En el siguiente documento intentaremos encontrar en la tecnología una respuesta innovadora, creativa y efectiva para resolver el fenómeno inflacionario que afecta, en más o en menos, a varias naciones del mundo, en especial a la nuestra.
Durante el mes de enero la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal de los Estados Unidos difundió un documento sobre investigación y análisis bajo el título “Dinero y pagos: el dólar estadounidense en la era de la transformación digital”.
En el mismo se describen varios aspectos referidos a las funciones de la propia Reserva Federal, como Banco Central de los Estados Unidos, la funcionalidad del dinero y los distintos sistemas de procesamiento de pagos que existen en el mercado actualmente.
Algo inimaginado, al menos hace un par de años, es que entre las formas de procesar transferencias de “poder de compra” incluya a las criptomonedas, incluso haciendo referencia a las denominadas “estables”, que son aquellas que cuentan con un respaldo en otro tipo de activos. Sobresalen dentro de esta especie las que tienen como referencia al dólar americano, por ejemplo el USD T o Tether, el Dai, o el UDC C, que es la versión convertible a dólar desarrollado por el Consorcio Center, conformado por Coinbase y el Circle Internet Financial.
Todo lo comentado hasta el momento se utilizó de introducción para la cuestión de fondo sobre la que trata el documento emitido por la autoridad monetaria de los Estados Unidos, “las monedas digitales emitidas por bancos centrales o CBDC, por sus siglas en inglés, Central Bank Digital Currency”.
Al respecto, el informe aclara que se trata de un primer trabajo de aproximación sin que ello implique de manera alguna el inicio de un proceso de desarrollo, sin embargo las ventajas que surgen de su lectura evidencian que, tarde o temprano, la mayoría de los países contarán con su dinero soberano en formato digital.
Dentro de las ventajas que enuncian se destacan:
- Satisfacer de forma segura las necesidades y demandas futuras de servicios de pago;
- Dificultar las transacciones anónimas. Las transacciones digitales demandan la identificación de ambas partes de la operación, algo que la tradición del dinero físico no puede resolver.
- Permitir que los innovadores del sector privado se centren en nuevos servicios de acceso, métodos de distribución y ofertas de servicios relacionados.
- Diseñar modelos algorítmicos predefinidos para aumentar o reducir la oferta de dinero, de esta forma se puede sesgar la discrecionalidad política en cuanto a las pautas de emisión, dando previsibilidad al valor de la moneda.
- Mejoras en los pagos transfronterizos, el costo promedio por transferencias internacionales superan el 5%, el uso de monedas digitales soberanas permitirían reducir estas sumas a 0;
- Respaldar el rol internacional del dólar, en un mundo que evoluciona hacia la eficiencia en los mecanismos de procesamientos de pagos, el rol de las monedas soberanas pierde espacio frente a lo que ofrecen Blockchain y las criptomonedas.
- Inclusión financiera, pues los sistemas financieros y bancarios tradicionales están diseñados para administrar operaciones de determinado volúmen, perfil de usuario y calidad de registración, algo que en la mayoría de los países no sucede.
Con respecto a los riesgos mencionan:
- Cambios en la estructura del mercado del sector financiero, el mercado podría dejar alojados sus excedentes dinerarios en formato digital pero fuera del sistema bancario. Esto obligaría a los bancos a ofrecer mejores condiciones a sus clientes para que opten por dejar en cuentas bancarias los fondos que podrían quedar alojados en el sistema de la Reserva Federal.
- Seguridad y estabilidad del sistema financiero, ante cualquier incertidumbre de mercado podrían producirse éxodos masivos de los bancos hacia las monedas digitales soberanas poniendo en riesgo al sistema.
- Privacidad y protección de datos y prevención de delitos financieros, por tratarse de operaciones registradas electrónicamente, todas pueden ser analizadas y auditadas. Este punto no difiere de lo que sucede hoy en día con las operaciones bancarizadas, o incluso, las que se efectúan con criptomonedas.
- Resiliencia operativa y ciberseguridad, al igual que con todos los formatos digitales de transferencia dineraria que existen ambos conceptos, resistencia al cambio y riesgos informáticos deben ser tenidos en cuenta.
Sin dudas, las ventajas y posibilidades que ofrecen las monedas digitales soberanas son muy superiores a los riesgos que presentan, muchos de los cuales existen en los sistemas actuales.
El informe no menciona otras capacidades que permitirían adoptar un sistema basado exclusivamente en monedas digitales soberanas. Incorporaremos dos aspectos principales, seguridad y sistema monetario / tributario.
Desde el punto de vista de la seguridad, el dinero digital es mucho más difícil de robar que el físico. Si no existe el dinero en papel solo pueden realizarse movimientos registrados, de esta forma la trazabilidad en los pagos es casi total. Secuestros, estafas, salideras bancarias, narcotráfico o hurtos en las calles disminuirían considerablemente.
Las monedas digitales soberanas permitirán a los estados adoptar novedosos modelos monetarios y fiscales reemplazando los parámetros tradicionales. Supongamos que se cumplan con los siguientes conceptos:
Medios de pago, solo los electrónicos, principalmente el administrado por el Banco Central del país. Este sistema de procesamiento se podría integrar con cualquier otro, siempre digital, es decir que desaparece el dinero físico.
Sistema tributario, se eliminan los impuestos tal cual los conocemos.
Modelo monetario. Se implementa un modelo basado en el “mint and burn”, minar y quemar. El estado acuerda anualmente, en función a sus necesidades, pautas de emisión, suficientes para dar cumplimiento de manera eficiente con todas sus funciones. Esos fondos se emiten de acuerdo al cronograma aprobado (mint).
Si por alguna razón, los mercados consideran que las pautas de emisión son inadecuadas, la velocidad de circulación del dinero aumentaría, en consecuencia la base monetaria se reduce más rápido, hasta encontrar un nuevo equilibrio, a través de la autorregulación que propone el modelo.
Cada vez que se realiza una transferencia de una cuenta hacia otra, pagos, una porción de esa suma se deduce en concepto de tributo, a diferencia que en los sistemas actuales, en los que esos importes se acumulan en las cuentas de los recaudadores, en este modelo se queman, literalmente se deducen de la base monetaria (burn).
En consecuencia, la falta de confianza en una moneda, traducida en mayor velocidad de circulación del dinero, en un modelo de “emitir y quemar”, acelera la reducción de la base monetaria. De esta forma el activo digital soberano se vuelve sólido para quienes lo atesoran en forma de ahorro, pues quienes lo hacen circular fomentarán su revalorización.
La combinación de algoritmos y procesos de emisión y quema de circulante podría dejar en manos de los sistemas las decisiones de expansión o retracción monetaria volviendo las cotizaciones de las monedas más previsibles y confiables.
La tecnología de Blockchain ha llegado para simplificar procesos y reducir intermediarios, en consecuencia bajar costos.
Es probable que en los próximos años existan países en los que se prescinda de organismos recaudadores, bancos centrales, tediosas liquidaciones o miles de formularios dejen de existir.
Argentina es un país ideal para encarar experiencias, al menos de nicho, de este tipo.
Migrar algunos de los programas de asistencialismo vigentes podrían devenir en programas de desarrollo si generamos ecosistemas transaccionales del tipo de “emitir y quemar” sin ser inflacionarios.
Ese sería un buen comienzo.
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