Evo Morales, Donald Trump Cristina Kirchner y Jair Bolsonaro, víctimas de la violencia politica.
En los últimos años, la seguridad personal de los dirigentes políticos se ha deteriorado, esta tendencia comenzó con el ataque a Jair Bolsonaro, siguió con el intento de asesinato a Cristina Kirchner y culminó este fin de semana con el atentado contra Evo Morales. Mientras tanto, violencia en la sociedad, que acompaña esta tendencia, se exhibe por ejemplo en los ataques contra inmigrantes musulmanes el último agosto en el Reino Unido. Todo este cóctel se da en el marco de una profunda crisis de identidad en Occidente, donde los valores democráticos de pluralismo y tolerancia están siendo erosionados.
Crisis de representación y Polarización en Occidente
En Estados Unidos, la polarización política está alcanzando niveles preocupantes. En el marco de las elecciones, las encuestas revelan que el 54% de los republicanos cree que va a haber una guerra civil en esta década y el 41% de los demócratas está de acuerdo. Cifras que solo se exacerban frente a sucesos como los dos intentos de asesinato contra Donald Trump, o la creencia enraizada entre los votantes republicanos de que existen posibilidades de un fraude electoral masivo en las elecciones del proximo martes.
La toma del Capitolio en enero de 2021 fue un claro indicador de esta intolerancia que no para de crecer en Estados Unidos. Todos tenemos en la memoria como los partidarios de Donald Trump intentaron impedir la certificación de los resultados electorales, revelando la creciente desconfianza de los ciudadanos hacia las instituciones del país. Este hecho se vuelve aún más alarmante ante la posibilidad de que, si el partido republicano pierde nuevamente las elecciones, la desconfianza y el cuestionamiento sobre la veracidad de los resultados electorales podrían desencadenar una crisis similar o, potencialmente, sumergirnos en un terreno desconocido y peligroso para la estabilidad democrática de la primera potencia del mundo.
Europa no ha estado exenta de violencia política. A pesar de que sus instituciones fomentan el multiculturalismo y la tolerancia, la violencia y la polarización también han afectado al viejo continente. En los meses de julio y agosto, el Reino Unido se vio sacudido por un asesinato múltiple perpetrado por un afrodescendiente. La situación se agravó cuando en las redes sociales comenzaron a agitarse rumores afirmando que el asesino era un inmigrante ilegal de origen musulmán. Desatando el caos en las calles del Reino Unido, donde manifestantes, atacando a la policía, exhibieron su xenofobia al asaltar un hospital dedicado a la atención de inmigrantes. En algunos medios internacionales, este suceso fue comparado con la Kristallnacht (Noche de los cristales rotos) en Alemania. Sin embargo, el asesino no era musulmán ni inmigrante, sino una persona de segunda generación de migrantes, es decir, un inglés.
América latina no se queda atrás. El ciclo de violencia política comenzó con una puñalada contra Jair Bolsonaro durante su campaña electoral en 2018, un incidente que sacudió a la campaña brasileña de 2018. A esto le siguio el intento de asesinato contra Cristina Kirchner en 2022, otra imagen para la coleeccion que quedo en el olvido despues de imagenes tan drasticas como bolsas mortuorias y guillotinas en la plaza de mayo. Ese mismo año, Brasil experimentó una de sus campañas presidenciales más violentas de los últimos tiempos, con un saldo trágico de 40 personas fallecidas, destacando la intensidad de los conflictos políticos. Además, el asesinato de Fernando Villavicencio, candidato a la presidencia de Ecuador, marcó el primer atentado exitoso en esta larga y trágica lista de incidentes.
Las redes sociales y la pauperización de la post pandemia
Muchos analistas han destacado el papel de las redes sociales en el recrudecimiento de la violencia que transita del ámbito virtual al real. No obstante, es importante considerar que, más allá de su rol como plataformas de comunicación, las redes sociales también expresan las frustraciones de una sociedad occidental cuya calidad de vida se vio significativamente afectada por las restricciones durante la pandemia.
Dichas restricciones causaron crisis económicas en los países en desarrollo y han intensificado las tendencias migratorias que ya existían antes de la pandemia. Actualmente, en la Unión Europea se debate abiertamente sobre la creación de campos de reubicación en terceros países, como Albania donde los migrantes deberían permanecer mientras se procesan sus trámites migratorios. Este contexto ha exacerbado manifestaciones de xenofobia y racismo, que han encontrado en las redes sociales un terreno fértil para su crecimiento.
Además, la inflación y el aumento del costo de vida y de la energía tras la invasión rusa en Ucrania han empeorado las condiciones de vida, intensificando la frustración y la búsqueda de culpables ante este difícil contexto. Por primera vez en la historia del Reino Unido, la BBC informó sobre ciudadanos que se vieron obligados a omitir comidas debido a la crisis inflacionaria.
Las nuevas cara de la Polarización
La violencia política en Occidente refleja una profunda crisis de identidad y representación, exacerbada por una serie de factores socioeconómicos y culturales. Los ataques contra líderes políticos y ciudadanos en América Latina, Estados Unidos y Europa evidencian una polarización y una desconfianza creciente hacia las instituciones democráticas, mientras que las redes sociales actúan como amplificadores de este descontento. A esto se suma la presión de las crisis económicas post-pandemia y la gestión de flujos migratorios, que intensifican la xenofobia y el racismo. Este panorama, complejo y multifacético, desafía los valores de pluralismo y tolerancia que históricamente han definido a las democracias occidentales, planteando un reto crucial para la estabilidad y la cohesión social en un mundo cada vez más interconectado.
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