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El armado del árbol de Navidad: una analogía política
El 8 de diciembre, como cada año, millones de argentinos se disponen a armar su árbol de Navidad, una tradición que, a primera vista, nada tiene que ver con la política. Pero, ¿y si te dijera que en el armado de ese árbol se puede encontrar una analogía perfecta con lo que sucede en la política argentina de estos días? Vamos colgando los adornos, uno por uno, y cada uno tiene su propio significado. Al igual que los adornos que decoran un árbol, el gobierno de Javier Milei se enfrenta a desafíos, algunos más brillantes que otros, pero todos con un mismo objetivo: llegar a la estrella.
La base del árbol: inflación y devaluación
Lo primero que armamos es la base, ese tronco que sostiene todo lo demás. En el caso de Argentina, la base de este árbol no es otra que la inflación. Durante el primer semestre de 2024, la inflación mostró una desaceleración notable respecto a los picos de 2023. Se fue colgando la promesa de controlar la inflación, y aunque no está resuelta completamente, se fue aliviando (aunque en los bolsillos del pueblo quizás no se note tanto) como ese primer adorno que apenas se cuelga pero que empieza a dar forma al árbol. De igual manera, la devaluación del peso, anunciada a fines de 2023, se integró como un “adorno pesado” en la estructura económica de Argentina, pero sigue siendo el pilar sobre el que, a duras penas, se construye el resto del árbol.
Las luces: crecimiento económico y comercio exterior
Al comenzar a adornar el árbol, no puede faltar la luz que lo haga brillar, como símbolo de crecimiento y esperanza. En este caso, las luces del árbol representan el repunte de la actividad económica, impulsada por sectores como la agricultura y la minería, además del superávit comercial alcanzado a lo largo de 2024. Estas luces, aunque modestas en su encendido inicial, empiezan a dar color a un panorama sombrío. Como en cualquier árbol de Navidad, el crecimiento tiene que ver con los pequeños destellos que se van intercalando en la oscuridad, y si bien el rebote es desigual, hay luces que siguen encendiendo una esperanza de mejora.
Los adornos dorados: la reducción del riesgo país y el superávit fiscal
Ahora que el árbol comienza a tomar forma, se empiezan a colgar los adornos dorados, esos que brillan y reflejan la promesa de un futuro mejor. En la política Argentina, estos adornos brillantes son el superávit fiscal y la reducción del riesgo país. A diferencia de otros años, el gobierno logró mantener un superávit primario, una especie de estrella que ilumina el árbol político con señales de estabilidad financiera. Como esos adornos que parecen perfectos, pero que nunca terminan de acomodarse, la economía argentina muestra luces y sombras, pero al menos, el árbol no está caído.
Las bolas rojas: pobreza y desempleo
Pero, como en cualquier árbol de Navidad, no todo son luces y adornos brillantes. También hay bolas rojas, esas que representan los desafíos más difíciles y las áreas en las que el árbol necesita más trabajo. En este caso, las bolas rojas son la pobreza y el desempleo, que siguen acechando la estructura de la economía argentina. El desempleo y la pobreza han aumentado en el último año, marcando un contraste doloroso con los logros macroeconómicos. Son esas partes del árbol que, a pesar de la belleza general, siguen sin encajar del todo bien.
La estrella: ¿una promesa de futuro o una ilusión?
Finalmente, llegamos a la estrella, el símbolo de lo alcanzado y lo deseado. En el caso de este árbol, la estrella se asocia con las promesas de Javier Milei para el futuro de la nación. ¿Será esta estrella la que logre consolidar todo lo logrado? ¿O se quedará en una ilusión como la estrella que, por más que se cuelgue, nunca termina de brillar lo suficiente? El primer año de su gestión ha sido una montaña rusa de desafíos económicos y sociales, pero como cualquier árbol de Navidad, es un símbolo de lo que se ha alcanzado y lo que falta todavía.
Armando el árbol con Duda
Mientras unos adornos brillan y otros caen, el árbol sigue siendo en pie por la esperanza y las expectativas de una sociedad que espera más luces que sombras. Como sociedad, seguimos colgando esos adornos en espera de que, algún día, la estrella al final del árbol brille con la promesa de un país fuerte, sin que los problemas estructurales, como la pobreza o el desempleo, sigan siendo los adornos que no encajan en la estructura general. Pero al final, lo que importa es que seguimos construyendo, adornando y esperando.
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