El Latam Economic Forum 2025 volvió a ser una de los eventos económicas más importantes del año. Una sala llena, paneles encendidos y un clima que osciló entre el entusiasmo, el dogmatismo y, por momentos, cierta sobredosis de optimismo. Con Fingurú estuvimos allí para cubrir cada detalle de una jornada que buscó responder la gran pregunta: ¿hacia dónde va Argentina?

Milei, entre la prepotencia y el boom de confianza
El presidente Javier Milei abrió su exposición con el tono que ya le conocemos, pero elevado a una nueva potencia: visiblemente molesto por la caída del proyecto “Ficha Limpia” —y sin ocultar su enojo con la diputada Silvia Lospennato—, se mostró confrontativo, directo y por momentos, prepotente. Pero eso no le impidió desplegar su habitual clase de conceptos económicos con una claridad técnica que combinó con un fuerte relato ideológico.
Según Milei, el sistema económico argentino se está corrigiendo sobre “bases graníticas” y sólo se ve afectado cuando entra en juego un “ente siniestro” como el Banco Central. Habló de “presión sobre el tipo de cambio real” por la emisión en EE.UU., de “una economía poco monetizada” y de la necesidad de un “salto estructural” para alcanzar la estabilidad.
Lo que más recalcó —y lo repitió varias veces— fue que los argentinos tienen hasta 400 mil millones de dólares fuera del sistema, guardados en colchones, y que ese ahorro, si se canaliza, podría desatar un boom de inversión. Esa afirmación fue casi un mantra a lo largo de su discurso: el futuro depende de que esos dólares escondidos salgan a la luz.
También prometió que “no va a emitir”, que hacia mediados del próximo año la inflación será historia, y proyectó, sin titubeos, que si se consolida este camino, en 20,30 o quizás 15 años Argentina podría transformarse en una potencia. Lo dijo convencido. Demasiado convencido. Tanto que uno podría preguntarse si no hay una fe excesiva en un proceso que aún está lejos de mostrar resultados palpables para la mayoría.
Luis Caputo: eficiencia y orden como hoja de ruta
El ministro de Economía, Luis Caputo, adoptó un tono más calmo pero igualmente enfático. Sentenció que “se terminó el modelo de la Argentina miserable”, y que el país transita ahora un camino inverso: hacia la eficiencia, la inversión privada, el orden fiscal y la apertura. Aseguró que “no es casualidad” la inflación récord ni el tipo de cambio caro que heredaron, y que el modelo anterior “se terminó”.
Caputo celebró la baja de impuestos, el ajuste del gasto —que cifró en un 30%— y la remonetización como ancla de una economía “normal”. También fue claro al decir que el verdadero motor será el sector privado, al que le toca ahora, según sus palabras, ser protagonista.

¿Y entonces? ¿Hacia dónde va Argentina?
Si uno se guiara solo por los discursos, el rumbo está claro: ajuste hoy, recompensa mañana. El Gobierno cree estar escribiendo un nuevo capítulo económico, y lo narra con entusiasmo, certezas y proyecciones a largo plazo que bordean el terreno de la profecía.
Sin embargo, en el Latam Economic Forum 2025, se respiró tanto optimismo que por momentos pareció excesivo. Las proyecciones se plantearon con una seguridad llamativa en la política argentina, y aunque es reconfortante ver un equipo económico que cree en su plan, también resulta inevitable preguntarse si no hay una sobreestimación del contexto, de los tiempos, y de la paciencia social.
Javier Milei estuvo encendido, desafiante, fiel a su estilo sin filtros.
El camino hacia una Argentina potencia puede estar trazado. Pero queda claro que, entre los colchones y la calle, hay un país real que todavía espera señales concretas. Y en ese intermedio, el relato puede ser tan peligroso como necesario.
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