El presidente de China, Xi Jinping
La consolidación de China en América Latina
En la última década, Estados Unidos ha intentado frenar la expansión de China en América Latina, una región donde Beijing ha fortalecido su influencia mediante inversiones estratégicas en infraestructura. Un ejemplo reciente es la inauguración del puerto de Chancay, una de las obras más importantes de infraestructura comercial en los últimos años. Este puerto, desarrollado con apoyo chino, está destinado a convertirse en un punto clave para el comercio internacional, mejorando significativamente las relaciones económicas entre China y Perú.
El puerto de Chancay no solo promete modernizar la logística marítima de la región, sino que también se proyecta como un motor de crecimiento económico para el Perú, con un impacto estimado de un aumento del 1.8% en el PBI. La relevancia de esta obra quedó subrayada por la participación del presidente Xi Jinping en la ceremonia de inauguración, destacando el compromiso de China con su alianza estratégica con Perú y su creciente protagonismo en la región latinoamericana.
Durante su visita a Perú, Xi Jinping supervisó la firma de un acuerdo para ampliar el Tratado de Libre Comercio entre ambos países. Este fortalecimiento del TLC tiene como objetivo consolidar a China como el principal socio comercial del Perú, intensificando la cooperación en sectores clave como minería, agricultura, pesca y manufactura. El acuerdo también busca eliminar barreras comerciales y simplificar trámites, permitiendo un acceso más competitivo de los productos peruanos al mercado chino. Esta iniciativa refuerza la relación estratégica bilateral y destaca la creciente influencia de Beijing en América Latina.
Un caso similar ocurrió en Chile durante el gobierno de Sebastián Piñera (2018-2022), cuando el país lideró el despliegue de redes 5G en América Latina. En 2021, Chile llevó a cabo subastas de espectro radioeléctrico para esta tecnología, adoptando un enfoque neutral que permitió la participación de proveedores chinos, incluida Huawei. Esta decisión, que contrastó con las recomendaciones de Estados Unidos de excluir a empresas chinas por preocupaciones de ciberseguridad, subrayó el interés de Chile en priorizar el desarrollo tecnológico sobre las tensiones geopolíticas.
Sin embargo, tanto en el caso peruano como en el chileno, el problema subyacente parece ser que Estados Unidos insiste en una postura de no alinearse con China bajo ninguna circunstancia, principalmente por motivos geopolíticos. Sin embargo, Washington no ha ofrecido alternativas concretas en términos de innovación tecnológica ni acuerdos comerciales significativos que incentiven a los países de América Latina a fortalecer sus relaciones bilaterales con Estados Unidos.
Estados Unidos: advertencias en lugar de propuestas
Esta falta de propuestas atractivas se ha visto agravada en los últimos días con los anuncios del expresidente Donald Trump de aumentar los aranceles a productos mexicanos, lo que subraya una aparente desconexión con los principios de expansión del libre comercio que marcaron épocas anteriores en la política económica estadounidense. En contraste, China ha aprovechado esta brecha, ofreciendo inversiones sustanciales en infraestructura y comercio que refuerzan su influencia en la región.
La retórica fuerte de Estados Unidos contra China podría terminar siendo contraproducente si no va acompañada de estrategias que respondan a las necesidades económicas y de desarrollo de América Latina. Este vacío estratégico plantea riesgos para el liderazgo estadounidense en la región, al mismo tiempo que fortalece el atractivo de las propuestas comerciales y tecnológicas de China, especialmente en un contexto donde las naciones buscan socios comprometidos con el crecimiento económico y la modernización.
La creciente relación comercial entre China y América Latina subraya la importancia de atraer inversiones extranjeras para sectores estratégicos como la tecnología y la biotecnología. En este sentido, cursos como “Atraer inversión extranjera: Guía para startups y pymes de biotecnología” ofrecen herramientas esenciales para que emprendedores y pequeñas empresas aprovechen las oportunidades de financiamiento global. Esta capacitación es especialmente relevante en un contexto donde economías emergentes buscan capitalizar alianzas con actores internacionales como China para potenciar su desarrollo económico e innovación.
En los últimos años, varios países de América Latina han estrechado lazos con China, como la incorporación de Argentina a la Iniciativa de la Ruta de la Seda, lo que refuerza la influencia de Beijing en la región. A pesar de las tensiones geopolíticas, con Estados Unidos proponiendo no alinearse con China, naciones como Perú, Chile y ahora Argentina han optado por avanzar en acuerdos comerciales e infraestructurales con el gigante asiático. Esta tendencia refuerza el vacío estratégico dejado por Washington, que no ha ofrecido alternativas significativas a estas alianzas.
En las últimas décadas, las propuestas comerciales de Estados Unidos para América Latina, como el ALCA, han quedado en el pasado. A pesar de sus críticas y limitaciones, iniciativas como esa, basadas en el libre comercio, podrían resultar más atractivas para la región en el contexto actual que la política estadounidense de simplemente emitir advertencias sobre la creciente presencia de China. Como señaló el presidente argentino Javier Milei, refiriéndose a China: “Son un socio comercial fenomenal, ellos no exigen nada”, destacando el pragmatismo de los acuerdos chinos frente a las condiciones geopolíticas de otros actores.
Entre la soberanía y la oportunidad.
La creciente presencia de China en América Latina marca un cambio profundo en las dinámicas geopolíticas y económicas de la región. Proyectos estratégicos como el puerto de Chancay, la ampliación del Tratado de Libre Comercio con Perú y la inclusión de Argentina en la Ruta de la Seda muestran cómo Beijing ha aprovechado las necesidades de desarrollo y modernización de estos países para establecer una sólida influencia regional.
Por otro lado, Estados Unidos, históricamente el principal socio de América Latina, parece haber adoptado una postura reactiva, basada más en advertencias que en propuestas concretas. Mientras que en el pasado ofreció iniciativas como el ALCA, sus recientes acciones carecen del atractivo y pragmatismo que han caracterizado las ofertas chinas. Esta falta de visión estratégica no solo debilita su liderazgo en el hemisferio, sino que también deja un vacío que China está llenando con inversiones multimillonarias y relaciones comerciales de largo plazo.
Para los países de América Latina, la relación con China ha sido percibida como una alternativa práctica que responde a sus necesidades inmediatas de infraestructura, tecnología y comercio, sin las condiciones geopolíticas que tradicionalmente impone Estados Unidos. Figuras como el presidente argentino Javier Milei han destacado este enfoque, señalando que China es un “socio comercial fenomenal”. No obstante, este cambio de rumbo plantea retos para la región, que deberá equilibrar las oportunidades económicas con la preservación de su autonomía política y estratégica.
En este contexto, el futuro de la influencia estadounidense en América Latina dependerá de su capacidad para ofrecer propuestas que se alineen con las prioridades de desarrollo de la región, y de su disposición a competir con el atractivo modelo chino en términos de pragmatismo y resultados tangibles. Solo con un enfoque renovado podrá evitar que su papel en el hemisferio siga disminuyendo en favor de un nuevo orden liderado por Beijing.
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