Después de tantas idas y vueltas judiciales, Amazon Prime finalmente estrenó “Síganme”, la esperada biopic inspirada en la primera presidencia de Carlos Saúl Menem. Su primera (y por ahora única) temporada recorre la excentricidad que marcó su vida personal, la audacia de su estilo de gobierno y el profundo impacto que tuvo en la Argentina de la década del noventa que cambió al país para siempre. Desde su llegada al poder con una estética populista y carismática, hasta su consolidación como símbolo de una década de reformas, privatizaciones, escándalos y el “pizza con champagne”, la serie reconstruye los días dorados y oscuros de uno de los personajes más complejos de la política nacional. ¿Quién fue Carlos Saúl Menem?
Al igual que su historia, la serie no estuvo exenta de polémicas: el neoliberalismo, el indulto a los militares, las fiestas VIP en la Quinta de Olivos, la Ferrari roja, su promesa de austeridad, “el salariazo” y viajes a la Estrátosfera, las “relaciones carnales” con EEUU, el tráfico de armas, entre otros. Entre tantas polémicas que revive para aquellos que vivieron los movedizos años noventosos y para los que no, Síganme vuelve a poner en debate la trágica muerte de Carlos Facundo Menem Yoma. ¿Fue un accidente o un atentado? ¿Quiénes sostienen ambas teorías? ¿Algún día se llegará a la verdad?
La versión oficial
Al igual que su padre, Carlos Facundo Menem vivía la vida sin frenos. Comenzó su carrera como piloto de rally en 1987, al volante de un Peugeot 504, que ya había utilizado en competencias anteriores. Con el tiempo fue cambiando de vehículo: pasó a un Renault 18 y, a comienzos de la década de los noventa, ya como hijo del Presidente, dio el salto al plano internacional. Parecía no tener techo hasta que todo cambió el 15 de marzo de 1995.
Aquella tarde iba piloteando un helicóptero junto al piloto de TC Silvio Oltra. La intención era ir de San Nicolás hacia el autódromo de Rosario. Según algunas versiones, iban a participar o asistir a un evento de automovilismo o realizar una exhibición. La custodia seguía al vehículo desde la ruta hasta que tuvo que detenerse para “cambiar una rueda” y a partir de ahí, todo fue traducido a un desastre. Según cuentan los testigos Carlitos Jr. venía manejando a una baja altura y la visión estaba opacada por la niebla hasta que se enredó con unos cables de alta tensión, lo que provocó la pérdida de control y la caída en un campo cercano a Ramallo. Silvio Oltra falleció en el acto y Menem, en un hospital un par de horas después. No se encontraron indicios de fallas mecánicas previas ni señales de sabotaje, y el caso fue cerrado como un accidente provocado por un error de pilotaje. La Junta descartó oficialmente cualquier intervención externa o causa criminal.
Sin embargo, esta versión oficial fue rápidamente contratacada por la mayoría de la opinión pública. Desde el primer día, Zulema Yoma, madre de Carlitos y exesposa de Carlos Menem, se negó a aceptar esa explicación. Afirmó que la escena del suceso fue alterada para ocultar que su hijo había sido asesinado y el cuerpo tenía impactos de bala. El Estado cerró filas en torno al relato técnico. Sin embargo, los años no aplacaron las dudas. ¿Fue realmente un accidente aéreo, o la muerte encubierta de alguien que sabía demasiado? Las preguntas siguen abiertas. Y en esa herida sin cerrar, late uno de los silencios más incómodos de la historia política argentina.
¿Por qué se cree que fue un atentado?
En 1989, Menem había recibido financiamiento por parte de Siria, Irán y Libia. A cambio, el riojano debía entregar un misil, un reactor nuclear y uranio, a cada uno de los países respectivamente. Sin embargo, un par de años después de asumir, Menem se alejó de estos países para estar aún más cerca de EEUU ya que estos últimos había denunciado múltiples casos de corrupción. Las promesas no cumplidas parecen haberse pagado con el atentado a la Embajada de Israel y dos años después, AMIA. Otros argumentan que existió un tercer atentado: el ataque a su propio hijo fue un ajuste de cuentas donde distintos funcionarios apuntan a Siria como el principal apuntado.
Además de estos posibles acuerdos políticos mafiosos no cumplidos, Zulema sigue insistiendo en que su hijo tenía conocimiento directo de los movimientos que el Gobierno Nacional realizaba para vender armas en secreto hacia Croacia y Ecuador, dos países que, en ese momento, tenían prohibido recibir armamento por estar involucrados en conflictos armados o por compromisos internacionales asumidos. Carlitos le habría manifestado su intención de “hacerlos públicos” ya que estaba inquieto en los días previos a su muerte y se sentía amenazado. Si bien no hay pruebas concluyentes de que el hijo del Presidente del momento estuviese efectivamente investigando o participando en la denuncia de estos hechos, el momento y la cercanía a los protagonistas clave del escándalo refuerzan la sospecha de una posible intención de “borrarlo del mapa”.
La investigación fue sospechosamente breve y eficaz donde fue aceptada sin cuestionamientos por las autoridades y el expediente judicial se cerró en tiempo récord. En las fotografías de archivos hay algunos detalles que pueden percibirse como impactos de balas, pero el helicóptero fue rápidamente entregado a la aseguradora y hasta llegó a desaparecer una parte generando que no se perite la aeronave completa. En cuanto a la autopsia, también fue dudosa e incluso Zulema Yoma llegó a dudar que haya sido su hijo el cuerpo que recibió el peritaje, pero tres jueces determinaron que ese era Carlos Menem Jr.
A pesar de todo, ¿no existieron testigos o peritos que estuvieron en la escena al instante? Sí, pero varios de ellos no pudieron contar toda su versión ante la policía (algunos ni siquiera una parte), una versión que podía favorecer la teoría del atentado. Se estima que entre once y catorce testigos fallecieron en extrañas circunstancias en menos de dos años. Entre ellos se destacó el cuidador del campo donde ocurrió el accidente quien afirmó haber visto “valijas, sobres y dinero suelto” luego del accidente. Poco tiempo después, murió atropellado. Su testimonio nunca fue ampliado. Otras muertes llamativas en ese período involucraron a personas relacionadas indirectamente con el caso: un ayudante del perito, el jefe de la División de Helicópteros, un médico que habría atendido a Carlitos, y algunos testigos y familiares. Ninguna de estas muertes fue investigada en profundidad.
La teoría se reforzó cuando el mismo Carlos Saúl Menem afirmó en 2014 que su hijo fue víctima de un atentado realizado por Hezbollah, una organización terrorista de origen libanés. Dijo haber conocido a los autores del ataque durante los noventa, pero jamás los sacó a la luz ya que era un secreto de Estado. Jamás dijo los nombres y el ex-Presidente falleció el 14 de febrero de 2021.
¿Qué le queda al resto?
En treinta años, ni la Justicia ni el Estado pudieron (o quisieron) responder con claridad qué ocurrió realmente ese día. ¿Fue un accidente? ¿Un atentado? ¿Un crimen silenciado por conveniencia política?
A raíz de esto surge una duda incómoda: si jamás se supo la verdad sobre la muerte del hijo de un Presidente de la Nación en ejercicio y con un gran poder político, ¿qué puede esperar cualquier ciudadano sin apellido, sin escoltas, sin cámara de prensa y sin un contacto con la Casa Rosada? La muerte de Carlitos Menem Jr. es más que una tragedia familiar: es una muestra brutal de la fragilidad de la Justicia de nuestro país, de su selectividad y de su falta de recursos.
El caso nunca cerró del todo porque el Estado nunca lo abrió del todo. No hubo voluntad política, ni presión institucional, ni transparencia. Y en ese vacío quedaron el dolor, la sospecha y una democracia incapaz de ofrecer certezas mínimas. En un país donde muere el hijo de un presidente y nadie responde por ello, el mensaje es claro: si el poder no protege ni siquiera a los suyos, ¿quién puede sentirse verdaderamente protegido?
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