Mientras el planeta entero se debate entre “a baterías o a Hidrógeno, en Argentina nos debatimos entre “GNC, Súper o Premium”. Una mirada a lo que sucede y lo que podría suceder en nuestro país.
Recuerdo que a mediados de los 80s, las estaciones de GNC comenzaban a florecer y los detractores levantaban sus dedos acusadores señalando “el gas es para la cocina”. Claro. En esa época el GNC en nuestro país apenas comenzaba. Los problemas eran más que las soluciones y… los improvisados prometían cosas que luego no podían cumplir.
Así fue que un día finalmente un auto “con GNC” llegó a mis manos y comencé a sufrirlo. Que si hace frío no arranca, que no rinde, que no tiene potencia, que no, que no, que no…
Finalmente un día, cansado de deambular por talleres que me aseguraban que el anterior tallerista “no sabía nada” (y ellos sí). Descubrí una herramienta maravillosa para solucionar definitivamente mis problemas con ese vehículo: En una librería encontré un libro técnico sobre “sistemas de GNC vehicular”.
El tiempo pasa (como decía Luca Prodan) y junto a él pasan las tecnologías. Y así como un día dejé de hablar por teléfono “en blanco y negro” y comencé a disfrutar las ventajas de que ese aparatito tuviera una pantalla a color… (Nunca entendí para qué un “Movicom” necesitaba tener color). También llegó a mí el momento de abandonar los combustibles fósiles y pensar en otras opciones. Y ese día me pregunté si ya no era hora de tener un vehículo eléctrico. Y allí comenzó un nuevo peregrinaje similar al del GNC y “el libro”.
Mi primera duda fue “la autonomía”. Yo revisaba toda la info disponible buscando un vehículo con la autonomía que tenía en el “de combustible”. Leí centenares de artículos en la Internet sobre “la importancia de la autonomía” hasta que de pronto me di cuenta de algo. Yo quería tener una autonomía que nunca me había sido necesaria… Pero no sabía para qué.
En ese momento mi viejo cerebro analógico hizo un ruido muy parecido al que hacen las articulaciones cuando uno las fuerza. Sentí un “crack dentro de mi cabeza” y una parte del cerebro que ya ha recibido varias actualizaciones comenzó a gritarme: “Nabo, durante 350 días al año hacés solo 15-Km al día”…
Lo de “nabo” no me molestó. Mi cerebro me acompaña desde hace muchos años y tenemos la confianza necesaria, pese a que a veces no estamos muy de acuerdo en especial cuando se queja de que lo ataco con Colesterol y otras cosas. Lo que me molestó fue que me recordara que “solo viajo 15 días en todo el año”
Y es cierto. Por lo general la gente viaja muy pocas veces en el año y el resto del tiempo se mueve en una noria cotidiana que es peor que la calesita de la plaza cuando era chico. Así que me puse a pensar qué hago “todo el año” y si realmente me serviría un auto eléctrico… Y salieron algunas cuentas y comparaciones.
La primera fue que en el año consumo muchas veces más “jugo de dinosaurio” (en Argentina se le llama “nafta”) para lograr que el interior del auto esté a la temperatura que me gusta… Que el necesario para hacer el recorrido cotidiano. En verano necesito nafta para enfriar el habitáculo. Y en invierno es aún peor porque primero debe calentar “el motor” para luego calentar “el interior”.
Otra cosa que descubrí fue que en esos períodos de “necesito calentar el motor”. Los ICE (Internal Combustion Engine) contaminan y consumen mucho más que cuando ya están en “régimen térmico ideal”… Y eso, sacando algunos días de la primavera o de inicios del otoño… Lo hago inevitablemente al menos 300 días al año (y soy generoso con el número).
Ese día comprendí la necesidad de “un eléctrico”. El EV no contamina los 365 días del año. El EV no tiene formas deficientes de andar de acuerdo al clima… el EV es la opción más transparente en Huella de Carbono para moverse en las ciudades sin seguir aportando todo lo que arruina cada día más nuestro planeta.
Y claro. A partir de ese momento comencé a “sacar cuentas” de mi realidad cotidiana, en lugar de “pensar en el planeta”. Fui a lo más pequeño... lo más individual y egoísta. A pensar “cuanto me cuesta el Kilómetro recorrido” si lo hago en base a jugo de dinosaurio o a “electrones sueltos”… y me propuse hacer una cuenta que fuera simple y clara. No quería más dudas.
Y lo hice. Tras muchos cálculos e incluso tras pedir prestado un pequeño CityCar eléctrico y usarlo varios días. Llegué a un número que me dejó claro “cuando rinde y cual es más económico en su uso cotidiano”.
Conducir todos los días un CityCar eléctrico es como tener un auto tradicional que rinda en lugar de 10-Km/L, unos 500-Km/L. El EV no solo es una solución para el planeta (y esa es la importante). También es una increíble solución para nuestra economía diaria.
Ahora... Solo me falta definir en cual enchufe de mi casa dejaré a la noche cargando el EV y en cual el teléfono.
Horacio Portela
Escritor, documentalista y periodista en el ambiente motor y de tecnología. Durante años ha sido un activo militante del Software Libre y columnista en varios medios nacionales e internacionales. Posee una Diplomatura en Energías Renovables Seguras y en la actualidad es Director creativo en Bonnie & Claypole TV y Director Periodístico en "eArgentina - Movilidad Sustentable" programa que se emite por la señal Hispanoamericana del canal satelital GarageTV.
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