20/5/2025 - tecnologia-e-innovacion

Café, cultura y metodología para el desarrollo de productos digitales

Por rodrigo coronel

Café, cultura y metodología para el desarrollo de productos digitales

Un tema recurrente viene a mi cabeza día tras día, empresa tras empresa. Clientes, proveedores, amigos, colegas, creo que a todos nos pasa lo mismo una o varias veces en la vida profesional. Para ello les voy a contar dos historias.

Ana despertó antes del amanecer en Buenos Aires. Su pantalla, aún parpadeando con el correo de un cliente, revelaba un mensaje urgente: “No encontramos documentación para esta tarea, ¿pueden avanzar igual?” Esa mañana, como tantas otras, Ana y su equipo de cinco ingenieros repartidos entre Córdoba, Medellín y Ciudad de México, se enfrentaban al mismo dilema: talento sobrado, procesos inexistentes.

La historia de Ana no es única. Hace un año, cuando montaron su pequeña agencia de soluciones digitales, soñaban con la agilidad de los neobancos y la innovación de las fintech . Sin embargo, pronto descubrían que la falta de un marco metodológico —aunque contaran con expertos en IA y blockchain— dejaba cada proyecto a merced de la memoria individual. ¿Quién recuerda los pasos exactos para configurar el entorno? ¿Dónde quedó la versión aprobada del diagrama de flujo?

Con el paso de los meses, las reuniones diarias degeneraron en una sucesión de “¿cómo lo hacía?” y “¿alguien guardó aquel correo?”. Los reportes de calidad volvían con correcciones apresuradas, y el cliente, aunque confiaba en la pericia técnica del grupo, empezaba a dudar de la consistencia en la entrega. Ana comprendió entonces que el verdadero enemigo no era la complejidad tecnológica, sino el vacío de procesos y documentación.

En contraste, unas calles más allá, otra pyme creciente apostaba por un tablero viviente en un Wiki interno, donde cada decisión quedaba registrada. No se trataba de un manual polvoriento, sino de un diario de campo: historias de errores, trucos descubiertos, plantillas que evolucionaban con cada sprint. Allí, un nuevo miembro podía aventurarse sin temor: sabía que detrás de cada guía existía la voz de quienes ya habían pasado por esos pasos.

Pero implantar un marco metodológico no basta si no va acompañado de cultura. ¿De qué sirve un checklist si nadie entiende el “para qué” de su tarea? En el mismo barrio, un equipo rival había introducido rituales de equipo: breves encuentros virtuales donde se compartían aprendizajes no solo técnicos, sino anécdotas cotidianas. Unos mates en línea al mediodía, un reconocimiento espontáneo cuando alguien resolvía un bug imposible. Y, de pronto, las personas comenzaron a sentirse parte de algo mayor.

Ana se preguntó: ¿cómo alinear a un colaborador remoto en Toronto con el propósito de una empresa que nació en un garaje porteño? ¿Cómo generar sentido de pertenencia cuando la interacción se limita a pantallazos? La respuesta, intuyó, demandaba ir más allá de la compensación: un plan de carrera transparente, escenarios de aprendizaje real y una historia compartida que trascienda tareas.

Hoy, aquel cliente al que Ana escribió por la mañana recibe no solo entregables, sino un relato: “Aquí está el prototipo, impulsado por nuestro framework interno; mañana te mostraré cómo usamos la retroalimentación de QA para iterar más rápido”. Pero lo más importante: el equipo ya no busca en su memoria, sino en un registro colectivo. Cada entrega es un capítulo más en una narración que crece y se refina, donde cada integrante es protagonista.

Otra visita a una colega, Carolina, me hizo revivir otra historia de cultura y metodologías. Trabaja en una agencia digital con sede en Estados Unidos, pero su fundador vive y opera desde Colombia. Para romper barreras culturales y construir ese “nosotros” que faltaba, el CEO propuso algo inesperado: reunir a todo el equipo latinoamericano en el Eje Cafetero para una semana de trabajo y experiencias compartidas. El CFO quería anular toda posibilidad de gastar un peso en esa idea, pero…

Bajo el sol de Manizales y entre el aroma de tazas recién colmadas, el grupo dejó de ser una lista de nombres en Slack; cada reunión arrancaba con historias de familia, tradiciones del pueblo y anécdotas de cosecha. Visitaron fincas cafeteras, aprendieron el ritual del “tinto” y pudieron sentir cómo la hospitalidad colombiana nace de los pequeños detalles: una sonrisa al recibir la taza, el cuidado al servir, la paciencia para explicar el proceso.

Esa inmersión no fue una simple escapada. De regreso, el equipo de diseño convirtió esa experiencia en un nuevo lenguaje visual: paletas inspiradas en los verdes intensos de los cafetales, iconografía basada en los granos y patrones que evocaban la calidez de la tarima de guaduas en las fincas. Crearon un design system que guió la presentación de prototipos ante clientes: demos donde la interfaz respiraba el espíritu cafetero y comunicaba, sin palabras, un valor de cercanía y autenticidad.

La lección de Carolina fue contundente: a veces, la mejor manera de alinear cultura y procesos es vivir juntos un propósito. Cuando cada integrante entendió de dónde venía ese café que todos bebían al arrancar la mañana, también comprendió por qué cada línea de código, cada elección de color o cada interacción en la app debía cargarse de la misma intención de hospitalidad.

¿Cómo podrías diseñar experiencias vivenciales que refuercen el sentido de pertenencia y trasladen valores cotidianos—como la hospitalidad cafetera—al día a día de tu equipo?

¿Qué formato de documentación dinámica (videos, relatos de campo, wikis colaborativos) aseguraría que cada nuevo integrante encuentre siempre la “única fuente de la verdad”?

¿De qué manera adaptarías marcos ágiles o de calidad (Lean, Scrum, Design Thinking, ITIL) para que no sean un fin en sí mismos, sino un andamiaje vivo que impulse tu productividad y le dé coherencia a cada entrega?

La lección es clara: la agilidad sin anclaje metodológico deriva en caos, y la tecnología sin cultura se convierte en un conjunto de herramientas olvidadas.

¿Estás listo para transformar tu pyme de solistas desconectados en un colectivo que comparte un propósito, procesos claros y una historia común?

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rodrigo coronel

rodrigo coronel

Con una carrera que abarca más de 18 años, he asumido diversos roles directivos en finanzas, tecnología, ventas, operaciones y delivery especializándome en la transformación de TI/Negocios. He dirigido equipos multi-country e interdisciplinarios incorporando estrategias y metodologías de innovación como Lean, Design Thinking, agilismo, 6Sigma, y explorando tecnologías emergentes en Machine Learning, Inteligencia Artificial, LLM, web3 y AR/VR/MR.

Licenciado en Administración del Salvador, mágister en finanzas del CEMA, especialización en gestión de calidad six sigma del Salvador. Cuento con certificaciones en Digital Journalism
Reuters, Google Project Management Certificate, Certified Blockchain Expert Blockchain Council, Mastering Design Thinking MIT Sloan School of Management, Driving Strategic Impact Columbia Business School.

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