Luego de analizar varias lecturas sobre el comportamiento del ser humano y el funcionamiento mental que conlleva la toma de decisiones, puedo argumentar que, en la actualidad, no somos completamente libres en nuestras elecciones. Esto se debe a la nueva forma de intercambio virtual que está moldeando a nuestra generación lo que provoca que nuestro comportamiento no sea siempre coherente con lo que sentimos o pensamos.
Según el Dr, Mikel Alonso, el cerebro tiene dos objetivos principales: la supervivencia y el deseo sexual. Además de ello, recibe constante información para poder ejecutar la toma de decisiones que van a permitir al ser humano accionar y satisfacer estos dos objetivos.
Ahora bien, ¿qué está sucediendo en la actualidad con la información externa que procesa el cerebro para cumplir con sus funciones naturales? Coincidiendo con Monzón en: Opinión e imagen pública, una sociedad "bajo control", los medios de comunicación y sus mensajes se presentan a los ojos del público como un espejo, una guía, una ficción, un espectáculo, el gran teatro del mundo donde cada uno representa su papel y donde el "ser" se convierte en "parecer”.
Por lo tanto, si la única experiencia que percibe esta generación es por medio de la observación de la ficción de una pantalla, ¿qué sucederá con lo humano? ¿Las sensaciones provenientes del mundo real desaparecerán y nos convertiremos en sujetos carentes de emoción o, por el contrario, podremos sentir todas las emociones en un mismo instante?
Según el neurocientífico, Mariano Sigman, el cerebro realiza automáticamente un cálculo de cuánta información es suficiente para decidir, proveniente de los sentidos y la experiencia acumulada. Si bien los sentidos captan la información proveniente del exterior y la transforma en datos que conllevarán a la formulación de la toma de decisión final, se presentan dos problemas: mientras más incompleta sea la información, más lento es el proceso de obtención de datos. Por el contrario, mientras más completa sea la información, el proceso de obtención de datos será más rápido.
Entonces, si la experiencia de la realidad se está dejando de lado por una imagen proyectada, por información incompleta, por un pseudoentorno que hipnotiza la mente humana, convirtiéndola en un lugar rígido y semi-automático donde el tacto, la palabra y la autenticidad son abandonados para ser reemplazados por la observación, el silencio y la clonación, la toma de decisiones es cada vez más compleja. Esto ocurre porque, al estar inmersos en un mar de imágenes construidas y expectativas irreales, los seres humanos enfrentan una multiplicidad de escenarios artificiales que confunden la percepción de la realidad y erosionan la capacidad de discernir lo que es verdaderamente significativo. En este contexto, la identidad se fragmenta, las elecciones se multiplican exponencialmente y la libertad de decidir se ve limitada por la presión de ajustarse a un ideal ficticio, alejándonos de la autenticidad y del sentido profundo de nuestras decisiones
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