A esta altura la inteligencia artificial (IA) ya no necesita introducción alguna, ésta se ha convertido una herramienta de uso cotidiano y ya no nos resulta ciencia ficción hallarla en todas partes, ya sea en una campaña política o en redes sociales. Pero ante ello resulta oportuno preguntarnos por qué es tan promovida internacionalmente.
Regazzoni (2024) describe a la IA como un sistema informático (un algoritmo) capaz de convertir inputs en outputs. Es decir que a partir de los datos inducidos en su sistema puede generar documentos propios, diferenciándose de ciertos sistemas operativos que ya poseen una o unas respuestas almacenadas en su sistema y asemejándose más a las capacidades cognitivas de una mente humana.
Según el autor, el desarrollo de la IA le ha permitido a la misma progresar de modo que puedan analizar datos en tiempo real y resolver complejos problemas en cuestión de segundos, perfeccionándose constantemente. ¿El resultado? Una IA puede ganar debates y partidas de ajedrez, pintar cuadros renacentistas, extirpar tumores en un quirófano y mucho más. El producto es prácticamente inacabable.
Pero yendo a lo que nos compete, llevando esta lógica a escalas mayores, la IA se ha constituido como una herramienta fundamental e imprescindible en la toma de decisiones acertadas y predicciones de la política, los mercados y la defensa, entre otros campos significativos en donde puede anticiparse e influir. En consecuencia, la industria de la IA pasó en un lustro a convertirse en uno de los negocios más gigantescos del mercado internacional como así lo hizo en su momento el internet; pero su desarrollo y funcionamiento es tan sofisticado, específico y complejo que éste representa un mercado de acceso limitado.
Para ser un hacedor de IA se requieren de inversiones billonarias y del conocimiento de los mejores (y escasos) expertos en la materia. Por lo tanto, por el carácter selectivo y disruptivo de la IA, aquel selecto grupo especializado en el progreso de la IA gozará de un puesto envidiable en la organización del orden internacional (Regazzoni, 2024). Consiguientemente, Argentina debería encaminar su integración de la mano de un socio estratégico que lleve la delantera y nos permita adentrarnos a este mercado y recurso de poder blando y duro.
Es en este preciso momento en donde se debería volcar la mirada en la República de Corea (comúnmente referida como Corea del Sur). El Estado asiático hoy en día está fuera del top 10 mundial de desarrolladores de IA, y su situación política interna es delicada, pero es el mercado oportuno desde el cual poner en marcha un plan de cooperación técnica.
Primeramente, Argentina y Corea del Sur ya están en tratativas para poner en marcha un Memorando de entendimiento en el área de las TIC (Jefatura de Gabinete de Ministros, s. f.). Segundo y más importante, Corea del Sur es un país líder en la producción de semiconductores y de especialistas doctorados en su desarrollado. A grandes rasgos un semiconductor, o microchip, es el corazón de un sistema IA, pero debido a la elevada demanda mundial de IA, los surcoreanos se enfrentan a una escasez de su producción (Reporte Asia, 2024). Para evitar una caída estrepitosa en su producción, el gobierno surcoreano prepara una inversión de 14 billones de wones o 10 mil millones de dólares estadounidenses (Juárez, 2024).
Ante esto, una alianza estratégica con Corea del Sur, en donde ambos Estados puedan complementarse y retroalimentarse -Argentina posee litio para la producción de semiconductores y Corea del Sur tiene los conocimientos necesarios para la formación de talento crítico para el desarrollo nacional de IA- nos permite planificar el rol de Argentina en el futuro orden internacional de modo que no dependamos únicamente de nuestra agroindustria y capacidades agroexportadoras y nos posicionemos como un polo para la IA en una región en donde actualmente es inexplorada.
El presidente Milei ha comunicado su interés en la IA al asistir a eventos referidos a ella además de señalar su utilidad para la energía nuclear. Su objetivo es claro: convertir al país en un polo de IA. Del otro lado, respecto a la crisis política en Corea del Sur devenida de la imposición de la ley marcial por parte del presidente Yoon Suk-yeok y su eventual destitución, ésta ha encontrado una rápida solución dentro de los parámetros constitucionales; por lo tanto, la tesis que sostiene inestabilidad en el país asiático resulta desacertada.
En definitiva, una alianza inteligente y de cooperación técnica con la República de Corea puede significar para nuestro país dar un paso delante de su rezago internacional y perfilarse a una mayor jerarquía en la toma de decisiones dentro del concierto internacional.
Referencias:
Jefatura de Gabinete de Ministros (s. f.). Cooperación internacional. División África, Asia y Oceanía. Corea del Sur. https://www.argentina.gob.ar/ciencia/seppCTI/cooperacion-internacional/division-africa-asia-y-oceania/corea-del-sur
Juárez, C. (2024, 29 de noviembre). Corea del Sur impulsará la producción de chips con 10000 mdd. The Logistics World. https://thelogisticsworld.com/actualidad-logistica/corea-del-sur-impulsara-la-produccion-de-chips-con-10-000-mdd/
Regazzoni, C. J. (2024). Inteligencia artificial, Argentina y Orden Global. La inserción de la Argentina en el mundo. Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales. https://cari.org.ar/uploads/articles/Paper%20Regazzoni%20(ESPA%C3%91OL).pdf
Reporte Asia (2024, 2 de octubre). Corea del Sur enfrenta una alarmante crisis de semiconductores. https://reporteasia.com/sin-categoria/2024/10/02/corea-sur-alarmante-crisis-semiconductores/
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