La epilepsia es una enfermedad neurológica que afecta a personas de todas las edades y se caracteriza por la presencia de crisis recurrentes, originadas por una actividad eléctrica anormal en el cerebro. Estas crisis pueden variar desde episodios breves de desconexión o movimientos involuntarios hasta convulsiones generalizadas, y su impacto va más allá de la salud física, influyendo también en la calidad de vida, la salud mental y la integración social de quienes la padecen.
A nivel neuropatológico, diversos estudios han identificado lesiones estructurales como la esclerosis hipocampal, las displasias corticales focales y ciertos tumores benignos como causas frecuentes de epilepsia refractaria, es decir, aquella que no responde a fármacos. El artículo Neuropathologie de l’épilepsie señala que estas alteraciones, visibles en neuroimágenes o detectadas durante cirugías, interfieren con las redes neuronales y facilitan la generación de descargas eléctricas anormales. Detectarlas es clave, ya que su identificación precisa permite seleccionar tratamientos quirúrgicos que, en muchos casos, ofrecen una reducción significativa o incluso la remisión de las crisis.
Tipos de epilepsia:
Focales: comienzan en una zona específica del cerebro. Ejemplo: movimientos involuntarios en una mano, sensaciones extrañas o “déjà vu”.
Generalizadas: afectan ambos hemisferios desde el inicio. Ejemplo: crisis tónico-clónicas o ausencias.
De inicio desconocido: no se puede determinar si fueron focales o generalizadas por falta de datos.
Causas posibles:
Aunque en muchos casos no se identifica un origen claro, las principales causas incluyen mutaciones o herencia que alteran la función neuronal; lesiones cerebrales visibles como displasia cortical, esclerosis hipocampal o tumores; trastornos metabólicos; y secuelas de infecciones del sistema nervioso central como la neurocisticercosis o la encefalitis.
Diagnóstico:
La prueba más utilizada es el electroencefalograma (EEG), que consiste en colocar electrodos en el cuero cabelludo para registrar la actividad eléctrica cerebral. El EEG ayuda a diferenciar crisis epilépticas de otros eventos como síncopes o trastornos del sueño, y a orientar el tipo de epilepsia para un tratamiento más adecuado.

La epilepsia no es una condición única, sino un espectro de trastornos que requieren un diagnóstico preciso y un enfoque personalizado. Identificar el tipo de crisis, su origen y su causa es fundamental para ofrecer el tratamiento más eficaz, ya sea farmacológico, quirúrgico o complementario. Sin embargo, el abordaje integral debe ir más allá del control de las crisis: es necesario combatir el estigma, garantizar el acceso a la atención médica y brindar apoyo psicológico y social. Solo así será posible reducir el impacto de esta “tormenta cerebral” y mejorar la calidad de vida de quienes la padecen.
Autor: Sol Aebi, estudiante de la Licenciatura en Biotecnología de UADE
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