El líder supremo iraní, el ayatolá Ali Khamenei
La región de Medio Oriente comenzó el 7 de octubre un proceso bélico que sacudió a la región por completo. Lo que comenzó como un operativo de defensa frente a un atentado terrorista generó un efecto dominó en la región que suma al conflicto a nuevos actores cada día que pasa. En este contexto, el país que representa un mayor riesgo a nivel regional es la República Islámica de Irán. La nación chiita cuenta con un creciente y amenazante programa nuclear y una guerra directa con Israel podría ser el desencadenante de un conflicto sin escalas desde la Segunda Guerra Mundial.
El sistema político Iraní ha sido muchas veces catalogado como una Teocracia Radical, pero ¿Como se toman decisiones en una teocracia? ¿Hay elecciones? ¿Cuánto peso tiene la religión en la política del país? ¿Cómo afecta este sistema de decisiones al conflicto irani?
¿De dónde vienen los iraníes?
Los iraníes pertenecen a la rama chiita del Islam, que emergió tras la muerte de Mahoma, el máximo profeta y líder político del islam. La desaparición de Mahoma desencadenó un intenso conflicto sucesorio que eventualmente llevó a la división del Islam en las facciones que conocemos hoy. Los chiitas, que constituyen una minoría, tienen una presencia significativa principalmente en Irán, Irak y partes de Siria. Esta división no solo marcó las diferencias teológicas y rituales, sino que también influyó en la configuración política y social de las regiones donde los chiítas son mayoría.
Durante años, al igual que en muchos países de mayoría islámica, la democracia no se implementó en Irán; en su lugar, se estableció una monarquía dictatorial laica bajo el mandato del Sha. Este régimen garantizaba grandes beneficios a los inversores extranjeros a través de un proceso de modernización que, según el clero islámico, estaba transformando al país en una nación amoral y alejada de Dios. Durante el gobierno del Sha, se restringía severamente la libertad de expresión y se perseguía a opositores políticos mediante la policía secreta, conocida como SAVAK. Esta represión política incluía la vigilancia y persecución en mezquitas chiítas y contra figuras religiosas, a pesar de que las mezquitas a menudo funcionaron como refugios para la disidencia.
Además, el Sha llevó adelante una modernización agrícola que implicó el desmantelamiento del sistema feudal en las zonas rurales de Irán. Esta reforma desintegró el tejido social, puesto que muchos campesinos recibieron tierras pero carecían de los recursos necesarios para cultivarlas eficazmente. Esto generó una masiva migración del campo a la ciudad de ciudadanos conservadores y descontentos con las políticas del Sha, quienes se encontraron con una urbe que no estaba preparada para acogerlos. Las precarias condiciones de vida, los resentimientos acumulados y el carácter conservador y ultra religioso de estos nuevos habitantes urbanos crearon el caldo de cultivo perfecto para la revolución que estallaría en 1979.
A nivel internacional, el Sha de Irán era un aliado fundamental de los Estados Unidos en la región durante ese período, lo que puede parecer extraño dada la conflictividad que Irán ha generado en los últimos años. No obstante, Irán no solo era un aliado estratégico de los Estados Unidos, sino también de Israel en la región. Esta alianza era parte de una política más amplia diseñada para mantener la estabilidad regional y contrarrestar la influencia de la Unión Soviética durante la Guerra Fría.
Religión y Estado, asunto unificado:
En 1979, después de meses de intensas protestas urbanas, el Sha de Irán se vio obligado a abandonar el país, oficialmente por razones de salud y "cansancio". Mientras el Sha partía en soledad, sin ceremonias de despedida ni honores significativos, el Ayatolá Jomeini, líder religioso chiita que había estado en exilio desde 1963, preparaba su retorno triunfal. Tras años de exilio primero en Irak y luego en París, Jomeini regresó a un país que lo recibió con gran expectación y emoción, listo para liderar la anhelada reforma política y social.
Sin embargo, el sector religioso no estaba solo; dentro de los grupos revolucionarios se encontraba el Partido Comunista Tudeh, que aglutinaba a sectores de izquierda clave en las protestas sociales. Esta coalición de intereses, que combinaba elementos socialistas e islamistas, dio lugar a la síntesis que constituye el Irán que conocemos hoy en día.
Y es que, en la República Islámica de Irán, las estructuras de toma de decisiones operan en dos esferas: la religiosa y la civil. Esta configuración está fundamentada en la doctrina de la Velayat-e Faqih, un concepto clave en el Islam chiita que sostiene la supervisión de la política por parte de la autoridad religiosa. Según esta doctrina, se entiende que la democracia está bajo la guía de Dios, reflejando una democracia tutelada donde las decisiones políticas deben alinearse con los principios islámicos.
En la práctica, este sistema implica la existencia de un Consejo de Guardianes, compuesto por clérigos, que supervisa que tanto las leyes como los candidatos al parlamento y a la presidencia cumplan con los principios islámicos. Este consejo también es responsable de seleccionar al Líder Supremo, quien no solo dirige las cuestiones de doctrina religiosa, sino que también controla las fuerzas armadas y el poder judicial, implementando la ley del Corán en lo que a menudo se denomina el "estado profundo" iraní.
Los grupos proxy que operan contra Israel, como Hezbollah, emergen de este sector del estado. A nivel político, esto relega al Presidente a un rol principalmente administrativo en asuntos domésticos y, en muchos casos, actúa como un termómetro de las tendencias sociales, indicando si es un momento para endurecer o suavizar las medidas de control islámico sobre la sociedad.
Transformación Política y Tensiones Internacionales
La transformación de Irán desde una monarquía pro-occidental bajo el Sha a una república teocrática bajo la dirección del Ayatolá Jomeini marcó un punto de inflexión significativo no solo para Irán sino para toda la región de Medio Oriente. La implementación de la Velayat-e Faqih no sólo redefinió la estructura política interna de Irán, sino que también alteró dramáticamente sus relaciones exteriores. La aparición de grupos proxy como Hezbollah y la continua tensión con Israel demuestran cómo los cambios internos en Irán han tenido repercusiones de largo alcance, afectando la estabilidad y la dinámica política de toda la región.
La naturaleza dual del sistema político iraní, que combina elementos religiosos y civiles, ha creado un modelo único de gobernanza que, mientras asegura un control religioso sobre la política, también permite cierta forma de participación electoral. Esto ha generado un equilibrio complejo y a menudo tenso entre diferentes facciones dentro de Irán, que continuamente moldea tanto la política interna como la postura internacional del país.
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