El 10 de octubre de 2025, el mundo volvió su mirada hacia Venezuela. El Comité Noruego del Nobel anunció a María Corina Machado como ganadora del Premio Nobel de la Paz, en reconocimiento a su incansable lucha por la democracia, los derechos humanos y la libertad en su país. La noticia no solo marcó un hito personal para una figura política que ha enfrentado persecución, inhabilitaciones y amenazas, sino que también representó un símbolo de esperanza para millones de venezolanos que llevan más de dos décadas resistiendo el autoritarismo.
Machado, ingeniera industrial de profesión y política por vocación, se convirtió con el tiempo en una de las voces más firmes contra el régimen de Nicolás Maduro. Su liderazgo, muchas veces cuestionado y otras tantas silenciado por la censura, ha traspasado fronteras y encendido nuevamente el debate internacional sobre la deriva democrática en Venezuela.
La historia de Corina
Desde sus primeros pasos en la vida pública, María Corina Machado eligió el camino de la confrontación cívica frente al poder. En 2002 fundó Súmate, una organización civil dedicada a la observación electoral y la promoción de los derechos políticos, con el objetivo de garantizar la transparencia de los procesos electorales. Su labor la llevó a ser perseguida judicialmente, acusada de traición a la patria y expulsada del Parlamento venezolano por denunciar, en foros internacionales, la represión y las violaciones a los derechos humanos en su país.

A lo largo de los años, su figura se consolidó como la de una defensora de las libertades civiles en medio de un sistema que ha restringido el disenso. Desde el partido Vente Venezuela, Machado ha insistido en que la resistencia pacífica y la unidad son las únicas herramientas posibles para recuperar la institucionalidad perdida. Su discurso, profundamente liberal y anclado en valores republicanos, ha resonado especialmente entre los jóvenes y los sectores de la sociedad civil que se rehúsan a aceptar la normalización del autoritarismo.
El Comité Noruego del Nobel destacó precisamente este compromiso: “María Corina Machado ha defendido los derechos fundamentales de los ciudadanos venezolanos con una determinación inquebrantable, buscando la transición pacífica hacia la democracia y el respeto a la dignidad humana”. El premio, además, funciona como un mensaje al mundo: la crisis venezolana no es un asunto interno, sino una herida abierta que interpela a toda la comunidad internacional.
En sus declaraciones tras conocer la noticia, Machado afirmó que el Nobel no le pertenece solo a ella, sino “a cada venezolano que no ha perdido la fe, que sigue luchando, que sigue soñando con un país libre”. Ese gesto, lejos de la autopromoción, refuerza su rol como portavoz de una causa colectiva, una causa que ha trascendido las fronteras y que hoy vuelve a ocupar titulares globales.
Premio Nobel de la Paz 2025
El Premio Nobel de la Paz 2025 no es solo un reconocimiento a una mujer; es el reflejo de una lucha sostenida por la justicia, la libertad y la democracia. En tiempos donde la represión y el exilio parecen ser el destino de quienes disienten, Machado se ha mantenido firme, transformando la adversidad en una plataforma para visibilizar la situación venezolana ante el mundo.
Su galardón reabre la conversación sobre el papel de la comunidad internacional frente a los regímenes autoritarios y reafirma la importancia de las voces que, desde el compromiso civil, logran mantener viva la esperanza. En un continente donde las democracias enfrentan desafíos profundos, la historia de María Corina Machado se convierte en recordatorio de que la paz no se construye con silencios, sino con valentía y verdad.
Y quizás, en ese eco que ahora resuena en Oslo y en Caracas, el Nobel de la Paz se transforme también en un nuevo punto de partida para la reconstrucción moral y política de Venezuela.
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