China se encuentra apostando a su relación con los países en desarrollo que necesitan financiación y manufacturas, y por eso apunta a regiones como Latinoamérica. Pero, ¿cuáles son las perspectivas de la Relación Bilateral Argentina-China?
La relación entre Argentina y China se perfila como una de gran importancia en el contexto global actual, marcado por la creciente influencia de China y la búsqueda de estabilidad en un entorno económico incierto. China sigue consolidando su liderazgo global a través de estrategias que combinan avances en diferentes órdenes con un enfoque de "prueba y error". Este proceso se enmarca en un mundo que, aunque presenta una "volatilidad estabilizada", enfrenta un crecimiento económico debilitado y posibles tensiones geopolíticas, aunque sin un riesgo inmediato de confrontaciones directas. Recordemos el lunes negro de los mercados asiáticos y los conflictos bélicos de Medio Oriente y Europa. Algo que no le escapa al gigante asiático.
En el ámbito de la relación bilateral, Argentina y China están experimentando un crecimiento multidimensional basado en un pragmatismo compartido. China, con su ambiciosa Estrategia de Circulación Dual y la iniciativa "Made in China 2049", busca reforzar su papel global mientras realiza reformas internas en áreas como política, economía, tecnología y seguridad. En este contexto, la relación entre ambos países podría expandirse significativamente, especialmente en sectores clave como minería, la energía y la petroquímica.
Sin embargo, el camino hacia una mayor integración presenta desafíos. La negociación de un Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Mercosur y China muestra avances, pero enfrenta obstáculos debido a las posturas divergentes dentro del bloque. A pesar de estos desafíos, hay un fuerte interés en Argentina por explorar nuevas oportunidades y mejorar las relaciones con China, en línea con la propuesta de Uruguay dentro de Mercosur y a pesar de las distancias discursivas del oficialismo.
Uruguay sigue trabajando en profundizar su relación con China con un Tratado de Libre Comercio, ya sea de forma bilateral —como estaba planeado originalmente— o dentro del Mercosur, por lo cual se realizó una reunión entre La Calle Pou y Milei.
En este sentido, China se está consolidando como un importante inversor en Argentina, con proyectos significativos en minería, energía renovable y manufactura. Las inversiones chinas en el país abarcan desde la modernización del ferrocarril Belgrano Cargas y la construcción de parques eólicos y solares hasta la adquisición de activos en el sector del litio. Estos desarrollos ofrecen a Argentina oportunidades para impulsar su crecimiento en sectores estratégicos, aunque también traen consigo desafíos en términos de competencia y políticas comerciales.
El impacto de la relación con China en la economía argentina será determinado en gran medida por el éxito de las políticas económicas internas y las medidas de contención implementadas. A medida que Argentina se ajusta a un nuevo escenario macroeconómico que incluye la eliminación del Impuesto País y la apertura comercial, se prevee un aumento en las inversiones y el comercio. Sin embargo, el país también debe enfrentar desafíos, como la sobrecapacidad en la siderurgia y la presión de las importaciones chinas en varios sectores.
Para maximizar los beneficios de la relación con China, Argentina necesita adoptar una estrategia pragmática que contemple tanto las oportunidades como los riesgos. Es crucial mantener herramientas de defensa comercial, como medidas antidumping y reglamentos técnicos, para proteger la industria local y garantizar un entorno comercial justo. Además, la cooperación entre los sectores público y privado será esencial para aprovechar las ventajas y mitigar los impactos negativos de esta relación. En esta relación será clave el rol de la Organización Mundial de Comercio y sus regulaciones, a las que ambos países deben apegarse si no quieren incurrir en faltas por dumping (algo que el país asiático es denunciado a medido) o incumplimiento de pagos y expropiaciones al borde de la ley (algo en lo que Argentina tiene experiencia).
En resumen, la relación bilateral entre Argentina y China está en una fase de crecimiento con grandes oportunidades, pero también con desafíos significativos. El éxito futuro dependerá de la capacidad de Argentina para navegar en este entorno complejo y de su habilidad para implementar estrategias efectivas que maximicen los beneficios y gestionen los riesgos asociados, en una posición de poder des-balanceada ante China.
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