En Argentina se está vivenciando un proceso que podrá ser, hasta la fecha, el conflicto más grande y complejo del actual gobierno. Dicho proceso es el “conflicto universitario”.
¿Por qué lo llamo “conflicto”? Se debe a que no es meramente una cuestión de caja, de auditar y fin. Sino que está atravesado por una gran serie de factores diversos: económicos, de clase, ideológicos, políticos, simbólicos y socio-culturales. No obstante, no podemos ocuparnos de todo, ya que para que sea realmente abarcativo deberíamos hacer un complejo trabajo de campo que llevaría otro tiempo y extensión. Por lo tanto, le anticipamos al lector o lectora que aquí pensaremos el “conflicto universitario” en los datos de carácter público, ya que es una buena base para pensar la disputa entre los distintos sujetos dentro del conflicto. Es menester arrancar hablando de cual es la situación económica, social y simbólica de la juventud, ya que son los jóvenes quienes habitan los espacios universitarios en gran medida.
Partiendo de la división en estratos sociales que utiliza El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), se puede observar con datos de la EPH del primer trimestre de este año (últimos datos disponibles) que el 42,3% de los estudiantes universitarios provienen de los 4 deciles de ingresos per cápita más bajos, y de ellos, el 91% asiste a universidades públicas. A su vez, otro dato más que interesante en este contexto, es que la participación de jóvenes de bajos ingresos en el sistema universitario se triplicó en las últimas décadas, pasando del 18% en 1996 al 42% en 2023.
Tal como se reflexiona en el quinto episodio de Socio.Podcast (2024) con la socióloga Melina Vázquez, podemos pensar que dentro del hartazgo de vivir en condiciones cada vez más paupérrimas de vida, y con más ataque a la juventud por ser estigmatizada en vivir en un “NiNi”, haciendo alusión que una gran parte de la juventud no estudia y no trabaja, se olvida que hay un gran sector que es un “SiSi”, que si estudia y si trabaja. Las juventudes son apuntaladas simbólicamente desde el sentido común, y de tal manera, se ignora que bajo condiciones de vida precarias, surge necesario complementar una vida de trabajo y estudio simultáneo.
Otro elemento a tener en cuenta es que, no es solo la pobreza y marginación cotidiana de los jóvenes que concurren a la universidad, sino a su vez, una precarización de los espacios de estudio. Más allá de recorrer distintas facultades, de hablar con estudiantes y que te cuenten las situaciones en carne propia, encontramos que a medida que pasan los años, la inversión en educación esta descendiendo, y para el presupuesto 2025 se estima que la inversión nacional en educación en 2025 será del 0,88% del PBI, siendo la más baja de la década, por debajo de lo invertido en 2024 (0,91%) y 2023 (1,48%). Es posible entrar a la base de datos del Banco Mundial, por dar un ejemplo, y ver lo lejos que estamos de otros países, y no necesariamente del “primer mundo”, para dar cuenta de que la baja en educación es un golpe financiero con graves consecuencias sociales para los jóvenes trabajadores. La importancia de invertir en educación, hay que repetir, es de suma importancia, por varias razones, pero podemos partir de la centralidad que tiene la educación en la vida social de los individuos. Las instituciones educativas tienen un fuerte mandato social de ser quienes guíen a sus poblaciones al conocimiento, al saber crítico y a la construcción de futuros mejores, aportando desde el lugar que ellos deseen. Si las instituciones educativas no tienen las herramientas necesarias para cumplir con el mandato social que se les asignó, ¿Acaso podemos pensar que el futuro que se nos acerca será de tener vidas habitables y dignas? Actualmente, la inversión anual por estudiante de una universidad pública se encuentra en los niveles más bajos desde 2004 según datos de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), cuando en realidad tendríamos que estar invirtiendo fuertemente en el conocimiento, el desarrollo científico y en la investigación.
A eso se debe la rabia del movimiento estudiantil, al negarse en invertir el 0.14% del PBI que estimaba gastar el presupuesto educativo que fue vetado. De manera que da cuenta de que no se considera a la educación como un derecho social, sino como un elemento de mercado (Puiggrós; 2010). No obstante, el país está en condiciones de perdonar mediante blanqueo de capitales a todos aquellos que han cometido delitos fiscales, o de otorgarle a la multinacional “MercadoLibre” más de U$S 100 millones por año en subsidios del Estado, siendo beneficiada por el "régimen de promoción de empresas de la economía del conocimiento". Con la educación tiene que haber un cambio de perspectiva, y es dar a entender que “es un derecho humano fundamental porque se impone sobre el ingrato azar de la desigualdad” (CIN, 2024). Por lo tanto, las juventudes cada vez más empobrecidas buscan en las instituciones educativas públicas un deseo de dedicarse a lo que desean, como una salida de las condiciones de vida precarias que la matriz neoliberal les presenta. Para complementar lo escrito anteriormente, en el siguiente cuadro veremos un poco la situación material de las universidades:
Como se puede apreciar, hay un fuerte descenso en todos los elementos: pago de salarios docentes y no docente, financiamiento para el funcionamiento universitario, la inversión en carreras estratégicas, en la ciencia y técnica en Universidades, y podríamos seguir.
Una reflexión para cerrar. Estamos presenciando como desde el Estado, materialmente y simbólicamente, hay un ataque a la educación pública. Los datos sobre las Universidades Nacionales son un ejemplo. A su vez, se acusa de “marxistas”, “comunistas” y otros adjetivos ideológicos a quienes habitamos las instituciones públicas. Además de delatar la ignorancia de los correspondientes funcionarios, hay una fuerte intención en todas las áreas de la vida: mercantilizar lo más que se pueda. El conflicto universitario disputa, sobre todo, que no todo es mercantilizable, y que tenemos derechos sociales, como el derecho a la educación y a la cultura, a tener trabajos dignos y vidas más justas. Hoy el movimiento estudiantil, no piensa en socialismo, comunismo, pensar que ese es el grado de consciencia es un desconocimiento total del estudiantado. El reclamo es simple: dejen de precarizar nuestras vidas.
Fuentes:
SocioPodcast (2024). ¿Por qué los jóvenes siempre tenemos la culpa? con Melina Vázquez
https://open.spotify.com/episode/2rvwwqlysJ2uInpAsLQBx8?si=tYCD9dztTXucgvy4RNEGAg
ACIJ (2024) "Análisis de la ejecución presupuestaria del Sistema Universitario Nacional. Primer Trimestre de 2024. https://acij.org.ar/wp-content/uploads/2024/04/ACIJ-Analisis-de-la-Ejecucion-Presupuestaria-del-Sistema-Universitario-Nacional.pdf
https://chequeado.com/el-explicador/estudiantes-universitarios-4-de-cada-10-provienen-de-hogares-de-bajos-ingresos/
https://chequeado.com/el-explicador/el-presupuesto-educativo-de-2025-sera-el-de-menor-participacion-sobre-el-pbi-de-la-ultima-decada/
https://chequeado.com/el-explicador/marcha-federalmarcha-federal-universitaria-cual-es-el-presupuesto-anual-por-estudiante-de-grado-y-pregrado-universitaria-cual-es-el-presupuesto-anual-por-estudiante-de-grado-y-pregrado/
Adriana Puiggrós (2010) De Simón Rodríguez a Paulo Freire. Bs.As: Editorial Colihue
https://www.cin.edu.ar/la-universidad-publica-base-de-la-democracia-y-el-desarrollo-social/ (Consejo Interuniversitario Nacional, 2024)
https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/sintesis_2022-_2023.pdf (Síntesis de Información Estadística Universitaria)
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