El mundo se ha aggiornado a la metodología y formas de comunicación de las redes sociales, y la política no quedó fuera. La facilidad de querer transmitir cualquier tema, y que llegue a una audiencia global en cuestión de segundos es una realidad desde hace muchos años.
La nueva comunicación
El contemporáneo filósofo Byung Chul Han en su obra Infocracia, dejó en claro que el enorme flujo incesante de datos está afectando seriamente tanto a la calidad como a la verdad de la información. Hoy en día, la nueva cultura está basada en la inmediatez y la masificación de mensajes.
A su vez, esta sucediendo una compleja competencia en llamar la atención del usuario, lo cual genera la necesidad de simplificar lo máximo posible el mensaje a transmitir (Tik Tok, los reels de Instagram, y los pocos caracteres de X son los ejemplos más visibles). La brevedad y superficialidad son la regla de la actualidad. En línea con esto, la efimeridad de las ideas y las tendencias son parte de la lógica de las redes.
Sin embargo, el mayor problema que los usuarios deben enfrentar son las fake news. La rápida viralización que caracterizan a las noticias de impacto, sin muchas veces corroborar si son reales o no, genera que muchos contenidos subidos y reproducidos en las redes sociales sean falsos.
Las “tribus digitales” y la política
Cuando el usuario busca contenido, y afirma su aprobación con un like, el algoritmo de las redes sociales tomará en cuenta eso y continuará mostrándole material del mismo estilo. Así, se va produciendo una segmentación del público basada en los intereses y creencias que tiene en su entorno digital, denominándose “tribus digitales”.
En relación con la política, las tribus digitales impulsan aún más la polarización, ya que se refuerza la homogeneidad sobre sus propias opiniones y visiones del mundo, limitando así la posibilidad de escuchar y leer miradas distintas. Los nuevos tiempos han traído nuevas formas de debate y discurso político.
Tanto los partidos políticos como los mismos políticos comenzaron a prestarle cada vez más atención a las redes sociales, y se ha intensificado durante procesos electorales.
En el caso argentino, las elecciones presidenciales del 2015 fueron el “gran salto” que la política nacional dio en el uso de las nuevas tecnologías de comunicación.
El cara a cara detrás de la pantalla
Las redes sociales se han convertido en arenas públicas (y políticas) de discusiones de todo tipo, pero el campo de batalla actual por excelencia es la red social de Elon Musk, X. La política argentina empezó a presenciar grandes batallas por Twitter, y los ejemplos sobran: Macri y Cristina han disputado inolvidables enfrentamientos twitteros, los sucesivos “Fin” del actual Vocero Presidencial Adorni, y no sin ir más lejos la muy activa cuenta de X del presidente Milei, que siempre ha dado nota con polémicas respuestas o publicaciones, incluso desde antes de asumir el cargo.
La semana pasada, fuimos testigos otro hecho más de un acalorado debate político versión detrás de las pantallas, esta vez entre Milei y CFK, desatando una batalla campal digital entre los seguidores de ambos políticos sobre el estado actual del país, tras 9 meses del nuevo gobierno.
¿Deberemos acostumbrarnos a estos “enfrentamientos” digitales por parte de las personas que definen el futuro de nuestro país? Probablemente sí.
-Martin Cristo
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