La siguiente fase de la campaña de presión del gobierno de Trump sobre el gobierno del presidente Nicolás Maduro podría ser un sabotaje o algún tipo de operación cibernética, psicológica o informativa.Credit...Agence France-Presse — Getty Images
Un giro inesperado en la estrategia estadounidense
La relación entre Estados Unidos y Venezuela vuelve a ocupar el centro del escenario, esta vez con una mezcla de presión militar, planes secretos y conversaciones discretas que configuran un contexto tan inestable como decisivo. Donald Trump ha autorizado operaciones encubiertas de la CIA, mientras, en paralelo, abre canales de negociación con Nicolás Maduro. Un doble juego que busca reposicionar a Washington en una región que ya no se acomoda tan fácil a viejos alineamientos.
¿hacia dónde quiere ir realmente Estados Unidos?
La luz verde de Trump
La Casa Blanca aprobó una serie de planes diseñados por la CIA para actuar dentro de Venezuela. No hay detalles públicos —como es lógico—, pero el abanico va desde sabotaje, hasta operaciones cibernéticas, psicológicas o informativas. Se trata de herramientas que, en otros escenarios, han servido para “preparar el terreno” antes de escaladas mayores.
Lo más llamativo es que estos movimientos se dan sin que Trump haya autorizado tropas terrestres. Ese límite sigue en pie, pero la magnitud del nuevo capítulo es clara: Washington está dispuesto a tensar la soga, aunque mantenga un pie en el terreno diplomático.
Negociaciones en paralelo
Mientras se evalúan operaciones secretas, existen conversaciones informales entre representantes de Trump y funcionarios del régimen. Allí aparece un Maduro sorprendentemente flexible, ofreciendo acceso preferencial al petróleo venezolano para empresas estadounidenses.
Incluso deslizó una posibilidad impensada hace algunos años: su renuncia, pero con un período de transición de dos a tres años. La Casa Blanca dio un portazo a esa opción. Para Trump, cualquier demora prolongada en la salida del líder venezolano es —por lo menos— “inaceptable”.
La combinación de oferta petrolera y flexibilidad política refleja un régimen acorralado, pero todavía calculador. Y al mismo tiempo, exhibe una administración estadounidense más enfocada en intereses estratégicos que en discursos ideológicos.
La operación “Lanza del Sur”
Uno de los elementos más visibles de esta etapa es la presencia militar estadounidense. Con el portaaviones USS Gerald R. Ford en el Caribe y unos 15.000 efectivos desplegados entre buques y bases regionales, Washington ejecuta la mayor concentración naval en la zona desde la crisis de los misiles.
Esto no implica, necesariamente, una intervención militar inminente. Pero sí envía un mensaje contundente: el margen de maniobra de Maduro se achica.
Al Pentágono no se le escapa nada: tiene listas de instalaciones vinculadas al narcotráfico para posibles ataques y unidades militares cercanas al poder político venezolano como objetivos potenciales.

El frente legal y político: el Cartel de los Soles bajo la mira
Estados Unidos anunció que el Cartel de los Soles será designado como organización terrorista. Más allá del debate sobre si este grupo encaja o no en esa categoría, la decisión tiene un propósito claro:
subrayar una ruta hacia la justificación legal de una acción militar o, en su defecto, presionar directamente a los sectores del poder venezolano involucrados.
Este movimiento reconfigura la narrativa internacional sobre Venezuela y prepara terreno para futuros pasos, sean militares o diplomáticos.
Ataques a embarcaciones y controversias internas en Washington
Desde octubre, Estados Unidos lanzó 21 ataques contra embarcaciones sospechadas de tráfico de drogas, con al menos 83 muertos. Trump asegura que se basan en inteligencia sólida. Sin embargo, funcionarios admitieron ante el Congreso que las embarcaciones transportaban cocaína, no fentanilo, como dijo el presidente públicamente.
Este punto abrió críticas internas:
¿Tiene el presidente autoridad para ordenar ataques sin aprobación del Congreso?
¿Se está atacando a civiles sospechados pero no confirmados como combatientes?
Es una zona gris legal que podría incomodar incluso a aliados políticos de Trump, dependiendo de cómo escale la operación.
¿Qué quiere realmente Estados Unidos?
Aunque parezca mentira, el mayor misterio no es Maduro sino Trump. Las opciones están todas sobre la mesa:
Un acuerdo petrolero que relance la influencia económica de EE. UU.
Una transición pactada con salida “ordenada” del líder venezolano.
Una intervención militar, directa o encubierta, para forzar el fin del régimen.
La falta de una definición explícita por parte del presidente alimenta la incertidumbre. Y quizá esa ambigüedad sea parte de la estrategia: mantener a todos —Maduro, la región y hasta su propio equipo— sin certezas.
Un tablero en movimiento que nadie controla del todo
La estrategia estadounidense tiene presión militar, operaciones encubiertas y negociación diplomática. Es un enfoque híbrido que puede girar hacia una salida negociada o hacia una escalada militar.
Hoy, el escenario es volátil y abierto. Venezuela se mueve en su crisis eterna, pero ahora con un actor externo dispuesto a recalibrar el equilibrio regional.
¿será esta vez la jugada que cambie algo?
Porque las movidas están sobre la mesa, pero el desenlace —todavía— es terreno desconocido.

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