19/9/2024 - politica-y-sociedad

El “Tío” Vladimir, ¿Nuevo aliado de occidente?

Por Tobias

El “Tío” Vladimir, ¿Nuevo aliado de occidente?

Vladimir Putin & Donald Trump


La jugada de Kissinger en China

Corría el año 1971 cuando Henry Kissinger, Asesor de Seguridad de la Casa Blanca bajo la administración de Richard Nixon, se escapó de incógnito de una cena con el presidente de Pakistán para embarcarse en una operación de diplomacia secreta en China. Esta misión, posteriormente conocida como la ‘Operación Marco Polo’, llevó a Kissinger a Pekín con el apoyo logístico de las autoridades pakistaníes y el objetivo final de organizar una cumbre diplomática entre Nixon y Mao Tse-Tung. Tras 17 horas de negociaciones con el primer ministro chino, Zhou Enlai, Kissinger informó a Washington sobre el éxito de su misión, allanando el camino para la histórica reunión de 1972.

Desde una perspectiva ideológica, estos acontecimientos podrían parecer inusuales si se sacan de contexto. En aquel momento, el principal objetivo de Kissinger era acercar posiciones con China, mientras los Estados Unidos estaban profundamente involucrados en una carrera armamentista con la Unión Soviética. La cumbre con Nixon solo se llevaría a cabo bajo la condición de que Estados Unidos aceptara la postura de China sobre Taiwán como parte inalienable de su territorio, una postura conocida como la política de ‘Una sola China’. ‘Así será’, afirmó Kissinger repetidamente durante las negociaciones secretas.

Dejando de lado la ideología y priorizando los intereses estratégicos, Kissinger promovió este encuentro con la intención de crear una división entre los países de la esfera socialista. El pragmatismo de ambos líderes fue evidente durante la cumbre, donde Mao elogió a Nixon, diciendo: ‘Me gustan los derechistas. Dicen lo que piensan. No como los izquierdistas, que dicen una cosa y piensan otra.’ Este encuentro entre Nixon y Mao no solo fue fundamental para la distensión entre Estados Unidos y China, sino que también marcó el inicio de lo que eventualmente se convertiría en la China moderna, una entidad que hoy día despierta tanto admiración como preocupación en Occidente.

Rusia, China y Occidente.

Este año, los Estados Unidos se enfrentan a unas elecciones existenciales que enfrentan a Kamala Harris contra Donald Trump. La primera, vicepresidenta de la actual gestión, apoya ciegamente a Ucrania en su conflicto bélico con Rusia, y apunta a continuar empujando a Rusia fuera de Occidente y denunciando sus prácticas extorsivas en materia energética hacia el resto de Europa. La elección de Kamala Harris como presidenta de los Estados Unidos implicaría darle continuidad a las sanciones que pesan sobre el país tras su invasión a Ucrania, así como también el envío de recursos económicos y militares al país. Por otro lado, Harris garantizaría protección a Europa de los avances expansionistas del este, además de sostener las sanciones contra Rusia por sus persecuciones a las disidencias sexuales y la permanente violación de derechos humanos.

Trump, por otro lado, tiene una postura mucho más amable hacia Rusia. Desde un primer momento, Trump ha sido muy condescendiente con su par ruso, Vladimir Putin, mientras que al mismo tiempo se encarga de ensalzar su propia figura al afirmar que Rusia jamás se habría atrevido a invadir Ucrania si él siguiese en la Casa Blanca. Una y otra vez, Trump ha buscado moderar el relato que existe en Estados Unidos acerca de Putin; durante entrevistas, cuando el entrevistador se refería a Putin como un 'asesino', Trump respondía: 'Aquí hay muchos asesinos. ¿Acaso crees que nuestro país es tan inocente?' 

Dentro del campamento republicano, periodistas militantes de ultraderecha como Tucker Carlson, se hacen eco de una pertenencia de Rusia a Occidente enraizada en valores comunes como la religión judeocristiana, como parte de los lazos que convierten a Rusia en un aliado natural de Occidente. Carlson, que entrevistó a Putin en febrero de 2024, incluso respaldó a Vladimir Putin en su administración local. Posterior a la entrevista, Carlson se refería a ciudades como Moscú o San Petersburgo como ciudades limpias, sin delincuencia y con un transporte público excepcional. El periodista cerró su intervención preguntando: '¿Por qué no podemos hacer esto en Estados Unidos?'

El enemigo de mi enemigo

Al igual que Nixon en los años 70, Donald Trump parece querer replicar la estrategia implementada por Kissinger para enfrentar a la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Kissinger creía que tanto China como Estados Unidos podían verse mutuamente como contrapesos contra la Unión Soviética. Sin embargo, el Muro de Berlín cayó en 1989, y el comunismo fracasó como modelo político, económico y social.

El mundo de la posguerra fría se ha convertido en un entorno mucho más multipolar e inestable, especialmente tras la pandemia. En este nuevo contexto, China emerge como una potencia en ascenso, lo que representa una amenaza para los Estados Unidos. Antes de la pandemia, Donald Trump ya había avanzado en una intensa guerra comercial contra el gigante asiático.

Todo parece indicar que un eventual triunfo del partido republicano podría llevar al fin del conflicto en el este de Ucrania iniciado en 2022. Varios medios de comunicación occidentales, como DW, o el País han difundido solapadamente mapas que muestran las áreas controladas por los rusos en el este de Ucrania, las cuales pasarían a formar parte de la Federación Rusa en caso de que Trump “solucione el conflicto en 5 minutos”, como ha prometido, y busque actuar en tándem con Rusia contra China.

Este escenario sería un resultado extraordinario para Vladimir Putin si tales supuestos se llevarán a la práctica. Desde el inicio del conflicto en Ucrania y debido a las sanciones de occidente, la economía rusa ha dependido cada vez más del gigante asiático, lo que permitiría a Putin expandir su territorio y, al mismo tiempo, despegarse económicamente de Pekín. Sería, en todo caso, una jugada maestra del ex-KGB.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los medios de comunicación de Estados Unidos popularizaron un seudónimo para el sanguinario dictador Joseph Stalin, transformándolo de un ateo y anticapitalista en el afable “Tío” Joe. Será cuestión de ver lo que sucede en noviembre de este año en la carrera por la presidencia de Estados Unidos para determinar si Vladimir Putin, el autócrata homofóbico, pasa a convertirse en el “Tío” Vladimir.




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