Las anomalías que encienden las alarmas
Este no es un cometa “normal”. Al menos eso indican varias observaciones:
Su velocidad es extraordinaria, mayor que la de muchos cometas conocidos que entran en el sistema solar.
Su química es atípica: el satélite SPHEREx detectó abundantes gases de dióxido de carbono (CO₂) en su coma —una proporción de CO₂ a agua (H₂O) entre las más altas jamás vistas en un cometa.
Se están observando transformaciones visuales extrañas: fotgrafías sugieren que el cometa podría estar adquiriendo un tono verdoso-esmeralda conforme se acerca al Sol.
Su edad y origen podrían ser muy antiguos y de una región poco habitual de la galaxia. Algunas estimaciones lo sitúan como “uno de los objetos más viejos de la Vía Láctea”.
¿Por qué la NASA y la comunidad astronómica están en vilo?
Raridad del fenómeno: 3I/ATLAS es apenas la tercera vez que se registra un objeto de otro sistema estelar cruzando el nuestro (tras 1I/ʻOumuamua y 2I/Borisov).
Oportunidad única de aprendizaje: Estudiar un cometa nacido en otro sistema estelar puede revelar condiciones de formación planetaria, química espacial y evolución de cuerpos helados tal como no los vemos en nuestro entorno.Incertidumbre real: Las anomalías químicas y de comportamiento plantean preguntas –¿es completamente natural?– ante lo que algunos han sugerido como “una posible tecnología alienígena” (aunque no hay evidencia sólida que lo confirme).
Seguimiento en tiempo real: Su cola se está desarrollando, su coma creciendo, y varias misiones podrían “atravesar” su estela o medirla. Esto exige rapidez y coordinación en observaciones desde telescopios terrestres y espaciales.
Qué sabemos (y lo que no)
Qué sí: 3I/ATLAS tiene origen interstelar, posee actividad típica de cometas (nube de gas/polvo, cola emergente) y está siendo observado por varias misiones.
Qué no: No se conoce bien su tamaño exacto—las estimaciones varían— ni su composición completa. Tampoco sabemos aún su historia exacta (¿Cuál sistema estelar lo expulsó?).
Qué preocupa: Aunque no representa amenaza alguna para la Tierra (su trayectoria no lo cruzará peligrosamente).
Qué intriga: Las implicaciones de que un objeto tan “diferente” esté atravesando nuestro sistema para probar teorías vigentes sobre cometas, formación planetaria y evolución estelar.
¿Y ahora qué?
Observaciones intensivas: Telescopios como James Webb Space Telescope (JWST), Hubble y otros continuarán recogiendo datos de 3I/ATLAS.
Estudio de su químico: Analizar en detalle la proporción CO₂/H₂O, metales presentes, polvo, etc., para compararlo con cometas del sistema solar.
Seguimiento de su trayectoria y actividad: Ver si presenta estallidos, fragmentaciones, variaciones inesperadas.Revisión de modelos: Los científicos podrían tener que adaptar sus teorías sobre cometas y cuerpos helados —y quizá sobre los “viajeros interestelares”— si 3I/ATLAS muestra aún más rarezas.

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