Un nuevo reto para RRHH: Interpretar el silencio de los jóvenes sobre sus aspiraciones profesionales
Es común ver a jóvenes asumiendo roles gerenciales y liderando emprendimientos con entusiasmo e ímpetu. Aunque buscan crecimiento profesional, su ambición se centra más en recibir retroalimentación y una remuneración justa, priorizan el desarrollo personal por encima del simple disfrute de sus tareas cotidianas. Esta mentalidad ejemplifica el fenómeno Quiet ambition, que busca equilibrar el doble rol: personal - familiar.
La creencia de que todos los empleados buscan ascender a cargos gerenciales está cambiando drásticamente. Las nuevas generaciones valoran la autonomía, buscan un entorno que los empodere, les brinde reconocimiento y ofrezca feedback constante en sintonía con sus valores. Sin embargo, hay una disparidad entre cómo se perciben a sí mismos y cómo son vistos por sus superiores, lo que crea un entorno laboral desafiante y lleno de complejidades.
Existe un fenómeno y una nueva actitud generacional menos orientada a la competencia que sacude al mundo laboral: la Quiet ambition, una ambición silenciosa, que parece guiar sus acciones de manera estratégica y sutil.
¿Qué piensan y buscan los jóvenes profesionales hoy?
La quiet ambition es un concepto que encarna nuevos vínculos con el trabajo, prioriza aspectos distintos a los modelos tradicionales. Desde que la impaciencia y la insatisfacción irrumpieron en las organizaciones, la percepción de la ambición comenzó a influir en el clima laboral.
Muchos directivos ven estas actitudes como negativas y generan tensiones en los equipos. Sin embargo, algunas empresas eligen no desalentar estas tendencias, sino aprovecharlas para fomentar un entorno más equilibrado.
A estas alturas, la motivación entre los veinteañeros no siempre es explícita, ya que suelen ser discretos al verbalizar sus aspiraciones. Por su parte, las empresas a menudo muestran cautela frente a los aspiraciones ambiciosas de sus colaboradores, temiendo que estos cambios puedan afectar el crecimiento económico. En este contexto, la ambición silenciosa surge como un fenómeno que presenta un nuevo modelo de trabajo, que, aunque subóptimo, ofrece beneficios.
“Esperar” ya no forma parte de nuestro vocabulario, afirma un joven de 28 años, capturando el espíritu de la ambición silenciosa que define a muchos profesionales de hoy. Aunque experimentan un fuerte deseo de avanzar, a menudo les cuesta expresar este impulso y entender su verdaderos intereses.
El exceso de mimo y la sobrevaloración de sus logros generan barreras en su desarrollo, fomenta actitudes más solitarias e individualistas. Para esta generación, un entorno menos competitivo y más colaborativo resulta más motivador, permitiéndoles prosperar en un espacio donde la presión constante no ahogue su creatividad y crecimiento.
En consecuencia, mapear las dinámicas del mercado en tiempo real es complicado. Los jóvenes profesionales a menudo lidian con expectativas irreales y valores desmedidos, lo que puede llevarlos a aislarse y volverse más influenciables, dificultando su desarrollo.
En este sentido, se afirma que la quiet ambition existe y no puede ser ignorada.
Por tanto, reconocer y valorar tanto la innovación de los jóvenes como la experiencia de los veteranos es tarea inmediata para sostener nuevas generaciones.
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