarizadas. La reafirmación del unilateralismo y el proteccionismo estadounidense, junto con una postura confrontativa frente a potencias como China y Rusia, podrían intensificar el distanciamiento de EE.UU. respecto a organismos multilaterales, empujando a Europa, Asia-Pacífico y América Latina a redefinir sus estrategias de cooperación y autonomía. En última instancia, la estructura del orden internacional, basada en normas y en un enfoque cooperativo, se vería amenazada, impulsando una reorganización estratégica de los actores globales.

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KaterinaFranz

KaterinaFranz

Estudiante avanzada de relaciones internacionales. Me encuentro cursando especializaciones en Comercio Exterior y Marketing. Tengo un gran interés por la política internacional, las temáticas sobre tecnología y negocios internacionales.

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