Tucker Carlson y Ted Cruz en una entrevista la última semana. Fuente: YouTube.
El Partido Republicano, dividido ante una nueva guerra
En los días previos al bombardeo de Estados Unidos sobre instalaciones nucleares en Teherán, el presentador ultraconservador y aliado de Donald Trump, Tucker Carlson, entrevistó al senador republicano Ted Cruz en un tenso intercambio que dejó al descubierto las divisiones internas dentro del Partido Republicano.
Por un lado, Carlson sostenía con vehemencia que involucrar a Estados Unidos en un nuevo conflicto sería innecesario y peligroso, advirtiendo que podría escalar rápidamente a nivel global. Además, subrayaba que, según su visión, la situación interna en las calles del país ya es lo suficientemente calamitosa como para abrir otro frente en el exterior.
Por otro lado, Cruz intentó justificar la necesidad de una intervención retomando ejemplos históricos de regímenes derrocados por Estados Unidos, desde Saddam Hussein hasta Muamar Gaddafi. También evocó la firmeza que, según él, demostró Ronald Reagan frente a la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Sin embargo, fue interrumpido por Carlson, quien lo enfrentó con una serie de preguntas punzantes: “¿Por qué Estados Unidos no mejoró, a pesar de que ganamos la Guerra Fría? ¿Por qué no tenemos una mejor infraestructura? ¿Por qué hay cada vez más gente en situación de calle? Si ganamos, ¿por qué nuestro país luce así?” (...) “Estamos muy enfocados en detener a nuestros enemigos en el exterior, pero ¿para qué sirve si nuestro país es lo que es hoy?”
Cruz intentó presentar el cambio de régimen en Irán como un esfuerzo orientado principalmente a visibilizar las violaciones a los derechos humanos en regímenes dictatoriales y opresivos. Sin embargo, Carlson lo interrumpió rápidamente para señalar que Estados Unidos financia y apoya a grupos opositores armados con el objetivo explícito de derrocar al gobierno iraní, una diferencia sustancial con la narrativa que el senador intentaba instalar.
Israel: una alianza en el centro del debate
Al abordar el conflicto en Medio Oriente, el debate se intensificó. Carlson preguntó cuánto le costaba a Estados Unidos su apoyo a Israel, y Cruz respondió que se destinaban 3.000 millones de dólares anuales. “Obtenemos grandes beneficios de nuestra alianza con Israel”, afirmó el senador.
Carlson retrucó con otra pregunta: quiso saber si el Mossad colaboraba con la inteligencia estadounidense compartiendo información. Cruz respondió que, al igual que otros aliados como Canadá o el Reino Unido, Israel no compartía toda la información y probablemente también realizaba tareas de inteligencia dentro del territorio estadounidense. Eso dio pie a un nuevo ataque del presentador: “La diferencia es que a Canadá o al Reino Unido no les financiamos las operaciones militares. Por eso me parece lógico hacer preguntas”.
La temperatura de la conversación subió aún más cuando comenzaron las acusaciones de antisemitismo contra Carlson. El conductor respondió con dureza, tildando a Cruz de rastrero por insinuar que cuestionar la relación entre Israel y Estados Unidos equivalía a atacar a la comunidad judía. Carlson defendió su posición argumentando que el gobierno estadounidense es, ante todo, su propio gobierno, y que como ciudadano tiene pleno derecho a plantear preguntas incómodas sobre su política exterior.

Trump, que venía atravesando semanas de tensión con otra de sus bases de apoyo, encabezada por Elon Musk, con quien protagonizó cruces públicos que terminaron en acusaciones sobre su posible inclusión en la lista de Epstein, no tardó en intervenir en el debate. A través de su red social Truth Social, el expresidente criticó directamente a Tucker Carlson, escribiendo que “alguien debería llevarle algo de sentido común” y desestimando sus advertencias al asegurar que Irán no puede tener acceso a una bomba nuclear.
Fracturas en la coalición MAGA: el liderazgo de Trump en su momento más frágil
Las tensiones dentro de la coalición MAGA encabezada por Donald Trump atraviesan uno de sus momentos más críticos desde su conformación. Las recientes protestas en las calles de Los Ángeles, que rápidamente se extendieron a otras ciudades del país, pusieron en evidencia un creciente malestar social. A esto se sumó el distanciamiento de figuras clave como Elon Musk, quien hasta hace poco era considerado un aliado estratégico dentro del espacio, y ahora el enfrentamiento con el ala aislacionista representada por Tucker Carlson y Steve Bannon, dos voces influyentes entre las bases más radicalizadas.
Este escenario revela que el liderazgo de Trump enfrenta una situación de máxima fragilidad. Las divisiones internas, sumadas al deterioro de la cohesión ideológica dentro del movimiento, despiertan dudas sobre la capacidad del expresidente para tomar decisiones racionales en un contexto marcado por la tensión y la presión internacional.
Históricamente, Trump un hombre de negocios ha mostrado una inclinación por evitar decisiones irreversibles en política exterior. Sus movimientos más drásticos, como la imposición de aranceles a países como China, solían ir seguidos de rondas de negociación que buscaban posicionar a Estados Unidos desde una lógica transaccional más que estratégica.
En ese marco, el actual contexto de fragmentación interna no solo condiciona sus decisiones, sino que también debilita la proyección internacional de su eventual retorno al poder, dejando al descubierto una coalición que ya no opera como un bloque compacto, sino como un espacio cada vez más tensionado por agendas contrapuestas. Un escenario que podría tener efectos muy negativos en un gobierno que busca ir a elecciones en el 2026.
Comentarios